La perversión de la paella

Desenmascarar aquellas arrocerías de Madrid que ofrecen paella valenciana y que no cumplen con unos mínimos de la receta original de este plato tan internacional y tan valenciano a la vez.

Este es el objetivo desde hace un año de cuatro jóvenes valencianos afincados en Madrid y creadores de la Comunidad de la Paella. Cada viernes acuden a una de las arrocerías de la capital y allí piden paella valenciana y arroz al senyoret. De la decena de restaurantes visitados aseguran haber encontrado solo tres dignos de ser destacados.

Las perversiones de este plato las han padecido sus propios estómagos. Carlos, es uno de los creadores de la comunidad y asegura haberse topado con un arroz del senyoret con pollo y decoraciones artísticas del plato de todo tipo. Sin embargo sus denuncias públicas en el blog no se quedan en la preparación del plato. La Comunidad de la Paella de Madrid tampoco entiende como por una ración se piden precios superiores a los 20 euros.

Lo que empezó siendo una distracción para estos valencianos se ha convertido en un referente para el sector hostelero. Asesorados por grandes referencias de la gastronomía valenciana están logrando dignificar un plato en el que hay pocos patrones comunes. Su éxito nacido en las redes sociales ha llegado hasta la capital del Turia.

Guillermo, también creador de la comunidad, asegura que el propio chef Chicote les ha felicitado por la iniciativa. Una idea que ha llegado hasta la ciudad de Valencia. De la mano del periodista y bloguero Paco Alonso, esta comunidad de defensores de la paella ha lanzado la propuesta 2013 año internacional de la paella. Una iniciativa que pretende dignificar la trascendencia de este plato tan nuestro. Para ello se ha habilitado la wikipaella. Allí hay publicado hasta un decálogo donde se sientan las bases para respetar la preparación y consumo de una paella tradicional.

Y es que no sólo en Madrid se cometen verdaderas atrocidades con la paella valenciana. A escasos metros del Ayuntamiento de Valencia, estos apasionados por la buena gastronomía fotografiaron una paella con huevo frito. No todo vale.