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Un anuncio de cursos por correspondencia.
Un complejo electrónico del tamaño de una simple nuez
TESOROS DE LA HEMEROTECA

Un complejo electrónico del tamaño de una simple nuez

Medio siglo atrás se adivinaba un futuro 'de cristal' y los cursos por correspondencia formaban a 'técnicos en transistores'

V. LLADRÓ

Viernes, 6 de marzo 2015, 00:39

En los años sesenta se produjo una eclosión de los transistores que abrió las puertas a una expansión de la electrónica como poco antes hubiese parecido increíble, y más aún en comparación con lo que está siendo hoy, pero ya se intuían horizontes que no cesarían de sorprender.

Un reportaje publicado en LAS PROVINCIAS anunciaba el 19 de enero de 1965 : 'El futuro estará hecho de cristal'. Remarcaba la información que toda la industria electrónica 'se basa en su utilización' y que 'un pequeño aparato de este material realizará el trabajo de complicados conjuntos eléctricos'.

El autor, Ian Ferguson, de la agencia Europa Press, concretó que 'los enormes recursos' que ya manejaban los especialistas se empleaban en microminiaturizar al máximo equipos empleados en la industria, 'o, por decirlo en palabras vulgares, en instalar en una cáscara de nuez aparatos de una gran complicación'.

No aparecía todavía la palabra chip, ni mucho menos el microchip, pero ya se presagiaba el concepto. Los aparatos electrónicos tendían a ser cada vez más pequeños, como advertía el autor; en unos casos por pura estética, en otros por necesidad. Los 'cerebros electrónicos', que todavía no eran ordenadores (apenas se empezaba a hablar en ocasiones de computadores, pero ni se imaginaba el PC), precisaban estructuras que permitieran el paso de muchos datos 'a la velocidad del relámpago', lo que requería que todos los componentes estuvieran más y más cerca, hasta niveles que se adivinaban increíbles, pero que parecían ya a la vuelta de la esquina.

Eran tiempos de desarrollo creciente y proliferaban academias de 'cursos por correspondencia' (el on line más disponible de la época) para formar 'técnicos en transistores'. Crecía la demanda de aparatos de radio y España empezaba a llenarse de televisores, aún en blanco y negro (el primer color tardaría años). Por tanto hacían falta especialistas para fabricarlos y repararlos, y ahí se introducían muchos jóvenes en busca de un trabajo prometedor. Los cristales de germanio o galio prometían progresos espectaculares para integrarse en satélites y hasta no se descartaba 'que llegue a existir un sistema de comunicación directo de persona a persona'. ¿Internet, tal vez?

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