La Politècnica es la universidad española que más gana por sus patentes
Inventos registrados por la institución son utilizados por empresas internacionales, restaurantes de lujo, bancos y ejércitos
J. BATISTA
Lunes, 21 de mayo 2012, 18:36
La Universitat Politècnica de València (UPV) se ha convertido en los últimos años en un referente de cómo encontrar una aplicación práctica a la investigación que produce. Dentro del sistema español no hay ninguna institución que le haga sombra en el volumen de retornos económicos que consigue por la explotación de licencias de patentes, software o derechos de autor, el procedimiento que permite la utilización por parte de terceros de ideas, equipos o programas informáticos nacidos en los campus universitarios y registrados de forma oficial.
Así lo establecen los datos del Observatorio para el Seguimiento de la I+D+I del sistema universitario que distribuyó ayer la agencia Europa Press, que establece en su última actualización que la UPV ingresó 2,53 millones entre 2006 y 2010 por este concepto. La Politécnica de Madrid, la siguiente en el ranking, ganó 900.000 euros, menos de la mitad. Además, es el segundo centro con más patentes nacionales reconocidas entre 2002 y 2010 (197), sólo superado por la Politécnica de Cataluña (214).
Más allá de la cuantía, que es mínima en un presupuesto anual de 350 millones, el dato es especialmente relevante en la coyuntura actual, con un debate encarnizado sobre la eficiencia del modelo universitario español y con unas medidas de ajuste que, precisamente, también tendrán en cuenta la capacidad investigadora de los docentes. De hecho, el PDI que no genere producción científica o lo haga a menor ritmo deberá dar más horas de clase, un cambio que, a tenor del balance del Observatorio, no será muy sangrante en la UPV.
Muchos de los ingenios nacidos en la universidad valenciana tienen proyección internacional. Es lo que sucede con el Gastrovac, un equipo de cocción al vacío desarrollado por el grupo CUINA, patentado en más de 160 países y comercializado por la empresa International Cooking Concepts. Se puede encontrar en las cocinas de los principales restaurantes del mundo y permite mantener la textura, color y nutrientes de los alimentos, algo que no se consigue con los procesos convencionales.
Lo mismo sucede con el compilador industrial de modelos conceptuales llamado Integranova Model Execution System. Se trata de un programa informático que permite automatizar al máximo la creación de aplicaciones de gestión. En síntesis, reduce de forma drástica el tiempo para la creación de software. La iniciativa se ha concretado en la creación de la empresa Integranova, con sede en Dénia. Su volumen de negocio en 2010 fue de 1,5 millones y entre sus clientes figuran empresas como Viajes Iberia, Legálitas, el Bundesbank o el Ejército alemán.
También destaca el caso del cubípodo, una pieza de escollera artificial que mejora la resistencia de los elementos normales reduciendo el coste de producción, o el método para desalar y conservar el bacalao, prolongando su vida útil y reduciendo la cantidad de sal. El proceso surgió de la colaboración entre la empresa Conservas Ubago y el departamento de Tecnología de los Alimentos de la universidad. El producto está disponible en supermercados de toda España.
Los ingresos por licencias no son los únicos retornos económicos que consigue la UPV por su actividad. En 2010 no sólo se lideraba este capítulo (recibió 340.000 euros), sino que también estaba a la cabeza en ganancias por la prestación de servicios a empresas externas. Ese año se ingresaron 4,5 millones de euros, muy lejos de la Politècnica de Barcelona (3,1). En el periodo 2006-2010 el montante se elevó a 17,9, lo que situó a la UPV en el cuarto puesto nacional.
Si la clasificación se hace en clave valenciana, el segundo escalón es para la Universitat de València, que ingresó 5,3 millones por servicios, y para la de Alicante, que ganó 649.000 euros por licencias.
A modo de anécdota, el sistema universitario norteamericano genera unos retornos anuales por patentes de 1.600 millones. El español, en cambio, se queda en 2,5. Lógicamente, el abismo entre lo que invierten ambos países en I+D+I es prácticamente insalvable.
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