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Viernes, 18 de octubre 2013, 21:08
Yo soy aquel negrito del África tropical...; Vuelve, a casa vuelve por Navidad... Resulta casi imposible leer estas frases sin cantar, y es que la publicidad ha conseguido hacerse un hueco en la vida de todas las personas. Por este motivo, la conferencia ofrecida ayer por Sergio Rodríguez, sobre la Historia de la Publicidad, y organizada por la Asociación Multisectorial de Empresarios de la Marina Alta, contó desde el principio con un público entregado y atento, que siguió con gran emoción las palabras, las imágenes y los vídeos mostrados por el publicista y que aplaudió a rabiar al finalizar la intervención del ponente.
Ante más de un centenar de personas, en el Salón de Actos de la Casa de la Cultura de Dénia, y en una hora y media que se demostró corta, Rodríguez inició su recorrido por los primeros pasos de la publicidad, antes de la Guerra Civil, con anuncios que hoy en día horrorizarían por su carga machista y racista, como el de una esposa a la que su marido pega y a la que se la culpabiliza por no ponerle un coñac a su marido en cuanto llega a casa, o un niño negro del que se dice que su madre no lo lava con tal detergente.
De ahí, se siguió a unos anuncios escasos y terriblemente politizados en la posguerra, donde apenas habían productos que vender, salvo a las clases más pudientes. Después, a medida que pasaban los años y con la apertura de España al resto del mundo, ya avanzados los 50, comienzan a llegar marcas extranjeras y surge la televisión, que tardaría décadas en implantarse. Es cuando surge el anuncio del Cola- Cao, que pese a llevar más de 40 años sin exhibirse, ha resultado ser el jingle más recordado de la publicidad española, hasta el punto que hoy en día la reconocen hasta los más jóvenes.
Con los años 60 llega el desarrollo económico, surgen nuevos productos y los publicistas se ven en la necesidad de educar a los consumidores: la olla exprés no explota, Schweppes se pronuncia sueps. También aquí surge el primer mito erótico: la rubia de Terry, al que seguirían los limones salvajes del caribe, que en el resto del mundo eran limas, fruta desconocida en España.
Los 70 trajeron la democracia y una mayor participación de la mujer en la vida pública, que tendría también su reflejo en los anuncios. Y un nuevo producto: el candidato electoral. La democracia es una de las mayores joyas que tenemos, y se sustenta en la libertad de expresión , explicó Rodríguez. Esta libertad está basada en la pluralidad de los medios de comunicación, quienes para mantener su independencia dependen de la publicidad. Si los medios no pueden sobrevivir con la publicidad, como está sucediendo en la actualidad, tendrán que buscar financiación por otro lado, lo que resulta dramático y pone además de manifiesto que la publicidad garantiza la libertad de expresión.
Los años 80 y 90 fueron las décadas doradas de la publicidad. La sociedad ha cambiado, la emergente clase media consume y en España se vive una explosión de creatividad y talento publicitario que la sitúan entre las potencias mundiales de la industria.
Además, los anuncios parecen gustar a la gente, que los comenta incluso en las oficinas, y surgen polémicas encarnizadas, como en la campaña que hace el Estado de póntelo, pónselo.
La marca comienza a ser más importante que el producto, y las sensaciones que la marca provoca, más importantes que sus utilidades. Son los años del ¿te gusta conducir?.
Entramos en el año 2000, y con la popularización de internet y las redes sociales, la publicidad cambia radicalmente. Hace que el consumidor sea el rey en sus compras, ya que si tiene alguna queja del producto, puede hacerla pública y muy visible en internet, cuando antes debía resignarse a escribir una carta o llamar a atención al cliente.
Aunque la industria sigue adelante, comienza a haber un rechazo hacia la publicidad tradicional, y en este sentido, Rodríguez entonó el mea culpa. Antes amábamos la publicidad, el anuncio de Freixenet era un acontecimiento social, ahora cambiamos de canal, y eso pasa porque hemos machacado a los consumidores, dijo el ponente, les ponemos dos cortes de 8 minutos en un programa que apenas dura media hora, y los consumidores huyen, cambian de canal, rechazan la publicidad.
Tras la conferencia se abrió un turno de debate en el que Rodríguez fue preguntado por las actuales campañas y su relación con la crisis, que dio pie a una reflexión sobre estas preguntas: ¿hacia dónde vamos? ¿hacia dónde se dirige nuestra sociedad? ¿qué va a pasar?.
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