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EFE
Miércoles, 16 de marzo 2011, 22:14
Matías Tejela ha cortado hoy una oreja en el quinto festejo de la Feria de Fallas pero ha dejado escapar una magnífica oportunidad de reivindicarse en el inicio de la temporada ante un buen ejemplar de Fuente Ymbro, el segundo de su lote, que mereció algo más.
FICHA DEL FESTEJO: Se han lidiado seis toros de la ganadería gaditana de Fuente Ymbro, bien presentados y de aceptable juego, especialmente el quinto y el sexto, que destacaron sobre el resto por su nobleza y recorrido.
Curro Díaz: media estocada y descabello (palmas); y estocada (palmas).
Matías Tejela: Tres pinchazos y estocada tras aviso (silencio); y estocada tras aviso (oreja).
Rubén Pinar: pinchazo y estocada (palmas); y dos pinchazos y media estocada (palmas).
La plaza ha registrado media entrada en tarde fría y ventosa. Curro Díaz ha sido prendido por el vientre y el muslo derecho al entrar a matar al cuarto, pero no ha resultado herido a pesar de los varetazos y de haber caído cabeza abajo. Ha permanecido en el ruedo. Manuel Zamorano se desmonteró tras banderillear al quinto.
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Se fueron vivos los Fuente Ymbro
El quinto festejo de la Feria de Fallas se cerró con un pobre balance -un solo trofeo para Matías Tejela- a pesar del buen juego y las posibilidades del ganado de Fuente Ymbro, que tuvo seriedad, presencia y fuerza, y que mereció mayor entrega por parte de la terna, más aún en el inicio de la temporada.
A Tejela le correspondió en suerte el mejor toro de la tarde, el quinto, que no tuvo demasiada fijeza en el inicio del trasteo pero que se vino arriba en cuanto tomó la muleta. El animal repitió hasta la saciedad y humilló lo necesario para permitir el lucimiento. Tuvo especial recorrido por el pitón izquierdo, pero el madrileño fundamentó su labor sobre la diestra, con la que encadenó algunas tandas con cierta cadencia y vistosidad.
La faena, sin embargo, no cumplió en absoluto las expectativas creadas, no rompió; y es que tuvo demasiados altibajos, faltó pulcritud y cierto orden en un trasteo que no cobró importancia y que, a la postre, fue insulso. El matador se adornó, pero no mandó. Esa falta de transmisión y hondura se hizo patente también en el segundo, un animal que quizá duró menos que el quinto, pero que se iba al trapo antes incluso de citarlo.
También se pudo haber anotado un triunfo Rubén Pinar de haber andado fino con el estoque, pues apuntó buenas maneras con el sexto, un animal que peleó bien en varas y que embistió con franqueza.
Cierto es que el manchego -que brindó este ejemplar a la Fallera Mayor, Laura Caballero- tampoco se entendió demasiado bien con él, que lo toreó de dentro a afuera y que no alcanzó el nivel de compromiso que el toro requería, pero se hartó de pegar pases y habría cortado una oreja de no malograr la suerte suprema.
El jienense Curro Díaz mostró una gran disposición y entrega, especialmente en el ejemplar que abrió plaza, un toro serio y bien armado que echó la cara arriba poniendo en aprietos al diestro. Pero no le importó ni el incómodo cabeceo de su acometida ni que le pusiera las agujas a escasos centímetros del cuello en varias ocasiones; Díaz aguantó los parones, lo sacó de las tablas a base de trincherazos y lo toreó con cintura, lento y con clase. Una lástima que el animal se rajase pronto.
En el cuarto, al que recibió decidido por verónicas, también quiso Díaz dejar su sello personal, pero el toro, más que embestir, pasaba de puro aburrimiento. Lo mató bien, pero se vivieron momentos de tensión cuando el toro le prendió por el vientre en el embroque, afortunadamente sin cornearlo, y le propinó una peligrosa voltereta.
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