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Isabel Domingo
Viernes, 7 de noviembre 2014, 00:46
Primera hora de la mañana en Valencia, entre las 8.00 y las 9.00 horas, y las cámaras de tráfico registran cientos de lucecitas detenidas en las principales entradas a la ciudad. Son los atascos de hasta seis kilómetros en la V-31 (pista de Silla) y de hasta dos en la V-30 y en la V-21 que se producen habitualmente en las horas punta y en fechas con mayor volumen de tráfico. Tanto con lluvia como sin ella.
También los accidentes de tráfico están detrás de estas retenciones que, en las últimas semanas, son prácticamente diarias. El lunes, un camión volcado en la V-30 a la altura de Malilla y otro en la CV-35 en Bétera sentido a Valencia. El domingo, la avería de dos vehículos causó retenciones de hasta 13 kilómetros en la pista de Silla. La semana pasada, dos siniestros en el by-pass provocaron su colapso y de forma colateral los de la V-30 y la V-21.
EN CONTEXTO
Unos problemas que evidencian las carencias de unos accesos que llevan años con proyectos de ampliación y de mejora pendientes de ejecutar y que han quedado en el cajón por la falta de asignación presupuestaria del Ministerio de Fomento.
Es el caso de la V-31 (la autovía de acceso a Valencia por el sur), que posee el dudoso honor de tener los siete kilómetros con mayor número de accidentes de toda España, según un informe de la Fundación RACC presentado el pasado abril.
Fomento adjudicó por 1,43 millones a Acciona Ingeniería la redacción de los proyectos de trazado y construcción de mejoras funcionales de seguridad vial y capacidad de la autovía V-31 a lo largo de diez kilómetros, entre Silla y Valencia. Era diciembre de 2012 y ya se reconocía que la carretera, con unos 112.000 vehículos diarios (el 93% coches), concentraba «presencia habitual de retenciones que genera un gran número de accidentes por alcances».
El proyecto perseguía una ampliación de tres a cuatro carriles en ambos sentidos, la construcción de un nuevo viaducto sobre el cauce del Turia, que iría en paralelo al actual. Una propuesta que se redactó cuatro años después de la lanzada por la Conselleria de Infraestructuras, que planeaba una nueva pista de Silla en paralelo a la actual que se financiaría con la ejecución de diferentes planes urbanísticos, como el de Nou Mil.leni de Catarroja.
Ni una ni otra llegaron a verse sobre la carretera, cuya última intervención ha estado vinculada a los accesos al parque comercial de una multinacional del mueble, lo que implicó la creación de nuevos viales en ambos sentidos de la V-31 a través de un paso elevado.
13 millones de inversión
El caso de la V-30, con una intensidad media diaria de 75.000 vehículos en algunos puntos, es similar, pues su ampliación se acordó para 2011 e incluso se encargó un informe a la consultora Typsa que debía abordar posibles alternativas para mejorar su capacidad. Según calculó Fomento en 2007, estas obras tendrían un coste de 125 millones.
Paralizada esta opción por su elevado coste, la Cámara de Contratistas de la Comunidad Valenciana (CCCV) ha reclamado la ejecución del paso inferior de Xirivella, un túnel de dos kilómetros que permitiría enlazar la V-30 con la A-3 en dirección al puerto de Valencia y que quedó separado de las obras del tercer carril de la A-3. El proyecto de construcción está sobre la mesa de la Dirección General de Carreteras del ministerio varios años y requiere 13 millones para su ejecución.
EN CONTEXTO
Según este baremo, el coste de accidentalidad de este año ya triplica el presupuesto de 2015 asignado por Fomento para conservación y seguridad vial, que asciende a 61,38 millones. Hasta agosto, se han registrado 2.110 accidentes con víctimas.
«Agilizaría y economizaría el transporte de mercancías y contenedores de Madrid hacia el puerto, además de reducir las retenciones y de liberar a Xirivella del paso de camiones», resaltó su director-gerente, Manuel Miñés, quien recordó que la seguridad vial «no es sólo invertir en conservación y mantenimiento de carreteras sino también en aplicar medidas de descongestión de tráfico».
Asumir el coste de las obras de una carretera y cobrarla al finalizar, cuando se entrega ya ejecutada a la Administración. Este sistema, conocido como método alemán, es la fórmula que han planteado los contratistas a Fomento para reanudar algunas carreteras.
En este sentido, Miñés alertó de que el 12% de la red viaria presenta deterioros estructurales y recordó que la Comunitat cuenta con 42 puntos negros en las carreteras, de los que 28 se concentra en la provincia de Valencia (cinco de ellos en la V-30 y otros cinco en la V-31).
Este tramo, que pasa de tres a dos carriles, es una de las viejas aspiraciones del Ayuntamiento de Valencia. Se sacó a información pública el pasado febrero, al igual que el estudio de impacto ambiental, aunque Fomento no ha dado plazos para las obras.
El tercer acceso a Valencia que también registra colapsos es la entrada por el norte, la V-21, que tiene pendiente de ampliación el tramo comprendido entre el barranco de Carraixet y Valencia, lo que provoca que se pase de los tres carriles desde Puçol a los dos a la altura de Alboraya, provocando un cuello de botella por los cerca de 67.000 vehículos diarios que transitan. Aunque el proyecto se sometió a información pública a comienzos de este año, los Presupuestos del Estado para 2015 apenas destinan 100.000 euros para iniciar las obras de los 19,9 millones que costarán.
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