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J. A. MARRAHÍ
Lunes, 7 de mayo 2012, 22:36
«En poco más de un año dejaremos de ver pastores en la Comunitat Valenciana». Quien lo afirma es Pablo Vidal, director del Instituto Universitario de Antropología de la Universidad Católica (UC) y uno de los mayores estudiosos de la trashumancia. La Unió de Llauradors y Ramaders también lo augura. «Es una profesión en vías de extinción», advierte su presidente, Ramón Mampel.
Si nadie lo impide, dejaremos de ver ovejas pastando en tierras valencianas. El envejecimiento de estos ganaderos, con una edad media de 65 años en la Comunitat, los problemas económicos por la crisis, los continuos robos y el maltrato de las vías pecuarias ponen la puntilla a una actividad que se pierde en los orígenes de la historia. La ganadería extensiva se reduce ya a medio millar de rebaños en la Comunitat y «goza de peor salud que en el resto de España», según Vidal.
La presencia de pastores se limita a comarcas del interior de Castellón como Els Ports, Alt Maestrat, l'Alcalatén, Alt Millars o Alt Palancia. En la provincia de Valencia quedan unos pocos concentrados en Los Serranos y Rincón de Ademuz. Ya más cerca de la costa no suele haber más de un pastor por pueblo en algunas localidades de Camp de Turia: el pastor de Vilamarxant, el de la Pobla de Vallbona o el de Pedralba, que se marchó a Buñol por pura desesperación después de que le robaran ganado tres veces en sólo un mes.
Uno de estos supervivientes es Vicente Ferrer, de 65 años, que actualmente pastorea las 350 ovejas que posee en Vilamarxant. Es el único en una localidad que llegó a contar con casi una veintena de hermanos de oficio. Hijo de pastor, comenzó los quehaceres de su profesión a los 6 años. Con 13 ya salía al campo con el rebaño. «Son tiempos muy difíciles, pero nunca he pensado en dejarlo. Siempre me han gustado los animales y esto te humaniza, aunque es muy sacrificado». Damos fe. A las siete y media de la mañana ya está en su corral. A las nueve comienza la marcha. Quedan 12 kilómetros de pateo por las maltrechas vias pecuarias valencianas hasta que caiga la noche. Y todo por los 8.000 euros que actualmente se saca limpios al cabo del año, algo más de 600 euros al mes. Las ovejas no entienden de sábados, domingos, festivos o bajas. Tienen que salir a comer.
«Nadie está dispuesto a vivir de ese modo, ni aún en tiempos donde el empleo escasea», describe el investigador de la UC. «Algunos propietarios de ganado han optado por contratar a inmigrantes marroquíes, pero muchos han rechazado el trabajo», explica Vidal. Hoy por hoy no existe el mínimo atisbo de relevo generacional para los viejos pastores valencianos.
Caída del consumo
La economía también da la espalda los pastores. MarketingHuman Consumer Knowledge, empresa valenciana especializada en el consumo agroalimentario, cita datos del sector que muestran un descenso de más del 6% en la venta de carne de ovino y caprino fresca, principal fuente de ingresos para los pastores valencianos por encima de la leche y la lana. Sin embargo, advierte, están entrando con fuerza importaciones de carne congelada de Irlanda y Nueva Zelanda a precios muy bajos. «Esto podría combatirse con una buena estrategia de marca que transmitiera a los consumidores los valores añadidos del producto nacional», estima su socio director, David Martínez Roig.
Pero aún hay mas. «Nos hemos acostumbrado tanto a carne de animales alimentados con pienso que el cordero de ganadería extensiva es rechazado por algunos consumidores por su sabor más intenso», aprecia el experto valenciano en conductas de consumo. La crisis, además, «ha provocado el cierre de esas pequeñas carnicerías de pueblo que antes nos compraban bastante y favorecían mucho a los pastores», apunta Ferrer, que constata la caída de las ventas.
Y aún queda otro quebradero de cabeza: los crecientes robos. A Vicente Sanfélix, el único pastor de la Pobla de Vallbona, le quitaron 40 de sus corderos a principios de marzo. Pocas semanas después, unos desconocidos se apropiaron de 13 ovejas jóvenes propiedad de Ferrer. «Debe existir un mercado negro. No creo que sean para consumo de los que se los llevan», baraja el ganadero de Vilamarxant.
«Algunos afectados por los robos optan por pernoctar junto a su rebaño con escopeta para vigilar por las noches», asegura Vidal. Es lo que hacía Rafa, un pastor de Pedralba que en 2010 sufrió tres visitas de ladrones en sólo un mes. «Al final optó por cambiarse de zona de trabajo y se llevó todo el rebaño a Buñol», relata su amigo Ferrer.
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