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Daniel Guindo
Jueves, 12 de febrero 2015, 13:36
Los temores de los expertos en plagas se han hecho realidad y el temido mejillón cebra no ha detenido su expansión en el Azud de la Marquesa, pese a que prácticamente se encuentra en la desembocadura del río Júcar. La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) confirmaba ayer que el bivalvo invasor ha comenzado a extenderse también por el recién estrenado trasvase Júcar-Vinalopó; canal que, desde la pequeña presa de Cullera, enviará agua hasta el río alicantino a través de una serie de estaciones de bombeo y balsas.
La CHJ ya ha dado traslado de instrucciones precisas tanto a Acuamed, empresa pública que gestiona la infraestructura, como a las comunidades de regantes para tratar de minimizar los daños que esta especie alóctona puede originar en toda la red hídrica. Se trata, principalmente, de la adopción de medidas profilácticas y de limpieza con cloro, acciones de vaciado y secado de las bombas e, incluso, de la aplicación de pinturas deslizantes, para evitar que este molusco pueda adherirse a las canalizaciones, según explicaron fuentes de la confederación. El objetivo principal es reducir al máximo el deterioro y los daños que la proliferación del mejillón cebra origina en las infraestructuras hídricas; así como también evitar que se extienda por el río Vinalopó. "Es difícil que llegue, pero el riesgo cero no existe", advirtieron desde la CHJ.
Al respecto, el director del Museu Valencià dHistòria Natural y profesor de control de plagas del máster de la Universitat de València, Alberto Martínez-Ortí, auguró que será cuestión de tiempo que también termine por colonizar el Vinalopó.
Este especialista en moluscos explicó que la reproducción del mejillón cebra es muy elevada. "Ponen miles de huevos y la fecundación es muy alta. Además, se dejan llevar por el agua y las larvas pueden, incluso, nadar", advirtió el profesor.
Un colapso total
Sobre los problemas que pueden originar, Martínez-Ortí indicó que este bivalvo invasor se fija en las canalizaciones y tuberías y empieza a crecer por lo que llega a colapsar los canales, tubos de riego y las entradas y salidas de agua, originando que tanto los agricultores como la Administración tengan que destinar importantes cuantías económicas a la limpieza de estas infraestructuras, que en la mayor parte de los casos debe realizarse a mano.
"Para los ríos son una enfermedad crónica. Llegará un momento que la población se estabilizará y que limpiar los canales se convierta en una rutina", auguró.
Sobre las posibles medidas a adoptar, además de las propuestas por la confederación, este experto propone, además, generar una serie de filtros que, sin embargo, también tienen un coste económico. "Lo que se está utilizando actualmente son unas microcápsulas de cloruro potásico que el mejillón las ingiere y muere, mientras que en el resto de especies no causan tanta mortandad", comentó. Sin embargo, todavía no existe una solución definitiva que satisfaga todas las necesidades.
Por otra parte, la nueva expansión del mejillón cebra no se limita sólo al canal Júcar-Vinalopó. Tanto este especialista como otros expertos consultados por LAS PROVINCIAS están convencidos que en el lago de la Albufera habitan ya larvas del bivalvo invasor y de otra peligrosa especie alóctona, la almeja asiática. "Seguro que ya hay larvas, y en cuestión de meses podrían encontrarse ejemplares adultos que, probablemente, ahora estén en el fondo", advirtió Martínez-Ortí.
Además de la facilidad con la que se desplazan estos moluscos, las larvas pueden moverse de un lugar a otro simplemente adheridas en las patas de aves y roedores, o en los aparejos y botas de los pescadores, de ahí que, en su opinión, sea cuestión de tiempo que salten las alarmas en el paraje natural valenciano.
A nivel medioambiental, el mejillón cebra entra en competencia directa con otras especies. Incluso, llega a adherirse a sobre las conchas de los bivalvos autóctonos, y hasta se han encontrado ejemplares sujetos a cangrejos, puesto que tienen la capacidad de soltarse y volver a colonizar otro espacio. Para sobrevivir, consumen oxígeno y eliminan el fitoplacton, por lo que la penetración de la luz hasta el fondo es más intensa y afecta también a la vegetación subacuática.
También pone en riesgo la seguridad humana, inutilizando los sistemas de refrigeración de las centrales eléctricas y nucleares. En zonas aptas para el baño, se acumulan en las orillas hasta hacerlas impracticables y, si baja el nivel de las aguas, mueren y el olor a putrefacción hace insoportable permanecer en las inmediaciones.
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