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Comunitat

Las farmacias ya piden dinero por adelantado a los clientes para venderles medicamentos

Los farmacéuticos aseguran que los impagos están endeudando a los profesionales de este sector y les fuerzan a reducir su stock

FERNANDO MIÑANA

Jueves, 17 de mayo 2012, 15:29

Una mujer de mediana edad entra en una farmacia de la calle Matías Perelló al mediodía. Deposita la receta en el mostrador y solicita una vacuna que cuesta 350 euros. La farmacéutica le informa de que no tiene ese producto en el almacén, que tiene que encargarlo y le pide 100 euros en depósito. Y antes de despedirse, le advierte: «Estará dentro de un mes». La clienta se extraña. El médico le ha dicho que tardaría 15 días. «Lo normal sería en 15 días, pero es que no se lo puedo asegurar».

Escenas como ésta se suceden en muchas oficinas de la Comunitat desde hace semanas. Las farmacias han dejado de tener un stock tan abundante como antaño. Afirman que la Generalitat lleva casi cuatro meses de retraso en sus pagos y los farmacéuticos, que son pequeños empresarios, no pueden permitirse tener reservas tan amplias.

Concha Espejo encuentra justificado solicitar un pago por adelantado. «Antes podías aguantar, pero ahora tienes que pedir dinero a cuenta, sobre todo en medicamentos quenecesitan nevera. El stock ha bajado mucho en las farmacias. Ahora mismo tengo 31 artículos en faltas, que los pedimos y no vienen. Como a nosotros nos retrasan el pago varios meses, los que tenemos una farmacia pequeña no podemos pagar a los laboratorios y, lógicamente, no nos sirven».

Cada colegiado tiene una realidad diferente. El tamaño de su negocio, la ubicación del mismo, su patrimonio y hasta su carácter influyen en su forma de afrontar esta situación anómala.

Cristina Marín es de las que piensa que no es lo mismo su negocio de barrio que un buen local en el centro de Valencia. «Yo no puedo dejar de atender a mis vecinos. No ya porque me obligue la ley sino porque los conozco de hace años. Lo que hago es retrasar el pedido al máximo para retrasar el pago, pero lo hago y pago». Esta farmacéutica del distrito de Jesús no pide dinero por adelantado, pero se queda la receta. «Si no me la dan, no hago el pedido».

Sin planes de futuro

Cristina, como Concha, y como los más de 6.000 colegiados valencianos, resisten, según aseguran, gracias a su patrimonio. Una vivienda, un apartamento y una plaza de garage, en muchos casos, les mantienen las puertas del banco abiertas. «¿Hasta cuándo? No lo sé. Cuanto más dinero tengas, más aguantarás. Pero muchos empleados se están yendo, y se irán, a la calle», apunta Concha Espejo, quien, como la mayoría, ha dejado de hacer planes de futuro: «Ni un piso nuevo ni un viaje en verano. Lo he tenido que anular todo».

Más grande es la tienda de Miguel Belloch en la calle Carcagente. Este farmacéutico sólo tiene como empleados a sus dos hijos. El titular coincide con sus colegas en que la situación es «muy complicada», pero sin dramatizar. «Es mentira que ya no tengamos stock. Tenemos menos, pero tenemos». Y saca un papel en el que aparece una ristra de productos que el laboratorio ha dejado de suministrarle.

Belloch introduce nuevas variables al problema del sector. Una es la de los precios. Muchos más elevados en Alemania, por ejemplo, que en España. «¿A quién va a servir antes una multinacional? Pues a Alemania. Y lo que sobre, a España». Y cuenta el caso de dos familias de alemanes que cada vez que vienen a Valencia cargan con todos los medicamentos que prevén que van a necesitar para todo el año.

Y otro factor, el decreto 5/2000, que, en una farmacia, es como mentar al demonio. Hasta 143 euros de precio de venta al público, el farmacéutico se embolsa el 27,9 por ciento, descontando el IVA, pero por encima de esa cifra el beneficio mengua gradualmente hasta caer a un 5% para un medicamento de mil euros. Así que ahora, que encima no cobran, vender estos productos equivale a arruinarse.

Algunas farmacias, como la que regenta Juan José Folgado delante del Peset, están con el agua al cuello porque se encuentran con una situación muy peliaguda: los pacientes del hospital que llegan con recetas de tratamientos carísimos que ascienden a 800 o 1.000 euros. Los farmacéuticos están obligados, en teoría, a cubrir las necesidades de estos enfermos, pero ¿cómo sobreviven a tres o cuatro meses sin cobrar recetas de esta cuantía?

La parafarmacia coge fuerza

Miguel Belloch se compadece de su compañero de Gaspar Aguilar. «Este año mi hija ha hecho un seguimiento y hemos constatado que algunos medicamentos que puede dispensar el Peset, de uso hospitalario, los está derivando a las farmacias. Me temo que el hospital no tenía esa medicación». Este farmacéutico tampoco sabe cuánto tiempo podrá aguantar, pero bendice el día que cambió su pequeño negocio por este más amplio. «Me considero un privilegiado porque puedo subsistir. No puedo tener gastos extras, pero al menos puedo pagar los recibos. Y lo puedo hacer gracias a la parafarmacia, a lo que no son medicamentos. Ahora nos hemos dado cuenta de su importancia».

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