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ARANTZA FURUNDARENA
Sábado, 25 de mayo 2013, 04:00
Lo que no osaron hacer Gisele Bündchen o Bar Refaeli lo acaba de perpetrar Cara Delevingne. Uno de los chascarrillos más jugosos de este Festival de Cannes ha sido el desaire que Cara le hizo a Leonardo Di Caprio en una de esas rutilantes fiestas a lo Gran Gatsby que se han celebrado junto a la Croissette, desafiando la crisis. Cuentan que, por insistencia de él, se intercambiaron el número de móvil. Pero ahí quedó todo porque, en cuanto se dio la vuelta, Cara comentó a sus amigos sin el menor recato que con el bello Leo... «Ni loca. Es demasiado atrevido y muy viejo para mí». Lo cierto es que 18 años separan a la 'top model' del enmadradísimo (siempre viaja con su mamá) y rubísimo actor norteamericano. Ella tiene 20. Él 38. Él es un castigador. Pero ella no le va a la zaga (ya ha dejado fuera de combate a Justin Bieber). Y es que a pesar de su juventud, Cara es mucha Cara y tiene un lado salvaje que todavía está por domesticar. Queda por ver si Di Caprio ha encontrado en ella la horma de su zapato o más bien su particular 'Titanic', el definitivo hundimiento de su fama de galán.
Nacida en Londres en un hogar donde lo 'trendy' es religión (su madre, Pandora, es directora de compras de los almacenes británicos Selfridges), Cara o 'la nueva Kate Moss', como la ha apodado ya el prestigioso fotógrafo Mario Testino, tiene ascendencia aristocrática y se ha criado en el exclusivo barrio londinense de Belgravia, por lo que ha sido vecina, entre otros, de la Thatcher, Elle MacPherson y Abramovich. Su abuelo, además de 'sir', fue un magnate de los 'mass media' y se casó con una dama de compañía de la princesa Margarita, la hermana de Isabel II. Así que Cara, que tiene otras dos hermanas, una de ellas, Poppy Delevingne, también modelo, se ha codeado con la flor y nata londinense desde niña. Esto, lejos de convertirla en una chica conservadora la ha acercado al 'pijo-punk', una mezcla de sofisticación y salvaje rebeldía que la lleva a difundir fotos en su Twitter disfrazada de salchicha, caracterizada como presunta delincuente recién detenida o gesticulando muecas horribles.
Este juguetón y bello 'iceberg' contra el que (de momento) se ha estrellado el rey Leo de la seducción, es también una leona. Nacida el 12 de agosto de 1992 en la capital británica, Cara Jocelyn Delevingne vino al mundo con unos enormes ojos entre grises y azulados, precedidos por unas anchísimas cejas (hoy día su seña de identidad) más propias de un rudo camionero que de una modelo de pasarela. Mide 1,76 (y medio, según Wikipedia), viste una exigua talla 34 y calza un 39. Sus medidas (79-61-86) distan del legendario 90-60-90, pero van acordes con la escualidez y androginia que domina hoy el irracional mundo de la moda.
Pasión por los tatuajes
«No quiero solo desfilar, quiero cantar y actuar», ha declarado la inquieta Delevingne a la prensa. Su debut como actriz se produjo en la última versión de 'Anna Karenina', junto a la también británica, esquelética y excéntrica Keira Knightley. Cara intepretó un fugaz papelito como princesa Sorokina. De momento, en lo suyo, que es posar y desfilar, ocupa el puesto 17 en la lista de las cincuenta mejores 'tops' del mundo, entre las que se encuentran por cierto dos de las novias más estables que ha tenido Di Caprio: Gisele Bünchen y Bar Refaeli. En 2012, Cara ganó el premio a la mejor modelo del año en los British Fashion Awards, y por supuesto ha sido reclutada por las marcas de moda más importantes del mundo (incluida Zara), además de lograr colarse en la cotizada lista de 'ángeles' de Victoria's Secret donde, una vez más, también están sus predecesoras en el veleidoso corazón de 'Di Crápula'. En amores, a Cara se la ha relacionado con Harry Styles, exnovio de la cantante Taylor Swift, pero de momento su mayor pasión parecen ser los tatuajes. Se ha hecho dos muy seguidos. Uno en forma de cabeza de león en un dedo y otro, bastante llamativo, en el dorso de una mano con sus tres iniciales: CJD. Esto, unido a su vida un tanto disipada, mueve a pensar que la sucesora de Kate Moss podría correr el peligro de pasar, como ella, del desfile al desfiladero. Pero eso todavía no ha ocurrido. A sus veinte exultantes años, Cara es solo una jovencita (valga la paradoja) muy descarada.
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