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MARINA COSTA
Martes, 3 de febrero 2015, 01:06
El ruido de las motosierras no paró de sonar ayer en El Puig. El vaciado de la montaña de la Patà para eliminar centenares de pinos afectados por la voraz plaga del Tomicus ha empezado a cambiar la imagen de este pulmón verde.
Los operarios comenzaron a media mañana las talas masivas para retirar los ejemplares afectados. El impacto visual del lugar avanzará en los próximos días con la retirada obligada de los pinos muertos o sentenciados por el insecto. «No sabemos todavía la cantidad de árboles que se van a retirar pero seguro que la cifra sobrepasará el medio millar», explicó ayer el concejal de Agricultura y Medio Ambiente, Vicente Puchol.
Todo el material talado se cortará en fragmentos y se retirará «antes de un mes. Estamos siguiendo las directrices marcadas por la Consellería en este tema y la tala de ejemplares dañados es obligada».
La situación ha traído consigo el cierre de los accesos a la zona montañosa de El Puig por una cuestión de seguridad. «Hay ejemplares muertos y ramas secas y con el viento de estos días hemos tenido que tomar todas las precauciones posibles».
Los trabajos de retirada de árboles proseguirán en las próximas jornadas y, al final de la semana, se podrá calcular el impacto de la plaga.
Sin embargo, El Puig está dispuesto a levantar de nuevo su principal enclave natural con la creación de una comisión gestora que estudiará «el modo de recuperarlo». Para ello, pondrá en marcha una especie de cónclave formado por «todos los grupos políticos, expertos y hasta historiadores del municipio» que ayudarán a 'reinventar' La Patà.
Una vez retirados los ejemplares afectados, el consistorio instalará algunas trampas. Sin embargo, la principal actuación tendrá que venir de la mano de una amplia replantación y no será sólo a base de pinos.
«Tenemos que estudiar todas las posibilidades en lo que a especies se refiere para optar por la mejor solución y esta vez no sólo recurriremos a coníferas. Diversificaremos las especies para evitar que una plaga de estas características pueda volver a dañar la montaña».
Con esta tala, ya es la segunda que efectúa El Puig. En la primera, las motosierras se llevaron por delante más de 300 ejemplares pero, en esta segunda tanda, las previsiones de los técnicos son mucho menos halagüeñas. El rápido debilitamiento de los pinos por la extrema sequía ha multiplicado por diez los efectos de una plaga que está acabando con pinadas enteras en puntos como El Vedat de Torrent, la Canyada de Paterna o La Costera en Puçol.
En el caso de La Patà, el asunto se complica porque esta montaña está formada, en su mayor parte, por rodeno y el sustento y el sustrato del que disponen los árboles siempre ha sido muy escaso.
La ausencia de talas preventivas y reforestaciones en décadas anteriores acabó por dejar crecer ejemplares «de poco calibre y débiles que no han podido crecer como debieran al estar en unas circunstancias tan poco propicias». Todas estas 'ventajas' son las que ha aprovechado el Tomicus, un insecto perforador cuya presencia se extiende a pasos agigantados por toda la Comunitat.
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