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MARINA COSTA
Sábado, 22 de noviembre 2014, 00:05
La lucha que lleva la pequeña Alba y sus padres desde hace cuatro años no tiene tregua, pero cada batalla ganada llena sus vidas de esperanza. Alba era una niña risueña y feliz hasta que una parada cardiorespiratoria, mientras esperaba un Samu en un ambulatorio, la sumió en la ocuridad. Sus días quedaron rotos y se llenaron de dolores y llantos continuos. No había nada que calmara a la pequeña, excepto los mimos de sus padres, Ana y Miguel, sus dos incondicionales ángeles de la guarda que aparcaron sus vidas para luchar con y por Alba.
Pero la pequeña no podía moverse. Sufría graves daños cerebrales y no podía tragar. Llevaba una sonda nasogástrica y tomaba 14 medicamentos diarios.
Cuatro años después, Alba ha obrado el milagro. Puede ver un 70%, se puede sentar, toma la mitad de medicaciones y el 50% de las dosis y hace dos semanas pudo probar dos sólidos blandos exquisitos: Las magdalenas y la tortilla de patatas. A Ana, su madre, se le encoge el corazón cuando recuerda lo que le dijeron los médicos: «No perdáis el tiempo». Por eso, cada vez que ve a su hija levantar unos segundos el cuello, a ella le parece pura magia.
La lucha de Alba y su familia ha recorrido medio mundo. En Bruselas le hicieron el primer aparato para corregir la rigidez y la deformidad de los pies; y en Bilbao le fabricaron un traje especial para poder mantener el tronco erguido. Para pagar todos los tratamientos, su familia puso en marcha decenas de campañas para consegir fondos. La última será una cena elaborada por seis cocineros y un panadero. Además, miles de camisetas vendidas, toneladas de tapones recogidos, fiestas, un documental que ha recibido varios precios y hasta carreras populares. Horas de esfuerzo y muchísimo sacrificio están cambiando la vida de Alba y la de los suyos. «Han sido cuatro años de emociones, muchas lágrimas pero también de grandes alegrías», recalca Ana.
A lo largo del camino, miles de personas han acompañado a esta familia de luchadores y también han celebrado sus metas. "Nos han ayudado tantísimas personas en todo este tiempo, que no tenemos bastantes palabras de agradecimiento», recalca su padre, Miguel, a quien la lucha también le ha pasado factura con una parálisis facial a la que está dispuesto a vencer.
La terapia therasuit, que realiza Alba durante seis horas diarias en la clínica de Torrent, está logrando mediante la estimulación grandes avances. Alba puede mover un poco los brazos, comunicarse con sus padres mediante algunos sonidos y levantar un poco la cabeza. Desde su estancia en Bruselas recuperó la sonrisa y se la regala a sus padres cada vez que cruza una nueva meta.
Una cámara hiperbárica lleva el oxígeno a todo su cuerpo para regenerar los daños sufridos y los resultados están siendo «maravillosos». Pero cada mes de terapia completa tienen un coste de 2.400 euros. «Hay meses que podemos asumir todos los tratamientos pero no siempre».
Para que Alba pueda seguir dando pequeños pasos en su recuperación, seis grandes cocineros se han puesto manos a la obra para preparar una Cena de los Sentidos, cuya recaudación irá a parar íntegramente a la Asociación Alba Ojeda.
Carito Lourenço, Joaquín Schmidt, Julio Colomer, Vicente Patiño, Germán Carrizo y Jorge de Andrés elaborarán este menú sensorial para emocionar, con la colaboración de un nutrido número de entidades y profesionales gastronómicos, como son el equipo de Casitodoslosentidos, Socarrat Studio, Unipro, Jesús Machi, grupo La Sucursal, Javier de Andrés, MesqueBarmans, Ostrarium, Manglano, DG3 Gastrónoma o Producciones Espumadera. Será el próximo 8 de diciembre en La Rambleta.
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