«Me llevo a mi familia. Aquí no veo futuro»
Cuando mejore su francés tiene previsto volver a su trabajo ya que tiene alguna oferta
M.J.C.
Martes, 5 de junio 2012, 14:55
Alejandro Villanueva, delineante, más de 20 años de experiencia a sus espaldas, se quedó sin trabajo hace varios años, después de que su empresa comenzara a ir mal por la crisis inmobiliaria. Llamó a todas las puertas, mandó cientos de curriculums y decidió sacarse el carné de autobuses. Pero ni por esas. «Visité personalmente todas las compañías de autobús de Valencia. Pero no tenía experiencia o no necesitaban a nadie». A punto ya de perder la esperanza, decidió abrir su campo de visión más allá de la península y mirar hacia el norte. «Mandé tres curriculums por correo electrónico a Suiza. En dos me contestaron, y en uno de ellos me mandaron hasta el contrato», dice Alejandro, que lleva ya medio año trabajando como conductor de autobuses en la estación de esquí de Verbiere, donde volverá la semana que viene para comenzar la temporada de verano.
De momento ha decidido que se lleva a la familia, su mujer y dos hijas, que comenzarán a finales de agosto el colegio, porque en España «no hay futuro, no tiene sentido que ellas estén en Valencia y yo a tantos kilómetros, sabiendo que de momento el trabajo está en otro sitio», dice Alejandro. Antes de tomar esta decisión, la de instalarse definitivamente en un pequeño municipio del cantón francés, en plenos Alpes, ha tenido que realizar una travesía del desierto que le llevó primero a Noruega. «Allí trabajé en negro, nadie me quería hacer contrato porque no hablaba noruego. La competencia es tal que ya no sirve hablar solo inglés». Cuando le llegó el contrato de trabajo desde Suiza no se lo pensó dos veces y decidió cambiar de país. En el país helvético transporta turistas desde el aeropuerto de Ginebra a las estaciones de esquí. «Hay días que me he levantado antes de las tres de la madrugada porque tenía que estar en el aeropuerto a las cuatro. Aquí, en pleno invierno, tienes que limpiar el parabrisas de hielo y poner cadenas. Hemos tenido hasta 30 grados bajo cero. Y he vuelto a casa a las once de la noche». Unas condiciones límite que sin embargo no le impiden valorar lo que tiene. A pesar de estudiar para ser delineante y trabajar siempre en el sector de la construcción, está muy contento de poder cambiar de aires, aunque ya tiene alguna propuesta de trabajo para volver a su profesión. «Cuando mejore mi francés», explica. No en España, claro está, donde su mujer trabaja en una constructora que lleva dos años en concurso de acreedores y donde «el futuro está negro».
¿Y qué ve cada día en el aeropuerto de Ginebra? Españoles, portugueses, inmigrantes de los países del Este, a los que Suiza ya les ha dado el cerrojazo. «Ya no les dan más permisos de trabajo porque llegaban a miles». ¿Sucederá con los españoles? Es cuestión de tiempo. ¿Volverá a España? Algún día
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