Esperanto, ligvo oficiala
El idioma que creó el doctor Zamenhoff siempre ha tenido arraigo extraordinario en esta población Paisaje y paisanaje. Cheste, un siglo de vocación por la lengua internacional
VICENTE LLADRÓ
Sábado, 5 de diciembre 2009, 12:24
Los creadores e impulsores del esperanto no han logrado, todavía, su bello sueño idealista de verlo convertido en verdadera lengua internacional, el cauce idóneo para entenderse todala humanidad y ser al mismo tiempo vehículo de fraternidad mundial. Pero siguen en ello, contra viento y marea, esperando que, con su ejemplo de esfuerzos y enseñanzas, un día florezca de verdad la utopía que ideó el doctor polaco Ludovico Zamenhoff, a finales del siglo XIX. Como en Cheste, donde se da el curioso hecho de albergar uno de los mayores índices de población que hablan o entienden el esperanto. Es una historia peculiar que empezó en 1909 en este pueblo valenciano; ahora cumple cien años.
El esperanto nació como un movimiento idealista, ácrata en ciertos aspectos, que propugnaba el igualitarismo, la paz y el entendimiento entre todas las personas. Para ello, el fundador consideraba que un paso primordial era que todos hablaran una misma lengua, porque la existencia de tantos idiomas diferentes constituía la esencia dela enemistad entrelos pueblos. Simplemente por no poder comprenderse. Zamenhoff no pretendía que se abolieran las lenguas maternas, pero sí que floreciera, junto a estas, otra válida para todos.
Un caso único
Rosa Zanón, vecina de Cheste y gran apasionada del esperanto, nos ha explicado muchos detalles del nacimiento de este idioma, de la personalidad de su creador y de su expansión en este pueblo, de la mano de un vecino que lo introdujo en 1909, Francisco Máñez. Además hemos tenido ocasión de conocer a un sobrino de este, Walter Máñez, de 84 años, que luce en la fachada de su casa una inscripción que indica que allí se habla esperanto, rodeando a la estrella verde de cinco puntas (los cinco continentes), símbolo de este idioma internacional.
Walter Máñez es uno de los esperantistas más veteranos de Cheste y explica que su nombre se debe a que sus padres quisieron llamarle igual que un niño austriaco de los que estuvieron refugiados en el pueblo durante la I Guerra Mundial.
Ese espíritu solidario y de ayuda, que hoy está tan generalizado en la sociedad moderna y desarrollada, puede considerarse algo extraordinario en aquellos tiempos, cuando la España rural más pronto sufría necesidades y estrecheces que otra cosa y era más bien la que podía precisar ayudas. Pero Cheste ya era diferente. Por eso triunfó allí el esperanto.
Francisco Máñez, el introductor, era hijo de unos agricultores pobres y tuvo que dejar la escuela a los 10 años por desgracias familiares. Sin embargo tenía inquietudes por aprender, y a los 20 años tuvo conocimiento de que había una lengua internacional que predicaba la paz y la amistad entre los pueblos. Además era fácil de aprender, lo que el hizo pronto, con la intención de que así le resultara más fácil cartearse con personas de fuera del pueblo, incluso del extranjero.
Hay que imaginarse las limitaciones de la época para comprender el mérito de aquel hombre al aprender una lengua sin apenas medios. Pero el entusiasmo con que acogió aquella aventura le permitió ir recabando información y hacerse con una gramática. Fue un autodidacta. Luego tomó contacto con el grupo E-O (siglas del esperanto) de Valencia y comenzó su empeñó por extender el conocimiento del idioma entre sus vecinos.
Rosa Zanón cuenta que Francisco Máñez utilizaba una táctica de picardía para mover la curiosidad de sus paisanos. Llevaba al casino del pueblo las cartas y postales que recibía de personas de todo el mundo a las que escribía, y así todos podían enterarse. Abría las misivas y las leía, provocando la admiración de sus contertulios: «mira, esta llega de Alemania, es de un médico; y esta otra de Polonia, y esta de Londres...» Y así removía el interés de sus amigos, que después lo comentaban en sus casas, y así se fue generandouna gran inquietud en Cheste por conocer un idioma fácil de aprender y que permitía relacionarse con todo el mundo.
El empeño sigue vivo
En la sociedad agrícola del momento, sin coches ni radio (la tele ni se imaginaba), aquello debió significar como la apertura de una auténtica ventana al mundo. Tanto fue el entusiasmo con que anidó la nueva lengua en Cheste que la prensa valenciana de la época ya se refería a «un gran pueblo valenciano donde todos sus habitantes hablan esperanto». Bueno, si no todos, una mayoría.
¿Y qué queda de aquella eclosión? Pues bastante. Hay muchos herederos de aquel espíritu del Cheste Lum-Radio, que se fundó en 1909 y sigue vivo, y del primer congreso eperantista, de 1924.
Rosa Zanón cree que, pese a las modernidades de hoy, deben ser cerca de doscientas personas las que siguen interesadas en el pueblo por el idioma internacional. ¿Podría decirse que el esperanto es casi lengua oficial en Cheste (traducido: 'Esperanto, ligvo oficiala')? No, pero sin duda se sigue dando allí uno de los índices más altos de vocación por la lengua de Zamenhoff. Algo muy llamativo.
A Rosa nos la presentaron como profesora de esperanto. «No, no soy profesora -nos dijo-, sólo una más». Lo que ocurre es que entre todos los que tienen esta afición se enseñan unos a otros, se intercambian conocimientos. Los más veteranos instruyen a los nuevos. Se reúnen con frecuencia, dan clases y cuentan con la total colaboración del ayuntamiento - que les cede locales y otras ayudas- y demás instituciones del pueblo.
Cheste tiene a gala lucir su historia de esperanto, y hasta los que no lo hablan se enorgullecen de ello, y no desisten de aprenderlo pronto. En realidad tienen las puertas abiertas para instruirse cuando quieran. Y no sólo los vecinos de Cheste, sino cualquier persona. Los esperantistas veteranos de la localidad les ayudarán complacidos.
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