Fabra se reencuentra con Castedo en la salida más desangelada de la Volvo

Alberto Fabra y Sonia Castedo volverán a coincidir hoy, casi tres meses después de la última ocasión, en un acto institucional. Se trata de la ceremonia de salida de la etapa 1 de la Volvo Ocean Race, que tendrá lugar esta mañana en Alicante. Una ceremonia que nada tendrá que ver, en cuanto al apoyo institucional, con las dos anteriores, celebradas en 2008 y 2011. Y es que ningún representante de la Casa Real acudirá al evento más internacional con sede en Alicante. Tampoco lo hará ningún miembro del Gobierno central, a excepción del delegado en la Comunitat, Serafín Castellano.

La cita ha levantado la máxima expectación política, al margen de lo deportivo, máxime después de que el presidente de la Generalitat y del PP valenciano decidiera no acudir la semana pasada al primer gran acto institucional de la regata: la inauguración del Race Village. Inicialmente, el equipo del jefe del Consell anunció su presencia en aquel acto pero justo la víspera se aclaró que la representación del Ejecutivo correría a cargo del vicepresidente José Císcar.

En esta ocasión no ha tenido más remedio que asistir, dado que su ausencia en un acto tan relevante para Alicante sería tremendamente llamativa. Más aún que la foto con la alcaldesa imputada que Fabra intenta evitar a toda costa pero que hoy no tendrá más remedio que hacerse.

Sí lo han evitado desde la Casa Real, de la que no está previsto que acuda ninguno de sus miembros. En 2008, primer año de la salida de la Volvo desde Alicante, la presidieron los Reyes Juan Carlos I y Doña Sofía. En 2011, le cedieron el papel de representación al entonces Príncipe y hoy Rey Felipe VI. Éste acudió no solo a la salida, sino que estuvo en Alicante días antes para acompañar a Doña Letizia, que amadrinó el barco de Telefónica.

Dada la relación de la Familia Real con la vela y los antecedentes, es muy llamativa su ausencia en esta edición. Pero es que tampoco acudirá ningún representante del Gobierno central desde Madrid. Su representación se quedará en la figura del delegado, Serafín Castellano.

También es la primera vez que ocurre, porque en 2008 asistió la entonces vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y en 2011 lo hizo la ministra de Sanidad, que era Leire Pajín.

Tampoco acudirá ningún integrante del PSPV y de Esquerra Unida en Alicante como protesta por los casos de presunta corrupción que afectan al gobierno del PP en la capital alicantina.

El morbo de la coincidencia hoy del líder de los populares de la Comunitat y la alcaldesa de Alicante y de las ausencias del resto, viene marcado, claro está, por la situación judicial de Castedo, imputada en dos causas judiciales -PGOU y Rabasa- por supuesto trato de favor al constructor Enrique Ortiz.

Fabra ha venido reivindicando su línea roja con los cargos salpicados por investigaciones judiciales de casos de corrupción. Y con Castedo ha exhibido además una contundencia llamativa. Tanto el líder del PPCV como algunos otros cargos del partido han venido remarcando que, en su situación actual, Castedo no podría volver a encabezar la candidatura popular a la alcaldía.

El discurso de Fabra se vio reforzado el día que se conoció que Castedo pasaba a estar imputada no sólo en la causa de Brugal -por el supuesto amaño del PGOU de Alicante- sino también en Rabasa. Dos imputaciones, se dijo entonces, harían imposible que llegara sin 'mochila judicial' al momento de elegir a los cabezas de lista. Los plazos jugaban en su contra.

Castedo pudo al menos darse un pequeño respiro esta semana, tras conocer la decisión del juez del caso Rabasa de paralizar la instrucción, a la espera de pronunciarse sobre un recurso de nulidad presentado por Ortiz que, con el argumento de la ilegalidad de las escuchas sobre las que se sustentaba la investigación, podría darle un vuelco al procedimiento.

La noticia es positiva para los intereses de la alcaldesa de Alicante. Pero no aclara ni mucho menos su horizonte judicial. Primero, porque no está claro que la resolución del recurso de nulidad presentado por el constructor alicantino vaya a resolverse antes de tres o cuatro meses.

Y en segundo lugar, porque incluso en el caso de que la decisión de los tribunales fuera favorable a los intereses de la alcaldesa, seguiría pesando sobre ella la otra causa. Es verdad que ésta, Brugal, también se basa en unas escuchas. Y que la defensa de Castedo pretende utilizar una eventual nulidad del caso Rabasa para extenderlo a Brugal. Pero que todas esas decisiones puedan concretarse antes de que el PP haga oficiales sus cabezas de listas para las municipales de mayo de 2015 va un significativo trecho.

Tanto Fabra como su equipo en Presidencia de la Generalitat han tenido poco problema en hacer evidente que se trataba de evitar la foto con la alcaldesa de Alicante. De hecho, la última vez que uno y otro coincidieron en un acto fue el pasado 17 de julio, en Elche, durante la celebración de la Noche de la Economía alicantina. Que uno y otro coincidieran en el acto lo cuentan las crónicas. Pero lo cierto es que el protocolo acabó situando a Castedo en una esquina, con lo que hizo poco menos que imposible la imagen de ambos.

Las relaciones entre Fabra y Castedo están más que deterioradas. La alcaldesa no sólo no ha atendido las invitaciones que le llegaban desde el Palau de la Generalitat para dejar el cargo, sino que en privado no oculta su decepción con la falta de apoyo que recibe desde su partido.

La actitud de Fabra hacia Castedo contrasta con la de Alfonso Rus, que siempre que reivindica su presunción de inocencia, o los balones de oxígeno que le han lanzado María Dolores de Cospedal y María José Català.