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La banda sonora de la ciudad

La formación sinfónica goza de buena salud. Necesita mayor presencia en la calle y apoyo económico para vivir otras siete décadas

carmen velasco

Lunes, 28 de octubre 2013, 03:09

A José Vicente Muñoz le hicieron un contrato de jardinero cuando se incorporó a la Orquesta Municipal de Valencia. Era 1967, tenía 23 años y un sueldo de 1.500 pesetas. El contrabajo ingresó en la formación en una época en que «la orquesta estaba a extinguir por eso no me podían hacer un contrato de músico». Natural de Llíria, suma 68 años, de los cuales 45 los ha entregado a la Orquesta de Valencia (OV), una institución que conmemora los 70 años de su existencia en 2013. En diciembre se jubila: «Estoy asustado. Tengo miedo a cómo será mi vida sin tocar en los conciertos, yendo sólo de público». Él es el más veterano de la institución. La biografía de Muñoz se ha escrito en la partitura de la formación titular del Palau de la Música. Son vidas paralelas pendientes del pentagrama.

Muñoz ha conocido la precariedad de la Orquesta, cuando no disponía de un local fijo de ensayos. «Primero ensayábamos en lo que hoy es el Centro del Carmen, que no reunía las condiciones, luego fuimos al Palacio Municipal (el actual Palacio de la Exposición) que se caía a otros y un día se cayó. Fue de noche, menos mal, cuando cedió un techo y destrozó algunos instrumentos. De ahí pasamos a la Lonja, donde ensayábamos mientras los turistas nos miraban y recorrían el edificio; y más tarde a las Escuelas San José. Nunca pensé que íbamos a tener un local como el Palau de la Música con espacio para guardar el material, un camerino, una sede de ensayos, otra de conciertos», rememora.

En aquella época tampoco había una programación regular de conciertos. Casi de un día para otro se comunicaban a la formación el día y lugar del concierto. Muñoz recuerda una actuación en el teatro Principal sobre la escenografía de 'Yerma', que protagonizó Núria Expert en Valencia. La OV ocupaba «los huecos del calendario de las compañías de teatro».

Muñoz, músico de banda (de la Unió Musical de Llíria), ha sido dirigido por nueve directores de la OV. Desde Pedro Pirfano («lo llamábamos 'San Pirfano'») a Miguel Ángel Gómez («el que más elevó el nivel») hasta Yaron Traub. Incluso ha trabajado en la formación sin batuta titular, una circunstancia hoy impensable pero que se registró en el pasado (1958-1964 y 1968-1970).

Muñoz, ahora con plaza por oposición, no se imagina Valencia sin su orquesta. La ciudad estaría muda. «Durará 70 años y más. Nos sentimos queridos, no tanto como un equipo de fútbol, pero la gente la conoce», matiza.

Para Yaron Traub, el actual director titular, la principal meta es hacer la Orquesta de Valencia «imprescindible» para la sociedad civil. Sólo así, dice, se puede garantizar su futuro. «Debemos mostrar la importancia de la OV no sólo evidenciando que somos muy buenos, sino vinculándonos a la ciudad. Debemos salir a la calle, que vengan los niños y los adolescentes al Palau y hacer más conciertos, porque para mí el cartel de 'agotadas las entradas' me indica que decenas de personas no pueden disfrutar de nosotros», asegura.

El maestro israelí ofrece una visión muy realista de la situación. Es consciente de que «en este momento de crisis económica y social se cuestiona todo, hasta la cultura». «Podría llegar el día en que algún responsable político dijera 'se acabó la OV', pero nuestro trabajo es asegurar que eso no pase. En los últimos cinco años en los que todo ha estado en duda, la Orquesta ha consolidado su posición porque las salas están más llenas que nunca y los políticos nos apoyan», argumenta. Es hora de ganar visibilidad, de que los directores pisen la calle, de que los músicos no se encierren en el auditorio. Ese es el reto.

En este punto, Traub relata una anécdota personal: «Voy a comer todas las semanas, desde hace tiempo, a un restaurante vegetariano al otro lado del río. Hace poco la señora que atiende a las mesas me comentó que cada día pasa por delante de unos carteles publicitarios de un hombre que se me parece mucho. Y yo le dije, 'soy yo, el de los carteles soy yo'» (ríe).

Traub saca músculo de la OV. «El 90% de los músicos, con una media de 34 años, son valencianos. ¡Es fantástico!», exclama. Una de ellos, natural de Dénia, es Pilar Marín. A los seis ya estaba envuelta en corcheas y semicorcheas. Toca la viola en la formación desde 2006, entonces tenía 22 años, ahora 29 y desde los 14 tenía clara su vocación. Es la intérprete más joven de la Orquesta y ha trabajado con maestros (Barenboim y Rostropovich) y las grandes (Montserrat Caballé y Ainhoa Arteta). Confía en que los recortes «no amenacen el futuro de la OV», que tiene cuerda para resistir otras siete décadas. Valora «la calidad de vida» que desprende la OV, donde está cumpliendo su «sueño», aunque echa de menos giras internacionales.

El futuro de la OV no sólo está en manos de los músicos, sino también en las de Ramón Almazán y Mayrén Beneyto. Ella fía eterna la duración de la formación: «Valencia no puede quedar en silencio». Lucha por hacer la OV más grande. «Después de la crisis se convocarán nuevas plazas (ahora la plantilla es de 92 músicos) y se viajará más al extranjero». Él, en cambio, lamenta la ausencia de patrocinadores privados y carecer del presupuesto para atraer a las batutas más prestigiosas, pero considera vital el aval del Ayuntamiento para que la banda sonora de la ciudad continúe otras siete décadas. O más.

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