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Entre pastores y artistas

Paisaje y paisanaje. Ahillas es un pequeño pueblo de Chelva que estaría deshabitado si no fuera por escultores y pintores que se han asentado allí

PPLL

Sábado, 28 de noviembre 2009, 11:02

En la aldea de Ahillas no hay red de teléfono fijo y tampoco hay cobertura de móvil. Sí que hay electricidad, y el agua potable funciona con regularidad desde hace poco, gracias a una perforación con más de cuatrocientos metros de profundidad. No existe posibilidad de teléfono, pero ya hay internet. A Paco Saínz le colocaron días atrás una aparatosa antena parabólica que capta y envía la señal por satélite. Todavía no se lo explica. «Me enteré de que había perdido la oportunidad de vender algunas esculturas -explica-, y con la rabia que me dio, cuando bajé a Valencia empecé a llamar a llamar a todas partes, exigiendo mi derecho a estar comunicado».

El escultor refugiado en Ahillas esgrimió las frecuentes declaraciones oficiales que se realizan en este sentido y que «tanto pregonan el desarrollo rural», por lo que pidió que le resolvieran el problema.

Total, que hace poco llegó un técnico con la antena y le dijo que a ver dónde se la instalaba, que iba a tener internet por satélite. «Yo me puse a temblar, porque sé que esto vale un pastón, pero aquel técnico me dijo que no sufriera, que tenía orden de ponérmelo todo sin cobrarme nada especial, que pagaré sólo la tarifa normal; así que no he tenido más remedio que aprender enseguida a manejarme con el ordenador».

Ahillas es una aldea del municipio de Chelva, a doce kilómetros al norte del casco urbano. Hoy estaría deshabitada la mayor parte del año si no fuera porque un puñado de artistas se ha ido a vivir allí para poder crear en tranquilidad. Pintores y escultores componen su exiguo censo junto a tres pastores que normalmente viven en Chelva y suben para cuidar el ganado, algunos agricultores que acuden esporádicamente a cultivar sus tierras y unas cuantas familias de antiguos habitantes del lugar que hoy residen en Valencia o pueblos de la huerta y han arreglado sus viejas casas para pasar allí fines de semanas y vacaciones; como la familia de 'los Simones', herederos de Vicenta Simón, que ahora viven en Burjassot pero mantienen vivas sus raíces.

El primer artista que desplegó en Ahillas sus habilidades y su bohemia fue el escultor Paco Saínz, hace 15 años. Al principio sólo convivía con otro vecino, Manolo, y de vez en cuando con Antonio 'el Royico', el pastor. Todavía hoy es muy frecuente que pase días sin ver un alma. A lo mejor hay alguien más por allí, pero va a su marcha, como Paco, que anda en sus bronces y maderas; igual transcurren días enteros en los que ni se acuerda de comer y las pasa con cuatro cafés.

Paco es vasco, de Portugalete, y tiene 54 años. Estudió Arquitectura, y luego Topografía, pero desde muy pequeño había tenido el gusanillo de la escultura, así que terminó haciendo Bellas Artes en Valencia, donde se asentó y tiene dos hijas. Después marchó a Estados Unidos, trabajó varios años en Chicago y regresó a Valencia.

Llegó a Ahillas por casualidad. «Buscaba algo retirado, tranquilo, sin tráfico ni ruidos. Indagué en el Trajín, me fijé en una casa vieja que se vendía barata y me la quedé».

Después siguieron otros su ejemplo, casi todos extranjeros, incluida su actual compañera, la pintora escocesa Lynda Haldane, que ahora está realizando un encargo en su país. El pintor estadounidense Salvador Calvo expone estos días en Luxemburgo. El escultor francés Jean Guy y su mujer, la pintora Silvie, han ido una temporada a su tierra. Además ha llegado el matrimonio escocés Stwart; un pintor y una bióloga que están restaurando su casa, y una norteamericana que ha adquirido un solar para construir.

Otro compañero en la aldea es el grabador y pintor español Vicente Ros, y, aqunque vive en Chelva, la pintora Concha Sanjuán también participa del grupo. Todos ellos integran desde hace seis años una exposición durante los fines de semana de Pascua y San Vicente y consigue gran éxito de público y de ventas, aunque estas se resienten últimamente por la crisis. En la edición de la primavera pasada acudieron más de cinco mil personas.

Paco trabaja todos los materiales, incluida la bella y dura piedra verde 'Pórfido' de Chelva, y cuando se trata del bronce, lo funde en su taller, después de esculpir la cera y y sacar los moldes de moloquita... Ahora está con su obra 'El árbol de después', incrustando 158 mariposas diferentes de bronce en un tronco de sabina milenaria que le ha costado diez años de papeleos para poder cortarla, «y eso que ya estaba muerta». En un rincón tiene varias obras terminadas y embaladas, como 'Político yacente', «esperando que alguien las compre, porque estoy sin un duro». Tuvo mala suerte en una exposición en Marbella: «me costó un dineral montarla y tenía apalabradas varias obras, pero estalló el escándalo 'Malaya' y todos se volvieron atrás».

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