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J. M. ORTUÑO
Jueves, 5 de junio 2014, 00:03
Valencia. «Aunque se venda como algo natural, se trata de una sustancia química, diez veces más potente que la marihuana y provoca brotes de parkinson transitorio». Así de contundente se mostró el doctor Gonzalo Haro para alertar a la población de los efectos negativos que genera el consumo de 'spice'.
El profesor de medicina ha liderado el grupo que estudia este primer caso descubierto en el mundo sobre las consecuencias de consumir esta sustancia que se «puede adquirir muy fácilmente en tiendas de derivados del cannabis o por Internet». En estos instantes, hay un limbo legal en España, «por lo que está permitida su venta», lo que no sucede en otros países.
El 'spice', «que químicamente se conoce como JWH», es una sustancia «sintetizada en laboratorios, sobre todo de Asia» que se «impregna en hierbas naturales (como la alfalfa) y quien la toma tiene una sensación similar a la de fumarse un porro», aunque es más peligrosa.
Los médicos habían realizado pruebas en el laboratorio y sabían qué ocurría, puesto que en ratones ya se producían reacciones idénticas, aunque no se ha podido saber en humanos hasta encontrar un caso. «Una joven vino porque se había quedado en una posición similar a la un motorista o una Mantis Religiosa: encorvada, rígida y con las manos hacia abajo», describió Haro.
El desorden en el movimiento detectado en este caso, similar al que se produce cuando alguien queda en estado catatónico, consiste en la pérdida de armonía al caminar y la rigidez de cuello, cabeza y brazos.
La circunstancia que encontraron era, por tanto, de extrema gravedad, ya que no sólo produce efectos negativos en el sistema cerebral, también en el motriz. «Esto no es un brote psicótico, sino de parkinson transitorio que perjudica la zona del cerebro relacionada con el movimiento», advirtió el médico antes de añadir que lo que también les alarma es que en el futuro pueda haber gente «que padezca parkinson por haber abusado de esta droga».
La paciente del doctor Haro tomó 'spice' «durante un año. Se fumaban medio gramo entre seis o siete amigos, por lo que nos contó. Es decir dos porros al día», aunque con la potencia que tiene, «es como si se fumara 20». En estos instantes, la joven sigue en tratamiento y ha dejado de tomar esta sustancia, «por lo que de momento parece que se ha recuperado». Pese a ello, Haro destacó que esta droga la «toma el 1,1 por ciento de los adolescentes», de modo que ya han advertido a los especialistas de que les pueden llegar nuevos casos.
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