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La orquesta Luz del Alba. / Adalberto Roque /afp
La cara linda del infierno

La cara linda del infierno

Cuba muestra al mundo una estudiada imagen de Combinado del Este, la cárcel de máxima seguridad de La Habana

Fernando Miñana

Domingo, 28 de abril 2013, 04:05

El canto alegre no se corresponde con la sonrisa lánguida, no tan alegre, de los músicos. Doce entusiastas cubanos tocan sus instrumentos ante un público inusual, periodistas de la isla y más allá, en un escenario atípico: Combinado del Este, la prisión de máxima seguridad de La Habana, donde 3.000 reos cumplen condena. Sus cuerpos se mueven al son de la música mientras chisporrotean las cámaras, las lentes por las que los fotógrafos ven a los aplicados músicos: cabellos bien rasurados, camisas limpias e impecablemente planchadas, rostros amables... La cara linda del infierno, el otro nombre de este centro penitenciario.

Fuera de los canales oficiales, en la videoteca más grande del mundo, Youtube, desde hace más de un año circulan las grabaciones clandestinas que muestran una imagen muy distinta de la cárcel idílica que exhibió esta semana el régimen castrista. Un vídeo fechado el 15 de marzo de 2012 es un ejemplo. Las celdas en las que Cuba presumía hace unos días de ducha y retrete, son un mugriento y oscuro habitáculo con un repugnante agujero a ras de suelo.

Pero el gobierno de los hermanos Castro, a tres semanas de que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU analice el caso cubano, enseñó al mundo -hacía nueve años que los medios de comunicación no entraban- la parte más convincente de sus cárceles, las mismas que mantiene cerradas a las organizaciones internacionales desde 1988. Y lo que vieron los periodistas en la mayor prisión de Cuba, situada en la zona rural que bordea La Habana, fue a la aplicada orquesta Luz del Alba, que les contó que ninguno de sus miembros sabía tocar un instrumento y que gracias al programa de reeducación ahora amenizan las horas entre las alambradas de Combinado del Este.

El penal nada tiene que ver con los destartalados edificios, por donde campan ratas y cucarachas, escuetas ranuras en vez de ventanas, que retrata el vídeo 'robado' de unos presos rebeldes. La prensa encontró en los alrededores de la capital unos aseados bloques de edificios recién pintados de blanco con franjas azul celeste.

Dentro, entre muros con retratos del Che, Fidel Castro y hasta Hugo Chávez, los reclusos responden educadamente a las preguntas. Y es allí donde internos como Juan Óscar explican las excelencias de la prisión. «Gracias a la escuela he adquirido los conocimientos que no tenía». Frases que casan perfectamente con los datos redondos que va deslizando, con habilidad de crupier, el director de la penitenciaría, el teniente coronel Roelis Osorio: que el 27% de los presos se han incorporado después a un trabajo socialmente útil; que un 33% recibe instrucción escolar y que eso permite que los incidentes hayan disminuido considerablemente; que solo el 9% de los reclusos que salen, reinciden, o que el 95% de los funcionarios de prisiones tienen, cómo mínimo, 12 grados de enseñanza y que todos los jefes poseen algún título universitario.

Vejaciones

Human Right Watch (HRW) maneja otro tipo de información y en su último informe denuncia que prevalecen las condiciones de hacinamiento, falta de higiene e insalubridad. O que cuando protesta un recluso, cualquiera de los 57.300 que hay en Cuba, con un censo próximo a los 11 millones de habitantes, recibe severos castigos: aislamiento prolongado, restricciones de visitas, palizas, denegación de atención médica... Las tinieblas.

Osorio lo niega todo mientras a sus espaldas, magnífica postal para el mundo, se disputan silenciosos partidos de béisbol y voleibol. El teniente coronel señala a los vigilantes que pasean sin armas entre los reclusos y afirma que no hay navajazos ni contagios de sida. Solo concede que de vez en cuando se enfrentan a una huelga de hambre, un asunto peliagudo en Cuba, donde en febrero de 2010 falleció el disidente Orlando Zapata tras 85 días de ayuno, una muerte que atrajo todo tipo de condenas internacionales.

El problema es lo que sucede cuando los periodistas se marchan y las cerraduras chirrían. Allá dentro volverá a ensayar Luz del Alba, pero entonces su música puede dejar de sonar alegre para convertirse en la triste melodía del infierno.

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