Rejoneo de alto voltaje

Un rejoneador consagrado -Andy Cartagena-, una amazona que con esfuerzo y trabajo está entrando en los grandes ciclos -Lea Vicens-, y un jinete novel dispuesto a remover el escalafón -Ginés Cartagena- conforman la terna de toreros a caballo con la que concluirá la Feria de Hogueras 2016. Ante ellos, toros de Fermín Bohórquez. Si nos atenemos al juego que dieron los que lidió Manuel Manzanares el pasado viernes, dudas cuanto menos de cómo pueda mañana se juego.

Veinte años hace que Andy Cartagena comenzó su andadura. En estas dos décadas se ha evidenciado su evolución hasta llegar a combinar clasicismo y espectacularidad en sus actuaciones. Cuadra tiene para decantarse por cada uno de estos conceptos, a tenor de cómo discurran las tardes. Está completando una temporada de triunfo en éxito. Pero no son de cualquier modo. Sí, rotundos e incontestables. En el recuerdo, y ciñéndonos únicamente a Alicante, la tarde que ofreció el 21 de junio del pasado año cuando acabó desorejando a los dos toros de Bohórquez de su lote. Ha renovado, además, parte de su cuadra. Y esto no le ha supuesto rémora alguna.

La francesa Lea Vicens sorprendió el pasado año en su debut en Alicante. Una vez que templó los lógicos nervios se la vio como una rejoneadora que ha asimilado el concepto clásico, fruto de las enseñanzas de los hermanos Peralta. Pero es que, a éste, le añade su propia personalidad: el coraje propio de quien se ha hecho a sí misma. Ésta es la temporada de su lanzamiento. Confirmó alternativa el pasado San Isidro y cortó una oreja. Antes pasó por Valencia y Sevilla, entre otras plazas, dejando una buena impresión.

Ginés Cartagena debuta en Alicante. Ésta es una plaza en la que su padre, de idéntico nombre artístico, actuó por última vez el 11 de febrero de 1995 en el festival-homenaje a Emilio García 'El Lince', cortando las dos orejas a un novillo-toro de Sánchez Arjona. Si el concepto del llorado Cartagena se basaba en la espectacularidad extrema, no le va a andar a la zaga su hijo. Sólo hay que esperar que esas ansias por agradar no le supongan precipitaciones. No pasará desapercibido. Seguro.