Los delfines del Oceanogràfic hipnotizan a dos pilotos de F-1
Bruno Senna y Karun Chandhok, pilotos del Hispania Racing, visitan l'Oceanografic
M. RODRÍGUEZ
Viernes, 25 de junio 2010, 00:17
Cuenta la mitología que las sirenas, bellas mujeres con cuerpo de pez, tienen la capacidad de hechizar con su canto a los marineros. Con menos armas de seducción, los delfines del Oceanogràfic han hipnotizado hoy a los pilotos Bruno Senna y Karun Chandhok. Antes de pisar por primera vez el 'Valencia Street Circuit' para sentarse delante del volante de los Hispania, ambos corredores de Fórmula 1 pudieron tocar y alimentar a estos inteligentes mamíferos marinos.
Senna y Chandhok, como la mayoría de los pilotos que disputarán el Gran Premio de Europa de Fórmula 1, aterrizaron ayer por la noche en Valencia. Los pilotos llegaron al Oceanogràfic con una pequeña maleta y todavía vestidos con ropa de calle. Quedaba poco para que se enfundaran el mono. "Ahora vamos al cicuito, no podemos", contestó el brasileño cuando alguien les ofreció meterse en el agua con los delfines.
"¿Cómo se llaman? ¿Flipper?", bromeó Chandhok en inglés. Cuando apareció Héctor, uno de los monitores del recinto lúdico, y empezó a interactuar con los animales, cinco ejemplares nacidos en el Oceanogràfic, las pupilas de ambos pilotos se dilataron. El encantador de delfines usaba los brazos para que los delfines saludaran, hicieran como que caminaban sobre el agua y realizaran saltos mortales. "No, yo no quiero tocar el pescado", rechazó Senna cuando le ofrecieron dar de comer a los mamíferos. Al final acabaría alimentándolos sin tanto reparo.
Arenques y capelines. Este es el menú de los delfines. "Suelen comer seis kilos de pescado al día, aunque depende del animal. Por ejemplo, las hembras llegan a consumir hasta catorce kilos cuando están en proceso de gestación o amamantando a sus crías", explicó Héctor a Bruno Senna, que ya se defiende en castellano y que se mostró sumamente interesado tanto en los métodos de entrenamiento como en la vida de los mamíferos marinos.
Domesticarlos parece que resulta más sencillo que domar un monoplaza de Fórmula 1. Los pilotos del Hispania sonreían cuando, con sus tímidos movimientos, lograban que los delfines realizasen las piruetas. "¡Mira, si ya me obedecen!", comentó Chandhok con una de las responsables de comunicación del Hispania, antes de entregarle una cámara: "Hazme una foto con uno de ellos y luego te tomo yo otra".
Para entonces, los pilotos ya habían acariciado a los delfines y Héctor les había explicado las diferencias entre macho y hembra.
"¿Quereis mojaros?", avisó el monitor. La comitiva dio unos pasos hacia atrás, insuficientes para esquivar todo el chaparrón. Dos delfines se habían coordinado para ejecutar sendos saltos mortales. Los pilotos de Fórmula 1 estallaron en carcajadas. Para entonces, la grada se había llenado de niños. "¿Os vais a quedar al espectáculo?", preguntó una empleada del Oceanogràfic. "No, tenemos que marcharnos enseguida", respondió la responsable de comunicación de la escudería española.
El sueño se había acabado. "Volved cuando queráis", invitó Héctor, que se pasó más de diez minutos charlando con Bruno Senna. No hablaron de Fórmula 1. El brasileño tuvo un paréntesis en un fin de semana donde cada segundo, tanto fuera como dentro de la pista, vale su peso en oro. Entrevistas, compromisos publicitarios, calificaciones, vueltas en carrera... todo un aluvión de responsables donde el tiempo cuenta hasta su mínima expresión.
Los delfines fueron capaces de parar el reloj y los dos pilotos se sintieron entre ellos como pez en el agua... aunque sin zambullirse en la piscina. Seguro que se hubieran quedado un ratito más con los animales, pero en le propio Oceanogràfic ya les esperaban algunas cámaras de televisión para hacerles las primeras entrevistas del fin de semana. "Muchas gracias por todo, chicos". Así se despidió Bruno Senna de unos animales infinitamente menos hostiles que los rivales con los que se medirá desde el sábado sobre el asfalto del 'Valencia Street Circuit'.
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