«Los 21 millones de pesetas mejor invertidos de mi vida»
F. P. PUCHE
Sábado, 28 de noviembre 2009, 03:55
Tal día como mañana del año 1979, LAS PROVINCIAS llevaba en portada una noticia muy llamativa: el presidente de la Diputación Provincial, Manuel Girona, personalmente, había comprado en una subasta de la galería Sotheby's, en Londres, un hermoso cuadro de Sorolla, "Pescadoras Valencianas (1903)", por 160.000 libras, el equivalente a 21 millones de pesetas. Tras la conmoción de la noticia, vino el consiguiente debate, en el que incluso se llegó a decir que el cuadro podía ser falso. Treinta años después, Manuel Girona, de 71 años, no tiene dudas: "¿Qué si fue el dinero público mejor invertido en mi vida? Pues seguro que sí. Desde luego fue una manera efectiva y visible, muy bonita, de invertirlo". El cuadro, que llegó a Valencia en puertas de la Navidad, cuelga desde entonces en el despacho del presidente. Que entonces era el de la Diputación y ahora es el de la Generalitat.
"Lo primero que recuerdo es que nada más llegar al hotel, tras la subasta, tenía una llamada de ustedes, de LAS PROVINCIAS, esperándome", dice Manuel Girona. Nuestro periódico, en realidad, es que le dio la pista principal: el 21 de octubre de 1979, en nuestra portada, se insertó la noticia de la próxima subasta, en Sotheby's de Londres, de un Sorolla especialmente notable, "Pescadoras Valencianas", del que se daba una fotografía. Faltaba solo una semana para el Día D. "Se me ocurrió enseguida", dice Girona. "¿Y si.? La hipótesis tomó forma y lo consulté con los grupos de la corporación, José Luis Manglano, de UCD, y José Fondo, del PCE. Establecimos un compromiso: pujaríamos hasta una cantidad razonable, que no sé si fueron diez, doce millones de pesetas, mucho dinero entonces".
A toda prisa y en secreto, Girona recabó informes técnicos y periciales. Los herederos de Sorolla garantizaron la autenticidad. Y consultó con sus asesores: el joven profesor Vicent Soler; José María Ninet, secretario de la corporación. Finalmente, partieron hacia Londres, donde la subasta estaba anunciada para el día 28 de octubre. "Cuando fuimos a Sotheby's, el día anterior, nos quedamos admirados: el cuadro estaba expuesto en el centro, en lugar preferente, perfectamente iluminado. Era una obra preciosa, impactante", recuerda Manuel Girona, que no sabe con precisión en manos de quién había estado la pintura anteriormente: "Me suena algo de una familia vienesa, gente importante. Pero no puedo precisarlo".
Ni que decir tiene que Girona, periodista de profesión, no había tenido ocasión de concurrir a subasta de arte de gran nivel en su vida. "Yo estaba asustado. Había un pizarrón electrónico con los precios de salida, y las pujas ascendentes, en libras, dólares, francos, yens, pesetas. Y todo pasaba vertiginosamente ante los ojos. En un minuto se adjudicaban las obras", recuerda el presidente. Por fortuna, a su lado, estaba Ana Peters, especialista en arte y de nacionalidad británica. "Ella me asesoraba. Ana me dijo cuándo tenía que pujar y subir. Y todo ocurrió en un suspiro: cinco, seis, ocho millones, diez millones. Fue tremendo". Como Girona dijo para la edición de LAS PROVINCIAS de hoy hace 30 años, "al final quedamos un japonés y nosotros, y yo pensé que era una oportunidad única". Levantó la mano y el director golpeó con la maza: adjudicado. Se tarda más en leerlo que en vivirlo.
"Fue abrumador, emocionante. Estábamos eufóricos. Y temerosos de habernos pasado. Porque el final, con los gastos de sala, aquello se puso en casi 22 millones de pesetas. Pero todo fue bien", dice Girona desde su apacible jubilación. "Aquí lo tengo enmarcado, en la salita de casa. Hicimos láminas impresas que se vendieron como rosquillas; mucha gente las tiene en su casa. Los valencianos se enamoraron del cuadro", señala. La obra llegó a Valencia, vía Madrid, el 20 de diciembre de 1979. Desembalar el cuadro fue una ceremonia emocionante a la que el presidente asistió en persona. El día 21 se inauguró una exposición en el Museo Nacional de Cerámica: el cuadro estaba acompañado de todas las obras que la Diputación tiene de Joaquín Sorolla, que, como se sabe, fue, de jovencito, pensionado de la institución, durante tres años.
El socialismo y el arte
"No, con Lerma, no. Consulté con mi equipo y con los grupos políticos", dice Girona, que niega que consultara a la estructura del partido. Lerma andaba ocupado esos días difíciles en encarrilar un PSPV-PSOE a cuya secretaría general acababa de llegar. Era la primera oportunidad en la que el socialismo se enfrentó, en Valencia, al hecho evidente de que Sorolla es un artista de enorme popularidad. "Eso sí era nuevo: era la primera vez que los socialistas se metían en ese territorio; pero yo creo que lo hicimos bien ¿no le parece?". Más tarde, en 1989, al IVAM triunfó con una antológica de Sorolla.
Girona, con todo, se pregunta, pregunta al periodista, dónde está "su cuadro". Y está en el mismo lugar donde él lo dejó. En enero de 1980, terminada la exposición, el presidente de la Diputación pidió que se colgara el óleo en su despacho. Pero dos o tres años después, la Diputación cedió el edificio entero de la Generalitat a la nueva autonomía valenciana, para trasladarse al otro lado de la plaza de Manises. En el antiguo despacho de Manuel Girona, donde está también "El Crit del Palleter", "Pescadoras Valencianas" ha sido el paisaje habitual del trabajo de Joan Lerma, Eduardo Zaplana y José Luis Olivas. Y ahora lo es de Francisco Camps.
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