Blasco Ibáñez, el primer escritor superventas
El valenciano tenía una mirada que iba mucho más allá de las fronteras locales y nacionales
BURGUERA
Jueves, 6 de junio 2013, 23:09
Vicente Blasco Ibáñez es el primer escritor en español catalogado de superventas global. Antes del boom latinoamericano o de Pérez Reverte, de Matilde Asensi.... décadas antes, Blasco vendía libros como churros. Esa potencia globalizadora ('Los cuatro jinetes del Apocalipsis' fue el libro más comprado en EE. UU. durante 1919, según Publishers weekly; más de 200.000 ejemplares, lo que supuso su adaptación al cine, primero en los años 20 y luego en la década de los 60) no es casual.
El valenciano tenía una mirada que iba mucho más allá de las fronteras locales y nacionales, y sus intereses estéticos también iban más allá de la literatura. Todo eso se tratará en julio en un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) titulado 'Blasco Ibáñez y las artes visuales'. Porque el escritor continúa firmando actualmente guiones originales de películas y series.
En estos últimos 15 años se ha reforzado su presencia en el mundo audiovisual: en 1996, Entre naranjos, de Josefina Molina; Luis García Berlanga dirigió en 1997 un biopic sobre Blasco; en 2005, 'Arroz y tartana'; y en 2008, Flor de mayo, dirigida por Vicente Escrivà para RTVV. ¿A qué se debe ese reverdecer laureles cinematográficos de Blasco? Según Facundo Tomás, uno de los directores del curso de la UIMP, la razón es que "era un escritor con un discurso y una estética muy globalizadora. El primer escritor español, además, que se interesó por el cine, tanto que incluso dirigió una película" en 1916. Algunos estudiosos aseguran que esa querencia por el cine incluso le granjeó la enemistad de sus colegas literarios españoles, algo que él le traía sin cuidado.
En una carta fechada en 1927 que Blasco escribió en la localidad francesa de Mentón, ya señalaba que "el día que encontré mi retrato y el anuncio de una de mis novelas sobre la puerta de un cinema en Kioto, la ciudad más japonesa del Japón, me convencí de la formidable expansión mundial de la cinematografía". Le vino a dar la razón el uso que Hollywood hizo de sus novelas a largo de todo el siglo XX, con clásicos como 'Sangre y arena'. Ahora, esa presencia en el cine de una novela se considera una garantía del poder globalizador del autor, algo que Blasco Ibáñez tenía claro hace un siglo.
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