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JOSÉ LUIS BENLLOCH
Sábado, 30 de enero 2010, 02:22
Ha dicho Jesulín que iba a torear de nuevo y los empresarios le han salido al encuentro. No le han regateado ni honorarios ni categoría. Su doble faceta de torero y personaje sigue interesando y lo que pretendía ser una celebración amable y breve de su veinte aniversario del alternativa -Nimes, septiembre de 1990- se está convirtiendo en una temporada seria en la que pisará plazas de responsabilidad: Vistalegre en Madrid, Castellón, Valencia, Barcelona, Nimes, Alicante. y lo que venga, tal ha sido el revuelo.
«Yo pido y ellos me lo dan», comenta orgulloso cuando le preguntas por su cambio de planteamiento y amaga en clave de ironía: «Además como me he comprado una casa y la tengo que pagar, tendré que torear», bromea entre risas mientras me insiste en que la compra es cierta, una casa en una urbanización de Arcos de la Frontera.
Ha aparecido para la entrevista fatigado pero magro. Indumentaria diría que muy jesuliniana, mezcla entre deportiva y torera, un polar y una calzona. Comienza a adivinarse la tensión de la actividad. La reaparición es el 20 de febrero en la madrileña plaza de Vistalegre, coso cubierto, en lo que se ha dado llamar Feria de Invierno que inicia su andadura para ofertar toros a la capital de España mientras Las Ventas permanece cerrada siguiendo el calendario tradicional.
«Cuando digo voy adelante es con todas las consecuencias, para atrás ni para coger impulso», dispara Jesús cuando le advierto que Vistalegre no deja de ser Madrid y tendrá que meter el hombro. «También estaré en Valencia que es plaza de primera, en Castellón que es mi tierra y plaza importante, en Barcelona. hay muchas cosas» y cuando le recuerdo que en principio dijo que sería una temporada breve aclara: «Desde que dije que iba a torear los empresarios comenzaron a llamarnos, ofrecían cosas buenas y económicamente aceptaban las condiciones sin problemas, así que le dije al apoderado que tirara millas. La casa de Arcos es otro argumento para motivarme, hay que pagar», insiste en el argumento.
La acogida que le están dispensando las empresas no le ha sorprendido: «Cuando uno se va con dignidad y estando arriba lo lógico es que luego sea bien recibido cuando vuelve. Otra cosa es como termine ahora. En cualquier caso les agradezco la acogida. No he tenido ni que levantar el teléfono para pedir toros». Los toreros cuando se retiran no se encuentran y suelen agriar el carácter, Jesús asegura que después de dos años de descanso no ha sido su caso. «Me puse comodón. Hice de todo menos torear. Me dediqué a la familia, a viajar, cazar.» y si sentía alguna inquietud nos consta que iba a los tentaderos. «¿Sabes lo que más me ha sorprendido en este tiempo?... lo tranquilo que se puede ir a una plaza de toros. Siempre iba con la tensión de torear y no conocía esa sensación de sentarte en un tendido sin ninguna responsabilidad».
El miedo para la plaza
Los toreros vuelven a los ruedos o por dinero o porque artísticamente se les ha quedado algo pendiente o por disfrute.»"Por dinero no vuelvo pero si lo gano lo quiero y pendientes sí se me han quedado muchas cosas en el toreo, pero desgraciadamente no las voy a conseguir ahora porque no voy a estar en esos escenarios». No se puede ser más sincero: «Si hablamos de dinero en serio te diré que volver me va a merecer la pena, es la compensación a haber adquirido compromisos mayores de los que tenía previstos, el toro que me va a salir en Valencia es un toro importante y serio, igual que la presión que voy a encontrar en esa plaza y en otras y eso se compensa con dinero. En ese aspecto se me han roto los esquemas, yo pretendía una celebración más amable aunque no hubiese dinero».
Jesús apura estos días la puesta a punto. Cada torero tiene su método. El de Ubrique se centra en la preparación física y en los tentaderos. De momento con magníficos resultados. Ha perdido doce kilos, ha recuperado los automatismos en sus movimientos frente al toro y los engaños comienzan a volarle en las manos con la obediencia que lo hacían antes de la retirada.
A diferencia de otros compañeros no quiere matar toros a puerta cerrada y lo explica con su gracejo habitual. «El valor lo guardo para las plazas», así que machaca todas las ganaderías de la zona toreando becerras en busca de la templanza en la que siempre basó su toreo.
«Yo sé lo que tengo que hacer en las plazas, jugármela y si me siento fuerte y noto que los engaños se mueven a compás me resultará más fácil», aclara, mientras que su apoderado Pepe Luis Segura que dirige también a El Cordobés asiente y marca diferencias entre sus pupilos: «Manuel en cambio tiene comprados más de veinte toros. Todos los días mata dos como si fuese una corrida, es lo contrario que Jesús» y los presentes rememoran costumbres parecidas de otros grandes como Antoñete o Ruiz Miguel que tampoco solían estoquear toros en la puesta a punto con el mismo argumento: «Bastante miedo se pasa ya en la plaza». Habla desde Ambiciones, donde el ritmo de vida se ha acelerado.
Hoy hay tentadero, los vaqueros encierran las becerras y preparan el caballo de picar, los periodistas del corazón siguen haciéndole la espera en la puerta con los teleobjetivos armados y los micros prestos, los amigos del toro encontramos su proverbial afabilidad y Jesús se maneja con la naturalidad de siempre.
Paparazzi en la puerta
«Siempre están ahí, las veinticuatro horas, ya me he acostumbrado pero no quiero partir mucho bacalao con ellos» y cuando le digo que con la reaparición los va a tener mas cerca asiente: «Si vienen a la plaza me parecerá bien, será por mi profesión y eso me agrada más que verles ahí en la puerta».
Según se acerca la fecha le faltan horas para torear. No va a tener ni que ir al sastre. La pérdida de peso le ha permitido evitar esa visita, le sirven los vestidos de su etapa anterior, incluso habrá que meterle las costuras para compensar la reciente perdida de peso, doce kilos son mucho. El que no tocará es el que usó la tarde de su adiós en Zaragoza, cuando se arrodilló y besó la arena que tanto le ha dado en la vida. Fue muy emotivo, rodeado de los suyos, con las polémicas aparcadas.
Jesús niega que su vuelta a los ruedos suponga una traición a las emociones vividas en aquel adiós y lo razona: «Es que no vuelvo para hacer temporada. Sólo voy a conmemorar mis veinte años de alternativa y me da igual torear diez que veinte. A lo mejor toreo cinco corridas y si no me encuentro bien digo hasta aquí llegué. No se trata de competir».
-Pues tu apoderado ya ha firmado veinte tardes y tiene muchas más ofertas.
-Lo sé y también he dicho a muchas que no. Agradezco la acogida que me han dispensado las empresas pero no. En Sevilla me han ofrecido una tarde con Morante y en farolillos y mi apoderado ya sabe mi respuesta.
Y Jesulín se niega a ser más explicito dando a entender que no va a aceptar aunque tengo la sospecha de que el apoderado, que conoce la sicología de su torero, cree que puede que cambie de opinión, en muchas ocasiones, muchas, su corazón de torero se impone a otras razones más prudentes y acaba aceptando los envites, así que Pepe Luis anda dándole largas a los empresarios antes de dar un no rotundo.
-Hay muchas plazas a las que no voy a ir, aunque me den el oro y el moro.
-Veremos.
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