Secciones
Servicios
Destacamos
J. A. MARRAHÍ
Sábado, 22 de noviembre 2014, 00:05
Esperanza (nombre ficticio) llama «mamá» a su madre de acogida. Ella, Antonia (también nombre inventado para proteger la identidad de la menor) es una vecina de Alcoy de 51 años. La ha cuidado desde que era un bebé y la Generalitat se la entregó en régimen de acogimiento permanente en 2012. Esperanza, apartada por su propio bien de su familia biológica desestructurada, ha crecido. Tiene ya tres años y medio. «No ha conocido más familia que la nuestra, pero ahora tengo que explicarle que es posible que un día de estos vengan dos hombres y se la lleven con otra familia buena y con su hermanita». Y entonces la niña responde: «Pero mamá, si esta es mi casa, ¿Cómo me voy a ir a otra?».
Lea la información completa en la edición impresa o en Kiosko y Más.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Una luna de miel que nunca vio la luz
El Comercio
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.