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José Vicente Pérez Pardo
Lunes, 27 de octubre 2014, 00:42
De un gallego se dice que cuando te lo encuentras en una escalera no se sabe si sube o baja. De Mariano Rajoy, además, se puede añadir que no sabes cuándo pasará por la escalera. El presidente del Gobierno y del Partido Popular es un especialista en manejar los tiempos, los suyos, que no tienen por qué coincidir con los de la organización. Los populares de la Comunitat Valenciana ya conocen cómo se las gasta su líder; cómo desgastó a Francisco Camps hasta que consiguió que dimitiera meses después de obtener una amplia mayoría absoluta en la Cámara autonómica. Ahora sucede exactamente lo mismo con su predecesor, Alberto Fabra.
La indefinición sobre quién será el candidato del Partido Popular a la Generalitat Valenciana en las próximas elecciones autonómicas es el día a día del partido. Los cuadros dirigentes del PPCV están nerviosos, puesto que no pueden poner en marcha la maquinaría electoral sin saber lo más importante: quién es su cabeza de lista. Y, a falta de escasos meses para las elecciones, entienden que puede ser letal no solo para la Generalitat, sino a todos los niveles. «No podemos estar así, Rajoy debería aclararlo: dentro o fuera, pero que diga algo», se expresaba un dirigente de la formación consultado por este periódico por el asunto. Consideran que es un nuevo elemento de deterioro en la imagen del partido al generar una situación de falta de autoridad.
El más interesado por despejarla es, por supuesto, el propio Alberto Fabra. El presidente ha intentando por activa y por pasiva que alguien de la dirección popular le refrendara, fuera en público o en privado, pero se ha topado con evasivas cuando no con indiferencia o hasta cierto desprecio. Ni siquiera la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, se lo pudo aclarar en la entrevista que mantuvieron la semana pasada. No hay ningún movimiento en el partido hasta que no lo haga Mariano Rajoy, ya que nadie quiere meter la pata a favor o en contra de ningún candidato hasta que el 'dedo divino', como lo bautizó Esperanza Aguirre, dicte su particular sentencia, al estilo de los Césares en el Coliseo de Roma.
El consenso mayoritario en la formación es que Fabra no repetirá, pero nadie se atreve a decirlo en público. Basta un comentario en el pasillo de Les Corts o un artículo como éste para que nada sea verdad. Otros, sin embargo, creen que Rajoy ni se ha tomado tiempo para considerar la situación del partido en Valencia, pese a que algunos dirigentes como Alfonso Rus le recuerden al presidente el granero de votos que ha supuesto para el PP la Comunitat Valenciana. «Fabra es para Rajoy un puro en el pasillo de su casa. Cuando se acuerde de que existe y haya que tomar una decisión, se encenderá uno y lo decidirá», expresaba con cierta ironía otro dirigente popular preguntado por este diario.
Lo único cierto es que todavía colea en el partido la entrevista que mantuvo Rajoy con Rita Barberá en La Moncloa, por paseo por los jardines y vídeo conmemorativo inclusive de la cita. Ha sido el único movimiento que se le conoce directamente al presidente del PP y, por tanto, objeto de múltiples interpretaciones por los interesados.
Con las encuestas a favor
La cercanía mostrada por Rajoy hacia Rita Barberá hacen creer en Valencia que será la alcaldesa de Valencia quien sea la candidata a la Generalitat por el PP. Según distintas fuentes consultadas por este diario, el jefe del Ejecutivo se habría decidido por la que puede ser la política popular más conocida y apreciada de la Comunitat. Guiado por las encuestas, que le dan aún a la alcaldesa una mayoría aunque pierde votos respecto a los últimos comicios, afirman estos dirigentes que Rajoy ya le habría pedido a Barberá que asumiera ella la responsabilidad de encabezar la lista autonómica durante el famoso encuentro entre ambos en La Moncloa.
Barberá aún no está convencida y se resiste a la iniciativa, aunque es consciente que tendrá que asumirla, como ya ha transmitido a sus asesores. De hecho, en el Debate del Estado de la Ciudad de Valencia, celebrado la semana pasada, la primera edil no intervino y dejó el protagonismo al vicealcalde, Alfonso Grau. Él sería quien asumiría la Alcaldía en el caso de que Barberá abandonara la misma para ir hacia el Palau.
De la decisión de Rita, si es que la ha tomado, y su comunicación con Rajoy dependen el futuro de Alberto Fabra. Eso sí, no sería nunca antes del 9-N, fecha para la consulta de Cataluña, pero tampoco mucho después de Navidad. La convención nacional del PP a nivel nacional se celebrará a finales de enero y para entonces desde la organización calculan que todos los candidatos autonómicos, y de capitales de provincia, estarán presentados. Esto incluiría Madrid (comunidad y capital) y Comunitat Valenciana (a nivel autonómico y también Alicante y Valencia, si es que Rita lo deja).
El presidente del PP de Valencia, Alfonso Rus, dio la pista a principios de esta semana: «El partido decidirá a finales de noviembre o diciembre». Si es finalmente Barberá, incluso se especula con la posibilidad de que releve a Alberto Fabra este mismo año. La condición de parlamentaria de Barberá, según las mismas fuentes, sería clave en la decisión de Rajoy, por entender que ser candidata desde la Presidencia da cierta ventaja.
Pero no solo Rita Barberá estaría en esta carrera sucesoria. Otras fuentes apuntan que la otra opción es la coordinadora general del PPCV, Isabel Bonig, a quien se sitúa en el cargo en lugar de Castellano para ir preparando su candidatura. En todo caso, estaría en la recámara en el caso de que Barberá finalmente no diera el paso definitivo que le pide Mariano Rajoy.
Interinidad
Las opción de Bonig conlleva, en todo caso, un escenario implícito: un presidente temporal hasta las elecciones, puesto que la actual consellera de Infraestructuras no es parlamentaria y no podría ocupar el cargo. Si Rajoy decide que Bonig sea la candidata, bien Fabra pasaría los últimos meses en el Palau de la Generaltiat sabiendo que no repite (con la consiguiente frustración y falta de tensión necesaria para prepa rar una contienda electoral) o la sustituiría José Císcar, vicepresidente del Consell, cuyo futuro se vincula más a Alicante. Sería una interinidad parecida a la que ya tuvo la Generalitat Valenciana con José Luis Olivas, que quedó al cargo de la Administración mientras Eduardo Zaplana se marchaba como ministro de Trabajo y llegaba Francisco Camps, entonces delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana.
Císcar no supondría ningún problema. Maneja el entramado de la administración y dejaría el puesto a Bonig tras las elecciones sin problema, si es que gana el PP, puesto que se vincula más a la Diputación de Alicante.
La baza de Bonig sería respaldada por Alfonso Rus y el propio José Ciscar. Precisamente por eso, una parte del partido recela de esta opción, ya que entiende que quedaría hipotecada por ambos.
De todas formas, Bonig es la gran alternativa a Barberá, si la alcaldesa no acepta. La tercera vía en el PP pasa porque Barberá sea la candidata y que Bonig vaya de 'número dos'. La castellonense ya maneja los resortes del partido en su condición de coordinadora general y, si fracasa Barberá, sería sencillo una 'transición amable', como se dice ahora. Es decir, la alcaldesa de Valencia dejaría que fuera Bonig la nueva líder también en la Cámara autonómica y, posteriormente en el partido. Eso sí, tutelada por la vieja guardia.
Esto le permitiría preparar las elecciones generales de noviembre, en las que el PP no puede despistarse.
Cuatro opciones. Cuatro posibilidades y solo una respuesta, pendiente de un puro. ¿Alguien tiene lumbre para encenderlo?
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