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Elogio médico de nuestras naranjas

El autor recoge afirmaciones y estudios de diversos médicos sobre los cítricos para reivindicar sus propiedades curativas

JOSÉ FORÉS LAHOZ

Domingo, 27 de diciembre 2009, 01:20

Digo elogio médico de nuestras naranjas -las valencianas, por supuesto-, porque a las naranjas valencianas en particular han brindado sus panegíricos eminentes médicos e investigadores. Amén de los estudios realizados por los científicos valencianos Santiago Grisolía y Eduardo Primo Yúfera acerca de los cítricos y sus excelencias vitamínicas, el llorado doctor Juan Gil Barberá (que en su difícil etapa de presidente de Lo Rat Penat, en la década de los ochenta, dio a esta "societat d'amadors de les glòries valencianes" un espectacular impulso innovador), puericultor y pediatra con reconocimientos y distinciones internacionales, el 'Marañón' valenciano (como así lo calificamos nosotros en un artículo en ABC en 1998), dedicó buena parte de su obra literaria a exaltar nuestras naranjas.

En el trabajo titulado 'Taronges valencianes', incluido en el libro 'Gent menuda' (1984), nuestro inolvidable amigo Gil Barberá -hijo ilustre del ribereño pueblo de Catadau, tierra natal de otro gran defensor de los cítricos, Leopoldo Ortiz- nos ofrece una apasionada loa de la naranja valenciana, de la que dejó dicho que, de todas cuantas se producen en el mundo, es la más rica en vitaminas y sales minerales.

Cuenta el que fuera prestigioso médico de niños su estancia en Polonia con motivo de un curso de Pediatría Social al que asistió como único representante de España, junto a un grupo de cincuenta médicos de diferentes países. Durante su visita a una guardería infantil, en Bialystok, la ciudad oficial de la frontera rusa, le llamó la atención ver que cada niño tenía delante, en la hora de la comida, un vasito con una pequeña cantidad de un líquido amarillento. Al preguntar de qué se trataba, el profesor Gornicki, catedrático de pediatría de la Universidad de Varsovia, que acompañaba a los galenos, se dirigió a la cocina y al punto salió con una naranja en sus manos, diciéndole: «Ve usted, amigo mío, este producto es de su tierra, nosotros lo compramos a precio de oro para que nuestros niños puedan tomar vitamina C natural; con las magníficas naranjas y el sol que ustedes tienen podríamos evitar a nuestros niños muchas enfermedades infecciosas».

El doctor Gil Barberá quedó sorprendido; primero por la naranja, y después porque la misma llevaba impresa su procedencia y marca: 'Valencia'. Aquello fue para él «una gran lección», y le sirvió para meditar sobre la actitud de «nuestras madres, que tanto insisten en administrar vitaminas artificiales y sintéticas a sus hijos, cuando las naturales son más eficaces y activas». Porque, en su opinión, una de las principales propiedades de la vitamina C es la activación y ayuda que confiere al sistema inmunitario para acelerar la formación de anticuerpos. Igualmente recomendaba el consumo de naranjas «en todas las edades», bien en forma de zumo o degustándolas gajo a gajo, diariamente.

Concluyente es asimismo la apología que el doctor Marañón dedicó a la naranja, escrita en los años cuarenta y que en 1963 publicó el Sindicato Nacional de Frutos y Productos Hortícolas, 'Elogio médico de la naranja'. En 1997 la Generalitat Valenciana, a través de la Conselleria de Agricultura y con el título 'Taronges. Penegiric del Dr. Marañón', recuperó este importante documento histórico, que editó en lengua valenciana, la que entonces, adoptando las normas de la RACV estaba vigente en determinados departamentos autonómicos gracias al coraje de González Lizondo y sus sucesores. En dicho texto, el insigne médico y literato nos dice que la naranja contiene una considerable proporción de las "misteriosas e imponderables vitaminas, que comunican al organismo virtudes físicas y funcionales insospechadas", razones que le inducen a afirmar que la naranja constituye un elemento fundamental de nutrición de los niños, por lo que si éstos consumen suficientes naranjas "no tienen porqué tomar los tónicos pomposos que los médicos recetan".Y aconsejaba a los españoles consumir en mayor cantidad la dorada fruta.

Por su parte, el célebre premio Nobel, doctor Linus Pauling, precisó que los cítricos contribuyen a combatir eficazmente la gripe, y el investigador sueco Leif Solomonsen llegó a la conclusión de que la naranja española es la más rica en vitamina C.

Aunque el espaldarazo más impresionante recibido por la naranja lo fue con ocasión de la más prodigiosa aventura que jamás conociera la humanidad: la llegada del hombre a la Luna, en 1969. Durante el viaje espacial la dieta de los astronautas Armstrong, Aldrin y Collins estuvo compuesta, como alimento básico, por zumos de naranja y pomelo, "para mantener en forma el corazón y poder cumplir con el duro programa de su trabajo". "La naranja, en la Luna", titularíamos en 1972 uno de los artículos que mayor satisfacción nos han deparado en nuestra vida.

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