Borrar
Dinero

«Sólo hay que ver los bares a la hora del desayuno»

BURGUERA

Domingo, 6 de diciembre 2009, 02:23

Fabricantes de grandes piezas de cristal, ofertantes de equipos integrales de iluminación, profesionales de la serigrafía, almacenistas dedicados a la distribución de alimentos, especialistas en ofrecer maquinaria industrial, en tratamiento antihumedad, transporte pesado, mayoristas de material eléctrico... todos han caído.

Un polígono industrial es un lugar poco hospitalario. Sin embargo, en sus buenos tiempos, no hace tantos años de eso, el de Fuente del Jarro, con cerca de medio millar de empresas, ofrecía un aspecto muy animado. Y ya se sabe que donde hay actividad hay dinero. Gente entrando y saliendo de las fábricas, camiones yendo de acá para allá, máquinas ligeras transportando palés de un sitio a otro y restaurantes con clientela desde las cinco de la mañana hasta media tarde, unos vestidos con mono azul y otros encorbatados mientras cerraban pedidos y negocios con destinos tan variados como el tipo de empresas instaladas en el polígono de Paterna, una de las joyas de la corona industrial valenciana.

El panorama, en dos años, ha variado de manera radical. Es el signo de los tiempos. Polígonos como el Juan Carlos I de Almussafes viven en un 'ay', pendientes de lo que pasará en la planta de Ford. Otros, como el de Manises, se han convertido en una cabeza de puente de los negocios chinos en la Comunitat.

El polígono de Fuente del Jarro se encuentra en plena pelea por sobrevivir a la crisis entre vallas oxidadas, verjas cerradas hace muchos meses, candados en primera línea y carteles, muchos carteles anunciando: se alquila, disponible, traslado, se vende, cerrado...

Por algunos viales del polígono hace tiempo que no circulan los camiones, como prueban las malas hierbas crecidas entre el asfaltado desconchado. Muchas son las fábricas cerradas con nombre y apellido. Y muchas más son las anónimas, naves sin nombre, de fachadas desnudas donde se aprecia la huella de antiguos carteles que advertían de lo que allí se hacía y ya no se hace.

La oferta de naves de todo tipo salta a la vista del conductor. Se ofrecen naves de 800 metros cuadrados, de 1.000, de 3.600 y de 5.000.

El aire de las inmediaciones del restaurante La Jauja II huele a embutido. El establecimiento hace la carne a la barbacoa, un valor añadido, pero no el único. Como la mayoría de restaurantes de la zona, un gran panel en el exterior del local ofrece un menú a precio competitivo. En el interior del restaurante, a las 13.30 horas, hay montadas una treintena de mesas listas para la comida, si bien sólo cuatro están ocupadas. «Estamos aguantando porque creemos que todo esto pasará, pero trabajamos al 50% que hace dos años», indica resignada la responsable del restaurante, uno de los termómetros para medir la actividad en un polígono.

«Es fácil darse cuenta de lo que pasa. Nosotros estamos aguantando bien, pero hay mucha gente pasándolo mal», comenta José Miguel Payá: «Sólo hay que ver los bares a la hora del desayuno. A las cinco de la mañana, antes éramos 20 ó 30 personas, y ahora somos cinco o seis». Este operario señala que la crisis también puede constatarse «en el tráfico de camiones, en el de coches e incluso en la cantidad de sitios para aparcar que hay ahora».

Uno de esos que lo pasan mal es Javier Guzmán, instalado en la barra de un pequeño bar del polígono, cosa rara porque la mayoría de los locales son enormes, con lo que eso supone de inversión. «Yo trabajaba en una nave de repuestos de la construcción, aquí al lado, pero cerraron hace meses», explica. Lo que no puede explicar es por qué está en un bar en mitad del polígono, muy lejos de la casa de sus padres, en Xirivella. «Es que aquí viene la mayoría de gente con la que trato desde hace casi diez años, y me da pena verles que se van a trabajar y yo me quedo aquí, leyendo el periódico o lo que sea, pero es que no tengo muchos sitios donde ir», se justifica mientras da vueltas con una cucharilla a un café solo y frío.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias «Sólo hay que ver los bares a la hora del desayuno»