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RAFAEL MÁRQUEZ
Martes, 11 de mayo 2010, 13:14
Al entrar en el auditorio del Palacio de Congresos de Valencia el sábado 8 de mayo a eso de las 20:45 de la tarde ya sabíamos que el lleno estaba asegurado, puesto que días antes se había colgado el cartel de ENTRADAS AGOTADAS, y eso ya era un buen presagio. Publico variado de edades que iban desde los pocos años (con los que Ismael entabló un divertido diálogo) hasta los padres de las criaturas (a los que les dedicó uno de sus temas) y en general muchos fans del cantautor madrileño, aunque la más destacable era la masa de treintañeros, que han crecido con Ismael Serrano en sus vidas.
Presentaba su noveno trabajo en el que te invita a no dejar pasar todo eso que te rodea, que es tu vida y que a veces olvidamos embarcados en causas mayores. Titulado 'Acuérdate de vivir' y fiel a su público y a su manera de escribir y componer, Ismael Serrano hace que esta fidelidad sea devuelta con creces por el público que le acompaña concierto tras concierto con una complicidad difícil de igualar. La primera sorpresa del público presente, como suele suceder, fue al entrar al auditorio observar la puesta en escena que más parecía la sala de estar de la propia casa de Ismael Serrano, o de cualquier casa de Madrid, que un escenario. Lámparas, barra de bar, teléfono, baúl, alfombras y hasta un reloj de carillón que llevaba inscrita la vieja leyenda en latín 'Memento vivere' (Acuérdate de vivir), cualquier cosa, en definitiva, para hacer de aquel espacio un lugar acogedor. Pero sobre todo destacaba ese sofá de piel que ya se podía ver en el video clip de presentación del single Podría ser en el que el cantante se sentó en algún momento de la actuación para cantar alguno de sus temas.
Acompañado magistralmente de sus inseparables Javier Bergia, Fredy Marugán y Jacob Sureda, el cantautor vallecano interpretó temas de su último CD, Podría ser, Te vas, El espejismo o No reconozco, con su voz peculiar, cálida y vibrante todos ellos hilados por una historia que Ismael va contando a su público, historia que tenía que ver con la vida cotidiana en su escalera de vecinos, que podría ser la de cualquiera. Estas historias contadas, todas ellas con un toque de humor, raro de pensar oyendo su música, antecedieron también a sus grandes temas como Caperucita, La extraña pareja o Si se callase el ruido, aunque es difícil no destacar un tema, ya que sus tres horas de concierto, y leen bien, tres horas de concierto dieron para mucho. Las palmas acompañaron en muchas ocasiones a los temas para acabar echando humo al finalizar el concierto con todo el público ovacionándolo en pie.
Pero no podía acabar la noche así, y volvió a aparecer Ismael Serrano sin que ya el público se sentara en sus asientos, completamente emocionado, cantando en un karaoke multitudinario, llegando los momentos más vibrantes y apoteósicos de la noche con los míticos Tierna y dulce historia de amor y ese Papá cuéntame otra vez que no hubo ni uno en el Palacio de Congresos de Valencia que no lo coreara como himno generacional que es.
En definitiva algo menos revolucionario que no comprometido, aunque no faltó una sincera defensa a la persona del juez Baltasar Garzón, y más costumbrista, Ismael Serrano hace que el pago de la entrada parezca barato, no como suele suceder con otros artistas que hacen del a subida a un escenario un trámite que les permite cobrar su caché muchas veces no justificado, no es este el caso, puesto que para Ismael Serrano un concierto es una forma de reencontrarse con su público, sus amigos o su familia. En definitiva alguien cercano y sincero.
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