Un largo nudo en la garganta
Tirso Calero ofrece un producto compacto, al estilo de película clásica, pero con un poso que hace aflorar los sentimientos
Eneas Ferri
Martes, 27 de mayo 2014, 00:35
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Eneas Ferri
Martes, 27 de mayo 2014, 00:35
Un joven trabajador de un videoclub (Adam Jezierski) quiere convertirse en director de cine. Escribe un corto que mezcla un holocausto de la raza humana provocado por una invasión extraterrestre y pretende que el veterano actor Paco Menéndez (Manuel Zarzo) sea el protagonista. Menéndez vive el declive final de su carrera como actor y, sin saberlo, también vital. La relación entre ambos y, de manera paralela, la del representante (Luis Varela), Fernando Esteso (se interpreta a sí mismo en la ficción) y el equipo de rodaje crean una historia de personajes y emociones. Muy de personajes y de emociones.
Proyectada en blanco y negro, «porque es como una película antigua», decía ayer Tirso Calero, su director, 'Blockbuster' es como el plato de lentejas, de paella o de huevos con chorizos y jamón cuando estás exiliado buscando trabajo en Alemania. Es difícil reprimir los lagrimones, esos que saltan y nos sabes si son de emoción, nostalgia, placer o morriña.
La película es lenta, pero de forma y no por defecto, las conversaciones son pausadas y los planos y transiciones son clásicos, calmados, sin efectos llamativos, como la música, que simplemente acompaña, a veces con canciones de grupos, como en las películas americanas de los ochenta.
Ese sabor antiguo, proyectado en blanco y negro, y el trascurrir pausado, componen un producto completo, un anhelo de épocas pasadas, que recuerda al formato que constantemente recuerda, valga la redundancia, la historia.
Pero sobre toda esta forma, destaca el contenido. Las emociones surgen en varias ocasiones muy a flor de piel. No es una escena final la que pone el nudo en la garganta. Es un nudo en la garganta que se intenta ir en varios pasajes cómicos. El retrato de la decadencia de los trabajadores veteranos de un oficio que nunca se acaba de dejar y la sutil forma autobiográfica que Calero ofrece en cada personaje, desde él mismo a través de Adam Jezierski a Esteso autointerpretándose, pasando por un Zarzo que transmite fielmente los sentimientos de su papel y Jesús Guzmán, que pone la nota más trágica.
Luis Varela no se queda atrás, destacando la expresividad que logra con sus gestos faciales, y cabe sumar la participación de otros intérpretes como María José Alfonso, Mirta Miller, Albert Forner o Ferran Gadea.
No es una película de masas y para cualquier público, pero Tirso Calero logra un producto emotivo, con fondo y, sobre todo, que aflora los sentimientos.
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