Borrar
:: FORÉS
Un valenciano fuera de serie
Artículos

Un valenciano fuera de serie

El próximo año se cumple el quinto centenario del nacimiento de Francisco de Borja, la figura cumbre entre lo excepcional que renunció a todos sus títulos por amor a Dios

JOSÉ FORÉS LAHOZ

Lunes, 7 de diciembre 2009, 02:30

Nació en el Palacio Ducal de Gandía el 28 de octubre de 1510. Hijo de Juan de Borja y Enríquez y de doña Juana de Aragón, nieta de Fernando el Católico, está considerado como el más preclaro de los Borja. Nos referimos al Santo del Imperio, Francisco de Borja, de quien el próximo año se cumple el quinto centenario de su nacimiento.

Con tal motivo, la ciudad cuna del insigne personaje y la villa en donde dejó patente su huella evangelizadora, además del medio centenar de pueblos borgianos, se disponen a celebrar con todo esplendor este acontecimiento. Adhiriéndose al mismo, la Santa Sede ha declarado en la diócesis de Valencia seis templos jubilares, entre los que destacan los de Gandía y Llombai, poblaciones ambas -hermanadas desde que en 1972 se celebró el IV Centenario de la muerte del santo- en las que se prepara una intensa programación de actos conmemorativos en honor de quien «nació para servir».

«¿Cómo era San Francisco de Borja?», se preguntaba en 1972 un modesto escritor rural (labrador y filósofo), nuestro inolvidable amigo Rafael Durá Marín, cuya pluma, exaltada por Salvador de Madariaga, José Mª Pemán, Luis Ponce de León, Francisco Umbral, Martín Domínguez..., se anticipó -a través de una novela biográfica publicada en 1931, «¡Quería ser padre, pero no de hijos!»- nada menos que a Papini en su teoría acerca del apocalíptico día del Juicio final, como así lo desveló el arriba firmante en un artículo en ABC el 17.2.2004. «Sabemos que renunció a todos sus títulos y señoríos por amor a Dios y entró a fregar platos en un convento de jesuitas en Roma; que dejó la caza, su afición predilecta, y su caballeriza en Gandía, de las mejores de España, para luego pedir limosna por las calles.».

Y -agregamos nosotros- abandonó también la música y la literatura, disciplinas en las que brilló. Como músico contribuyó mucho, sin duda alguna, al desarrollo de la polifonía española del siglo XVI, en opinión del compositor y musicólogo Bernardo Adam Ferrero. Entre sus obras sobresale una Misa a cuatro voces, sin Gloria ni Credo, y un drama litúrgico, 'La Resurrección', compuesto de ocho motetes, «de valor estético de primer orden», según la revista Etudes, de París.

En cuanto a su faceta de literato, en su libro 'Escritores del Reyno de Valencia' (1747), Vicente Ximeno incluye un catálogo de 31 títulos, figurando como el primero de los publicados 'Breve Tratado de la propia Confusión', en el que muestra los caminos por donde puede llegar el hombre a conocer su propia confusión.

En su intento de adentrarse en la vida fascinante de quien él consideraba «un valenciano fuera de serie», el reputado periodista José Antonio López Corts ('Lopezito'), en su columna 'Micalet, hora cero', que firmaba con el seudónimo 'Tirant lo Blanc', en la nostálgica Hoja del Lunes de Valencia del 20 de septiembre de 1982, explicaba: «Francisco de Borja, para el que Carlos V convirtió en marquesado la baronía de Llombay, que eran tierras pobladas de moriscos junto al río Magro y a las que el marqués repobló con cristianos de la vega baja del Júcar, aumentó las rentas de los cuatro pueblos que lo formaban, construyó un convento de dominicos, del que fue primer prior el beato Juan Mycon y otros diez frailes, entre los que se encontraba el más tarde san Luis Bertrán». Era, sin ninguna duda, la figura cumbre entre tanto Borja excepcional, cuyo apellido fabuloso y universal es el nombre mismo de la ciudad fundada por los celtíberos el año 930 antes de Jesucristo al sur del Ebro, que significa «lugar apacible». Borjias para los moros; para los españoles, Borja.

En su testamento, la cláusula primera dice textualmente: «Per quant es mon intent per la gracia del Señor de viure i servir a Nostre Señor Deu de aquí al davant tot lo temps de ma vida.». En valenciano, señores Cucó, Lerma, Ayuso y demás ilustres hermanos de la secta antivalenciana catalanizante, aclaraba Tirant lo Blanc. Y concluía: «No está de más recordarles -como anécdota, claro- que este valenciano insigne estuvo tres años y diez meses en Barcelona, como virrey y teniente general de Cataluña y del Rosellón, a partir del 20 de junio de 1539». Y -añado yo- sin hacer ascos del artículo neutro 'lo', hoy proscrito por los catalanistas y, en especial por la innecesaria AVLL, amén del Gobierno valenciano y -curiosamente- por sus adversarios, los políticos de la izquierda.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Un valenciano fuera de serie