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D. G.
Sábado, 13 de septiembre 2014, 00:01
El 12 de agosto de 1994, hace ahora prácticamente 20 años, LAS PROVINCIAS abría su portada con el «desastre» ocurrido en el parque natural del Montgó: las llamas habían arrasado el día anterior la ladera norte y la cima del macizo y obligado a desalojar a los vecinos de La Marquesa y La Colonia, que tuvieron que pasar la noche en un colegio. Cinco años después, otro gran incendio registrado en una zona cercana calcinó otras 400 hectáreas del parque e, incluso, llevó a los servicios de emergencias a plantear la posibilidad de evacuar por mar a los vecinos afectados. Las dificultades que encontraron para los desalojos hizo que los residentes criticaran duramente el plan de evacuación llevado a cabo.
Más recientemente, en concreto el pasado mes de mayo, los servicios de emergencias y extinción tuvieron que desalojar y evacuar a otros 800 vecinos, principalmente en la zona de Los Lagos de Jesús Pobre, en el suroeste del parque. Los investigadores de la Guardia Civil determinaron que el incendio había sido provocado, aunque finalmente sólo afectó a 40 hectáreas.
Incluso el verano pasado también sufrió otro incendio, éste provocado por una negligencia en la carretera de Dénia a Xàbia, en la zona del Cabo de San Antonio. Siete personas (dos americanos y cinco irlandeses) que celebraban una fiesta y lanzaron varias velas encendidas en artilugios voladores fueron detenidas por un delito de incendio por imprudencia grave.
Y éstos son sólo algunos de los más de 30 incendios de distinta magnitud que ha sufrido el parque en las dos últimas décadas, cinco de ellos especialmente graves, según recordaron ayer desde la Asociación Profesional de Agentes Medioambientales de la Comunitat (APAMCV).
Este elevado número de fuegos llevó a los vecinos de la zona a creer que la mayoría estaban siendo provocados. En marzo de 1987 el Montgó fue declarado parque natural, por lo que se incrementaba exponencialmente la protección del parque. Sin embargo, los residentes advertían que tras el paso de las llamas comenzaban a proliferar urbanizaciones y chalets, por lo que achacaban a intereses económicos y urbanísticos la aparición cada vez más habitual de fuegos en el entorno del parque.
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