Secciones
Servicios
Destacamos
DANIEL VIDAL
Sábado, 9 de marzo 2013, 04:35
Aveces, los segundos también son los primeros. Poca gente habla hoy en Reino Unido de Francesca McMahon, que ganó tres de las últimas ediciones del nuevo pero prestigioso certamen internacional de poesía MAG. La chica de moda en el mundo de las letras, la que aparece en todos los periódicos de las islas, quedó segunda en el mismo concurso en 2011. Pero aquella poetisa segundona es hoy la primera dama de la retórica y la oratoria. Del negro sobre blanco. Por lo menos para el primer ministro británico, David Cameron, que desde 2009 encomienda la redacción y supervisión de sus discursos a Clare Foges, una atractiva joven de 31 años licenciada en lengua inglesa y con un máster en Poesía por Bristol, a la que se le atribuye el éxito de las últimas intervenciones realizadas por el líder del partido conservador. Para muestra, un botón. 'The Daily Mail' tildó de «memorables» algunas de las frases de Cameron en el discurso que pronunció en enero en Bruselas y en el que anunció una consulta sobre la salida de su país de la Unión Europea si sale reelegido en 2015. «Es hora de dar la palabra a los británicos», retó el 'premier', aunque después anunció que, con determinadas condiciones, defenderá la permanencia de Reino Unido en la UE «con toda mi alma». Cameron se exhibía de nuevo como orador y el caché de Clare Foges volvía a subir. Como su sueldo, que ronda los 72.000 euros anuales en concepto de 'asesora especial'.
Declarada conservadora, y del ala más tradicionalista, esta poetisa no ha dejado de medrar desde que ingresó en el partido 'tory' en 2003. Estuvo a las órdenes del ministro John Hayes -firme opositor del matrimonio gay- hasta que el alcalde de Londres, el excéntrico Boris Johnson, la fichó para su campaña electoral de 2008, con la que derrotó al emblemático líder laborista Ken Livingston. Pero antes de entrar en política montó su propia empresa -de ropa cristiana, adornada con cruces y estampados religiosos- y trabajó como vendedora callejera al frente de un carrito de helados a tiempo parcial -a la vez que escribía discursos para Hayes-. Era la encargada de despachar bolas de sabores, cucuruchos y tarrinas en Guildford, al sur de Londres, hasta que un amigo del partido le comentó que había una vacante en el equipo de Cameron, que después de cuatro entrevistas se la arrebató de las manos sin pensárselo dos veces a Johnson. El alcalde londinense mostró después su «tremenda decepción» por haberla perdido. Lógico. La 'laringe' del primer ministro, como ya se conoce a una colaboradora que en España recibiría automáticamente el apelativo de la 'negra' de Cameron, apuesta por discursos «con alma», pero perfectamente estudiados. «Con color, nada impulsivos y exentos de cualquier cosa que pueda ser considerada ofensiva». Para Foges hay dos maneras de dirigirse a los ciudadanos. Como hacía Gordon Brown, «de forma prosaica, soltando un aburrido catálogo de lugares comunes y activando el piloto automático», o al estilo de Margaret Thatcher, de quien elogia su manera de acceder al número 10 de Downing Street allá por 1979, cuando parafraseó a San Francisco de Asís: «Donde hay discordia, podemos traer armonía; donde hay error; podemos traer verdad; donde hay duda, podemos traer fe; donde hay desesperación, podemos traer esperanza».
Cartas de condolencia
No solo eso. En su lucha por el enriquecimiento del discurso político ha criticado en numerosas ocasiones «la lenta esterilización del debate público, que pone en peligro la propia democracia», así como la «oratoria antiséptica» o el «vocabulario limitado y uniforme de muchos políticos, cuyo trabajo es, precisamente, emocionar a la gente para que participe en los asuntos públicos y animarles a votar». Tanto domina Foges los sentimientos a flor de papel, el arte del discurso, que Cameron no tiene que hacer ahora ningún esfuerzo para emocionar a cualquier auditorio. Logró llevar hasta el llanto a los parlamentarios nacionalistas de Irlanda de Norte el día que pidió perdón por la actuación del gobierno británico durante el trágico 'domingo sangriento', en el que murieron 14 personas en la ciudad irlandesa de Derry en 1972.
Amante de los zapatos y los complementos de leopardo, de guardia las 24 horas y miembro de clubes de lectura y escritura, la poetisa también seduce con sus palabras fuera del corsé de la política y de los discursos preparados durante horas, días e incluso semanas, como ocurrió con el último de Cameron en Bruselas. Después de que el primer ministro perdiera a su hijo Ivan en 2009, Clare Foges se ocupó de contestar a muchas de las cartas de condolencia que llegaban a la residencia oficial del mandatario. Una madre que también perdió a su hijo aún recuerda la misiva que recibió como respuesta, firmada por Cameron pero escrita por Foges: «Es una de las cartas más conmovedoras que jamás haya recibido». No le hizo falta presentarla a ningún concurso.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.