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Grupos interactivos trabajando en un aula del CEIP Luis Vives de Cullera. / LP
Comunidades de aprendizaje, una alternativa educativa
Comunitat

Comunidades de aprendizaje, una alternativa educativa

Algunos centros valencianos implantan un método en las aulas que fomenta el trabajo en equipo con grupos heterogéneos y voluntarios, la participación de los niños y la integración

ALMUDENA ESCRIVÁ

Jueves, 20 de junio 2013, 19:09

El modelo vigente de la educación presenta numerosas carencias a la hora de hacer frente al fracaso escolar y la conflictividad en las aulas, que se están convirtiendo en un reflejo de una sociedad crispada por la crisis que acrecienta las desigualdades. Ante esta realidad, las comunidades de aprendizaje constituyen una alternativa educativa que promueve la superación de esas desigualdades sociales mediante una práctica educativa solidaria y participativa basada en el diálogo. Este modelo educativo está en consonancia con las teorías científicas a nivel internacional que destacan dos factores claves para el aprendizaje en la actual sociedad: las interacciones y la participación de la comunidad. El proyecto se ha implantado ya en varias escuelas de Cataluña, País Vasco y Aragón e incluso ha viajado hasta Brasil. Y se ha estudiado dentro del Sexto Programa Marco de Investigación de la Unión Europea INCLUD-ED como una actuación de éxito para el fomento de la cohesión social a través de la educación.

Algunos centros de la Comunitat Valenciana ya han comenzado a aplicarlo, como el Santiago Apóstol del Cabanyal, el Jaume I de Catarroja, el Mestre Gaspar López de Benidorm o el Luis Vives de Cullera.

La educación cada vez depende menos de lo que sucede en el aula y más de las interacciones que establecen los niños y niñas en sus casas, en el barrio, en sus actividades de ocio... Tener un espíritu crítico y ser capaz de reflexionar y argumentar se convierten en herramientas mucho más importantes que la capacidad de almacenar datos en la cabeza. Por ello resulta necesario un cambio en el concepto clásico de la escuela y la enseñanza, aunque cambios como este, lejos de ser sencillos, resultan complejos por tanto que implican, sobre todo, un cambio de mentalidad de toda la comunidad educativa y la sociedad en general.

La educación en la sociedad de la información no se puede restringir únicamente al ámbito del colegio y los profesores no pueden ni deben ser los únicos responsables de la formación de los más pequeños.

El reto es sustituir un modelo obsoleto por otro en el que toda esa comunidad educativa participa y colabora para que los niños adquieran todas las habilidades y conocimientos que la sociedad de hoy en día les exige.

En las comunidades de aprendizaje todos se involucran. Padres, madres, familiares, voluntarios o cualquier persona del entorno de la escuela que esté interesada entra a formar parte, junto al profesorado, de los órganos directivos y, por tanto, de la coordinación y supervisión del proyecto. Puede parecer idílico o incluso caótico pero el éxito radica en una buena organización y, sobre todo, en la implicación y compromiso.

¿En qué consisten?

Se crean comisiones que desarrollan tareas concretas, desde decidir sobre los contenidos del currículum que hay que priorizar, ayudar a los alumnos con necesidades educativas especiales o la organización de actividades lúdicas.

A partir de ahí, se configuran en el aula grupos interactivos y heterogéneos (en cuanto al género, el nivel de aprendizaje o el origen cultural, evitando las clases de refuerzo o separadas) de cuatro o cinco alumnos que realizan actividades de unos 20 minutos tutorizadas por un voluntario, que suele ser un familiar. La idea es realizar cuatro tareas con cuatro personas diferentes en una hora. Y el objetivo, que los pequeños aprendan a explicar las cosas de forma inteligible, a discutir, a colaborar, a adoptar el rol del que enseña y también el del que aprende, a asumir responsabilidades y sentirse parte activa y protagonista de su formación. En definitiva, el aprendizaje dialógico.

En el CEIP Luis Vives de Cullera están manos a la obra y en sólo un año ya cuentan con 120 voluntarios, que les han permitido acometer las primeras actuaciones de éxito, como los grupos interactivos o bibliotecas tutorizadas. La coordinadora de Formación, Sara Carbonell, explica los cambios que en apenas un curso ya se han notado: "Las clases que lo han aplicado han tenido muy buenos resultados, los padres se han implicado desde el primer día y los niños han respondido muy bien. Así que el curso que viene vamos a seguir adelante". Profesores, padres y demás voluntarios han recibido ya la formación adecuada -que actualmente sólo imparte el CREA, centro de investigación de la Universidad de Barcelona- por lo que el próximo año se implantarán nuevas actividades.

En una multitudinaria asamblea, en la que participó el catedrático en Sociología y promotor de este proyecto, Ramón Flecha, la iniciativa consiguió un rotundo 'sí' en la votación.

La educación ya no debe ser concebida únicamente como un servicio público sino como un trabajo compartido y multidisciplinar que realmente prepare a los más jóvenes para su vida futura. Las altas expectativas se reflejan en un currículum de máximos, ambicioso, que permite la adquisición de los conocimientos más demandados y/o valorados socialmente.

Partiendo de los sueños de toda la comunidad educativa y a través del diálogo y la ciencia este proyecto transformador está alcanzando un doble objetivo: superar el fracaso escolar y mejorar la convivencia.

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