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EL PADRÓN VALENCIANO HABLA EXTRANJERO
Comunitat

EL PADRÓN VALENCIANO HABLA EXTRANJERO

BEATRIZ LLEDÓ

Domingo, 17 de enero 2010, 11:16

Ni Jordi, ni Amparo, ni Guillem. Los nuevos valencianos responden a nombres como Mohamed, Abdul y Edwin. En el barrio de Ruzafa se reza a Alá. En las calles de Castellón se habla rumano. Los kioskos de la Marina venden 'The Times'. Y es que seis de cada 10 empadronados en la Comunitat son inmigrantes. De casi 55.000 personas que en 2009 pasaron a formar parte de la población valenciana, más de 35.000 han nacido a miles de kilómetros de ella.

En 19 municipios de la geografía valenciana hay más habitantes extranjeros que autóctonos. La Comunitat es la tercera autonomía de España en número de inmigrantes. Sólo la superan Madrid y Cataluña, donde esta semana han saltado todas las alarmas. El Ayuntamiento de Vic ha aprobado por mayoría una norma que impide el empadronamiento en el municipios de los sin papeles. Argumentan que la medida persigue «poner orden, avanzar en la integración de la inmigración y poner a las personas inmigradas dentro de la comunidad». Torrejón de Ardoz se sumó el viernes a la restricción de Vic.

Las reacciones en la Comunitat no se han hecho esperar. «Nos parece una medida muy fuerte, que atenta contra los derechos humanos de las personas», opinó el secretario general de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP), José Antonio Redolat.

Bing Xi Lin llegó a Valencia en 2007. El viaje desde China fue largo pero la recompensa, impagable. Aquí la esperaba su madre, que se instaló en la Comunitat hace cinco años y abrió una peluquería. Vive con ella y con cinco personas más en una casa alquilada por la que paga 500 euros al mes. «Mi padre y mi hermano siguen en mi país. Ojalá puedan venir lo antes posible. Los echo mucho de menos», confiesa esta joven de 22 años. Su sueño ahora es traer a los suyos.

El veto a los ilegales condenaría a los familiares de Bing Xi Lin y al resto de inmigrantes que carecen de permiso de residencia a no poder acceder a la sanidad, educación y otros servicios sociales. «El empadronamiento es un acto muy importante porque de él se derivan unos derechos y deberes para cualquier residente en nuestra Comunitat», defendió el conseller de Solidaridad y Ciudadanía, Rafael Blasco.

Ayuntamientos como el de Torrevieja, donde más de la mitad de su población es extranjera, tienen mucho que decir en el asunto. «Nosotros no nos hemos encontrado con ninguna dificultad. Al contrario. Nuestro objetivo es integrar a los inmigrantes lo mejor posible», aseguraron desde el Consistorio alicantino.

No todos comparten esta opinión y la estela de Vic podría extenderse por algunos puntos de la Comunitat. Los concejales de España 2000 en Silla y Onda ya han presentado mociones pidiendo que no se inscriba en el padrón a los sin papeles. «En San Fulgencio también puede lanzarse una propuesta similar», afirmó el presidente del grupo político, José Luis Roberto. Precisamente, San Fulgencio es el único municipio español en el que el inglés es la lengua más hablada. El 77% de sus habitantes son foráneos.

Hay más datos que ayudan a comprender la dimensión adquirida por el fenómeno de la inmigración en los últimos años. Alicante es, con un 24%, la provincia con mayor proporción de extranjeros sobre su población total. Además, el 87% de localidades de la Comunitat tienen más de un 5% de inmigrantes entre sus habitantes. A día de hoy, el número de municipios valencianos que no cuenta con ningún inmigrante entre sus vecinos es muy escaso. Castell de Cabres, Palanques y Villamalur son tres de los 12 puntos sin extranjeros de la Comunitat.

La pregunta que surge es inevitable. ¿Cuánto gasta la Comunitat para acoger a cada uno de ellos? El Consell invierte cada año más de un billón y medio de euros en políticas de atención al inmigrante. Los 882.000 extranjeros instalados en la Comunitat suponen un coste de 500 millones en educación, 12,6 en vivienda, 20,91 en acogida e integración, 982 en sanidad, y 9,74 millones en políticas de bienestar.

Mariuxi es un ejemplo de la atención que, como cualquier ciudadano valenciano, recibe un inmigrante en la Comunitat. Esta joven ecuatoriana de 27 años tuvo a su segundo hijo en Valencia hace unos meses. Acudió a un hospital público para seguir su gestación. Y pese a no tener dinero y haber sido abandonada por su marido, se aferró a las ayudas de Provida para tener a su hijo. «Tuve mucho apoyo y no pensé en abortar», afirma contenta.

En total, el Consell destina cada año 1.727 euros por extranjero. El Gobierno central, sólo 26 por persona. Y la aportación puede bajar este año hasta los 13 euros, cinco menos que la media nacional. Por eso, el Consell exige el triple de financiación para gestionar las políticas destinadas a los inmigrantes. La cantidad resulta escandalosa si se compara con la que reciben otras regiones. «Extremadura y Castilla-La Mancha ingresan 54 euros, 45 Cantabria, en Aragón perciben 40 euros y 36 en Cataluña. La mayoría de ellas tienen mucha menos población extranjera que la valenciana», denunciaron desde la Conselleria.

Ahogados

Las arcas municipales aún se resienten más en tiempos de crisis. «Los Ayuntamientos valencianos están ahogados. El recorte en los ingresos procedentes del Estado afecta a los servicios que se ofrecen a los ciudadanos», alertó Redolat. Las administraciones locales necesitan más dinero para atender a sus vecinos extranjeros. Prueba inequívoca de ello es que las peticiones de ayuda se han disparado. 154 Ayuntamientos de la Comunitat recibieron en 2009 subvenciones del Consell para la acogida e integración de inmigrantes, lo que supone el doble de localidades que dos años antes.«La previsión para este año es que haya aún más solicitudes», vaticinó el secretario de la FVMP.

Muhamad Nawaz dejó Punjabi, la ciudad que le vio crecer, en busca de una vida mejor. Hoy regenta un locutorio en el barrio valenciano de Ruzafa. «En España hay más trabajo y se vive mejor», confiesa este indio de 34 años tras el mostrador del negocio.

La esperanza de lograr un empleo es uno de los principales motivos que les anima a dejarlo todo en su país. La mujer y la hija de Muhamad viven en Barcelona. Espera poder estar pronto junto a ellas. De momento, aquí sólo tiene «dos o tres amigos». Asegura no conocer mucho de Valencia. «Me paso el día en el trabajo y cuando salgo voy a rezar a una mezquita, que está muy cerca», cuenta.

La capital de la Comunitat acoge a un número muy importante de inmigrantes. 11 de sus 85 barrios cuentan con más de un 20% de extranjeros. «Es una de las que va más ajustadas por el recorte estatal», resaltó Redolat. Desde la Concejalía de Bienestar Social reconocieron que han tenido que hacer un «sobreesfuerzo y aumentar la partida presupuestaria destinada a su asistencia». Sólo en el último año, el Ayuntamiento de Valencia ha tramitado alrededor de 2.000 expedientes de ayudas de emergencia para este colectivo.

El barrio de Ruzafa se ha convertido en el hogar de la mayoría de musulmanes que viven en Valencia. Sus vecinos se saludan con un 'salam malekum', los letreros de las tiendas figuran en alfabeto árabe y las mujeres lucen sus hijab. A sus 19 años, Bennequi Walid está al mando de una carnicería de la calle Dénia. Dos años después de trasladarse a la Comunitat desde Orán, ya habla un castellano perfecto y tiene una novia valenciana. «Me siento muy bien aquí, sobre todo en esta zona», relata.

Las calles próximas a la Estación del Norte se han transformado en una pequeña Chinatown al más puro estilo neoyorkino. Restaurantes chinos, peluquerías, tiendas de reparación de móviles y supermercados se han asentado en esta zona en los últimos años.

Ensi Zhan trabaja en un local de móviles en pleno centro de la ciudad. «Mi abuela lleva aquí 20 años y yo me vine a estudiar un ciclo formativo», explica esta joven de 19 años.

Ensi Zhan sueña con encontrar un empleo «relacionado con la estética» y asegura que le encanta ir de compras por la calle Colón. «Me gustaría quedarme toda la vida aquí», admite.

Unión Europea

La crisis económica ha repercutido en una ralentización en la llegada de inmigrantes pero la cifra de personas extranjeras que han fijado aquí su residencia «ha aumentado en 35.000 en un año», manifestó Blasco.

En la actualidad, el 55% de la población extranjera residente en la Comunitat procede de países de la Unión Europea. Su principal motivación es disfrutar de su jubilación. 121.000 ingleses han elegido las costas valencianas para establecer su segunda residencia.

Del otro 45%, destacan los más de 72.000 marroquíes que viven en la Comunitat. Mohamed intenta subsistir en Valencia gracias a su negocio, una pequeña peluquería para caballeros. Este marroquí de 34 años reconoce que quiere regresar a su país. «No gano mucho. Llevo tres años aquí pero me quiero volver», admite. Otras de las nacionalidades más presentes en la geografía valencianas son las procedentes de Suramérica. 51.000 ecuatorianos y 44.000 colombianos intentan forjarse un futuro en la Comunitat. Edith Caisedo, una colombiana de 44 años, lleva ocho años en Valencia.

Pero añora su país. «Aquí hay más tranquilidad pero yo nací en Colombia y la echo de menos», reconoce.

Las estimaciones del último Informe Anual de la Fundación CeinMigra sobre Migraciones y Desarrollo revela que, en 12 años, más de 1,8 millones de extranjeros se habrán establecido en Alicante, Valencia y Castellón.

Zhang Yong Giang vive en Valencia junto a su mujer y a sus dos hijas pequeñas. Lleva 10 años en la Comunitat y desde hace dos trabaja en una tienda multiprecio de la calle Matemático Marzal. «Me gusta casi todo de aquí. El clima es muy parecido al de China. Lo único que me ha costado un poco más es el español, que es muy complicado», afirma Zhang, que trabaja más de 12 horas al día. A sus hijas, en cambio, les resulta fácil. «Saben hasta valenciano porque lo aprenden en el colegio», afirma.

El estudio de CeinMigra alerta de que España necesitaría la entrada de 1,3 millones de inmigrantes más, de aquí a 2025, para reemplazar la población en edad laboral que alcanzará la edad de jubilación.

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