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Carmen Japón nació en marzo. / J. F. C. J.
La última samurái de Coria

La última samurái de Coria

Con apenas tres meses de vida, Carmen Japón es la descendiente más joven de los guerreros nipones que llegaron a Sevilla en 1614. Son unos 1.400 y hoy conocerán al príncipe heredero Naruhito

Francisco Apaolaza

Sábado, 15 de junio 2013, 03:29

Cuando Juan Manuel Suárez Japón comenzó a viajar como consejero de Cultura por Andalucía y en los mostradores de los hoteles decía que se apellidaba Japón, le acertaban la procedencia con un «¡Anda!, tú eres de Coria del Río». No se podían imaginar -él tampoco-, que era descendiente de un grupo de guerreros samurái. Al margen de la afición por el flamenco y la tauromaquia, un japonés y un sevillano se parecen lo que un jarrón y una bicicleta, pero la historia toma caminos inesperados. Si se remonta el larguísimo río de los antepasados de Juan Manuel, ahora rector de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), en el primer cuarto del siglo XVII aparecerá uno de los aventureros nipones que cruzaron el mundo y que se quedaron en España. Lo mismo le ocurre a otras 1.413 personas que comparten su apellido y que merecen la visita hoy del mismísimo príncipe heredero Naruhito, con motivo de la inauguración del año dual España-Japón.

Los 'Japones' de Coria del Río (29.000 habitantes) son los herederos de una historia fabulosa que arranca hace 400 años, obra de las ambiciones de un fraile con ínfulas de obispo y de un señor feudal con ganas de hacer dinero. Entonces, como ahora, los dioses y el comercio movían el mundo. Fray Luis Sotelo había llegado a la isla del Pacífico medio siglo después de San Francisco Javier. Los jesuitas controlaban el cristianismo en el país y Sotelo, que era franciscano y por tanto enemigo acérrimo de los jesuitas, quería que Roma le concediera un obispado. El otro actor de la historia era el señor de Sendai, al que Sotelo pudo convencer para cerrar un acuerdo comercial con Nueva España y, de paso, buscar el amparo del rey más poderoso de aquellos días, Felipe III. Con esa idea loca en la cabeza construyeron un galeón y partieron a cruzar el mundo a las órdenes de un samurái de la confianza del señor, Hasekura Tsunenaga. Llamaron al viaje la Misión Keicho, que ahora se conmemora.

Eran los primeros japoneses que se atrevían a cruzar el mundo y les salió bien y mal. Mal, porque Felipe III tenía la cabeza en otras cosas y cuando iban a recibir respuesta de su corte y de Roma, en Japón se prohibió el catolicismo y comenzaron a pasar a los frailes por la catana, con lo que ambas aspiraciones se torcieron. Lo esencial para esta historia es que después de un viaje épico, Hasekura y los suyos desembarcaron en Sanlúcar de Barrameda como extraterrestres que no tocaban la comida con los dedos, que vestían llamativas túnicas y estaban armados con espadas capaces de cortar el papel con solo posarlo sobre ellas. Remontaron hasta Coria del Río, donde arribaron en 1614, algunos para no regresar. Cuando la misión volvió a casa, un puñado de expedicionarios se quedaron por amor, por miedo a volver convertidos al cristianismo o por deseo de aventura No se sabrá nunca.

Sus apellidos se hacían 'cuesta arriba' para los corianos, que tiraron por la calle del medio: en 1642 se bautizó a la primera Japón, que se llamó Catalina. Según el INE, la última en llegar al mundo es Carmen Japón, que nació el 10 de marzo con 3,890 kilos de historia. Fueron pocos los guerreros que se quedaron en Coria, pero suficientes para que, en las últimas dos generaciones, cuatro bebés en la familia de Suárez Japón nacieran con la mancha mongólica, una pigmentación en la rabadilla que desaparece con el tiempo, pero que es mayoritaria en las personas de origen asiático.

La historia de los Japón se perdió en los siglos. Sabían que era un apellido de Coria, pero nadie sospechaba tales batallas. «Ellos no lo sabían, nosotros tampoco», admite Suárez Japón, que durante la Expo del 92 era consejero de Cultura de la Junta de Andalucía. «Nuestro apellido era normal. Llegabas al colegio y había otros veinte como tú. A finales de los ochenta, a raíz de la novela 'El Samurái', de Shusaku Endo, comenzamos a sospechar». El tío de Suárez Japón, Virginio Carvajal Japón, se puso a investigar y halló el vínculo con el país del sol naciente. El pueblo se llenó de investigadores, hispanistas y viajeros. «Los turistas iban a visitar a mi madre Carmen, que tenía el pelo oscuro y la tez blanca. Decían que era como una japonesa y se le sacaban fotos como locos».

Más orientales ellas que ellos

Cuando confirmaron la noticia de aquel extraño parentesco, los corianos se miraron al espejo. Hay un estudio pendiente de la Universidad de Nagoya para determinar la cantidad exacta de ADN que comparten los Japón y los japoneses, pero a la espera de los resultados, existe la creencia de que las mujeres son más orientales que los hombres. Un ejemplo claro es María José Suárez, descendiente de los Japón y Miss España, dotada de una belleza oriental innegable. «Me lo dicen muchas veces», admite ella. La modelo lleva el apellido en tercer lugar y no conocía la historia hasta que al ganar Miss España en 1996 fue invitada por la embajada a conocer el país durante un mes con su madre.

El árbitro José Japón Sevilla asegura que algunos de sus primos varones tienen los ojos rasgados. En el colegio se metían con su apellido. «No sabían que para mí era un orgullo», admite mientras se imagina a su antepasado como «un aventurero, un samurái con un gran sentido del honor, un luchador valiente». De todas formas, José es más de carne que de sushi, pero admite que cada vez se siente más identificado con la cultura nipona, que ha conocido en los últimos años durante sus visitas a la embajada en Madrid, con motivo del día nacional del país. «Para mí son una buena referencia. Me gustaría mirarme en su espejo».

Que no haya un restaurante de sushi en Coria del Río no significa que esa huella se haya perdido. En el pueblo se erige una estatua de Hasekura que ayer visitó su descendiente directo, Hasekura Tsunetaka, nieto de decimotercera generación del expedicionario. Hoy lo hará el príncipe heredero Naruhito, que se encontrará cara a cara con sus 'parientes' españoles y plantará un cerezo en la localidad. Es de esperar que Coria del Río no sea para él un lugar tan extraño como puede parecer. En pocas manzanas hay una peluquería cuyo cartel está escrito en kanji, otra que guarda en su interior un templo japonés y una discoteca de nombre Sendai ambientada en la Misión Keicho, abierta en una casa que pertenecía a unos Japón. El cementerio está sembrado de lápidas de 'Japones'.

«Los turistas piensan que es algo artificial», aclara Juan Francisco Japón Carvajal, padre de la pequeña Carmen. En la puerta de su aula de inglés está escrito su nombre en kanji. «Sentimos esa herencia de muchas maneras. Yo intento aplicarla a la educación y transmitir sus valores. Son gente trabajadora, respetuosa y de palabra», dice el profesor. Al final del curso, regala a los mejores alumnos sus nombres escritos en japonés. Japón Carvajal, que además es presidente de la Asociación Hasekura Tsunenaga, acompaña a los turistas por las calles de Coria. Entre ellos se han creado lazos personales que se mantienen con los años y que se rubricarán hoy con la visita del príncipe. Desde 1991, Sendai (una capital del noreste de la isla) está hermanada con Coria del Río y en 1992 les regalaron la estatua del samurái.

En España, Hasekura se había convertido al cristianismo y había sido bautizado como Felipe Francisco Fajikura. Murió pocos años después de su regreso a Japón. Tal vez martirizado por su nueva fe, como muchos de los otros guerreros que participaron en la misión. El ingeniero José Luis Manzanares Japón tuvo una visión humilde de quién fue su antepasado. «Cuando me enteré del origen del apellido, me contrarió bastante, porque al fin y al cabo soy descendiente de los que se quedaron por miedo a volver. Ahora he pensado que prefiero tener antepasados prudentes y listos que cortadores de cabezas», zanja.

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