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J. C. FERRIOL
Domingo, 29 de noviembre 2009, 03:37
Leire Pajín ya es senadora. El pasado miércoles, la dirigente socialista salvó por fin la votación de Les Corts, tras casi siete meses de bloqueo del PP. La dirección de los socialistas ya puede respirar tranquila, porque afrontar el debate de presupuestos con un senador menos, vistos los apoyos de que dispone el Gobierno, podía generar más de un disgusto.
Desde su llegada a la secretaría federal de Organización, Pajín ha visto cómo la aureola de joven referencia política iba perdiendo parte de su valor. Los resultados en las elecciones gallegas, y especialmente en las europeas, con dolorosas derrotas del PSOE, fueron achacadas desde Ferraz a su bisoñez. Y la polémica abierta con la presentación de una moción de censura en Benidorm, localidad en la que su madre es concejal, terminó de socavar su credibilidad ante los ojos de la organización.
Pajín forma, junto a la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, y el portavoz parlamentario, José Antonio Alonso, una especie de triángulo de las Bermudas sobre el que José Luis Rodríguez Zapatero sabe perfectamente que va a tener que actuar. En Ferraz, nadie discute que el portavoz parlamentario aburre hasta a las ovejas y transmite la misma ilusión a sus compañeros del Congreso que el festival de Eurovisión. De la vicepresidenta primera lo más suave que se dice es que está quemada -políticamente hablando-. Y de Pajín, simplemente, que no funciona. No son problemas leves para un partido que se sabe por detrás en las encuestas.
Los próximos seis meses, a partir del 1 de enero, Zapatero no se va a dedicar a otra cosa que no sea lo que, precisamente Pajín, bautizó como parte del acontecimiento planetario: la presidencia de turno de la UE. Desde esa fecha, y hasta julio, toda la maquinaria del PSOE, y de Moncloa, se pondrá a trabajar para que el líder socialista recupere cierto aliento, y de paso, pondrá alguna vela para ver si los brotes verdes de los que habló en su día Elena Salgado van madurando.
Pero después de esa fecha, quien más y quien menos da por hecho que Zapatero hará cambios en su Gobierno. Cabe esperar que el líder del PSOE no cometerá los errores de la última remodelación, publicitada en algunos medios antes de que la conocieran los propios afectados. Zapatero ha demostrado manejar los tiempos bajo su propio criterio, y no cambiará en esta ocasión. Pero la proximidad de las elecciones municipales y autonómicas de 2011 condicionará sus movimientos. «Si el PSOE retrocede en las autonómicas, perderá las generales un año después». La frase pertenece a un destacado cargo socialista. Y el análisis se comparte en la calle Génova. En 1996, Felipe González salió de la Moncloa. Un año antes, el PP había atropellado al PSOE en las municipales y autonómicas.
Con la vista puesta en esas elecciones, a Zapatero no le queda otro remedio que poner toda la carne en el asador para no perder comba en la cita de 2011. Para ello, en Madrid se da por hecho una remodelación del Gobierno y relevos en algunos carteles electorales -Miguel Ángel Moratinos peleará con toda probabilidad por la alcaldía de Córdoba-. Alguna de esas novedades podrían afectar a los tres componentes del triángulo al que hacíamos alusión hace unas líneas. De Fernández de la Vega se dice que podría medirse a Esperanza Aguirre por la presidencia de la Comunidad de Madrid.
¿Y Pajín? Hay quien recuerda el caso de Juan Fernando López Aguilar, candidato europeo 'a la fuerza' . Probablemente la número tres del PSOE no tiene ninguna intención en su horizonte más cercano de aterrizar en la política autonómica sin tener garantías de un triunfo electoral. Y eso, hoy día, no lo garantiza ni siquiera el caso Gürtel. Pero la decisión no será de ella. El que tomará una decisión sobre esa circunstancia es el propio Zapatero. Y lo que tendrá en cuenta, probablemente, será la posibilidad de que Pajín pueda aportar más votos que Alarte.
¿Y eso cómo se demuestra? Lo cierto es que la decisión tendrá que ver más con percepciones que con hechos objetivos. En todo caso, algunos indicios que han comenzado a percibirse podrían ir en esa dirección. A diferencia de Blanquerías, que asegura disponer de encuestas que avalan el crecimiento electoral de Alarte, Ferraz cuenta con algún sondeo que apunta justo lo contrario. Es decir, que el PSPV no sólo no remonta, pese a Gürtel, sino que además la caída es más acusada que en otras regiones.
La sensación que ofrecen las últimas decisiones tomadas por Alarte permiten suponer que el líder de los socialistas valencianos conoce, si no la existencia de esas encuestas negativas para el PSPV, sí que algunos cargos de Ferraz han comenzado a difundir su existencia. Para el caso es lo mismo. Alarte sólo puede responder a esos informes lanzándose a una carrera para aumentar su nivel de presencia pública, tratando así de tapar los argumentos que avalarían su relevo. Sus visitas a distintos municipios, y probablemente la presentación de la querella contra la cúpula del PP, los cabecillas de Gürtel y cinco empresarios, obedecen a esa circunstancia. El tiempo corre en su contra.
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