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Daniel Guindo
Viernes, 13 de marzo 2015, 13:46
Los manantiales de la playa de las fuentes de Alcossebre drenan el acuífero del Maestrazgo, un almacén de aguas subterráneas que, al menos hasta ahora, contaba con una gran cantidad de recursos y con un reducido número de explotaciones. Sin embargo, y por primera vez en los últimos 20 años, se encuentran totalmente secos, según advierte Bruno Ballesteros, jefe de la unidad de Valencia del Instituto Geológico y Minero de España, y auténtico especialista en aguas subterráneas de la Comunitat.
Este hecho ejemplifica la situación por la que están atravesando los acuíferos valencianos debido a la intensa sequía que durante el último año y medio ha venido castigando la autonomía. "A extremos como este aún no habíamos llegado", apunta Ballesteros. Otro ejemplo se encuentra en los ríos Bullent y Molinell, que riegan por el norte y por el sur, respectivamente, la Marjal del Pego y que están "prácticamente parados, no tienen casi flujo", añade este profesional.
"Llevamos más de un año con una ridícula y escasísima pluviometría, en algunas zonas con entre un 10 y un 15% de lo habitual, una falta de lluvias que está teniendo una importante repercusión sobre los acuíferos", lamenta el experto. "Estamos en una situación bastante al límite que afecta especialmente al abastecimiento del campo, pero que ya está originando algunos problemas a poblaciones como Villafranca, Chiva o pequeños municipios de la Marina Alta, que se nutren de aguas subterráneas", describe. La sequía, por tanto, amenaza ya el abastecimiento de agua potable de las pequeñas localidades que dependen casi exclusivamente de los almacenes subterráneos.
Municipios de Castellón, del entorno del Maestrazgo, del centro de la provincia de Valencia, especialmente en la Hoya de Buñol y la Marina Alta, viven ya bajo el riesgo del descenso experimentado en las reservas de los acuíferos. Las escasas lluvias registradas durante este tipo tampoco han contribuido a recargarlos. "El suelo está tan seco que absorbe todo el agua y no deja que alcance los acuíferos", asevera Ballesteros.
Desde 1950, momento a partir del cual la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) tiene datos fiables de toda la Comunitat, la región no había registrado un año hidrológico tan seco como el último (entre el 1 de septiembre de 2013 y el 31 de agosto de 2014), con una precipitación media de 213,4 litros por metro cuadrado (menos de la mitad de lo habitual), situación calificada por Aemet como "extremadamente seca". La falta de lluvias se cebó especialmente con las comarcas de La Safor, La Ribera, LHorta y Camp de Morvedre.
La esperanza de que cambiara la tendencia durante el pasado otoño y este invierno cayó, finalmente, en saco roto, ya que los últimos seis meses han acumulado un déficit medio de lluvias del 20%. Sin embargo, como recuerda el jefe de Climatología de la delegación valenciana de Aemet, José Ángel Núñez, "en la zona litoral del sur de Valencia y del norte de Alicante el acumulado es inferior al 50%, es decir, en estos seis últimos meses no ha llovido ni la mitad de lo que suele ser normal, por lo que el déficit es superior al 50%".
Esta falta de lluvias, que ha derivado en el progresivo descenso en las reservas de los almacenes subterráneos, ha hecho que se tengan que reducir los caudales de muchos pozos y volver a perforarlos para hacerlos más profundos. La calidad del agua también ha empeorado, sobre todo en los acuíferos más próximos a la costa, añade, al respecto, el especialista del instituto geológico español.
En alerta máxima
La situación del agua superficie, almacenada en los embalses, tampoco es mucho mejor. Al respecto, el último informe de seguimiento de indicadores de sequía de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), del mes de enero, es demoledor. La cuenca afronta la primavera con tres sistemas de pantanos en situación de emergencia, dos en alerta, tres en prealerta y sólo uno en situación de normalidad, con sólo un 44% de su capacidad. Con este panorama, los expertos consideran urgente la llegada de agua a la Comunitat para no pasar apuros en verano.
La del Júcar es la única cuenca española con menos de la mitad de agua embalsada que su capacidad total. Sólo los enormes pantanos de Alarcón y Contreras, en Cuenca, salvan los muebles, almacenando más de 1.000 hectómetros cúbicos de los 1.400 de los que dispone, en la actualidad toda la cuenca, 322 menos que hace sólo un año. En este punto, los pantanos más castigados son los de la Marina Baja y el Serpis (al 23%) y los del Turia (al 30%), según los datos que, a fecha 2 de marzo, contabiliza la confederación.
Sobre ello, el experto del Instituto Geológico quiso hacer dos apreciaciones. Por un lado, recuerda que el agua de origen subterráneo de la cuenca del Júcar supone, prácticamente el 75% de sus recursos, "por lo que si se agotan los acuíferos y sigue sin llover, los ríos estarían secos en un mes y medio".
Por otro, apunta que la provincia de Alicante, pese a ser la más castigada por la sequía, cuenta con infraestructuras como las desalinizadoras y las aportaciones de los canales del Taibilla, que ofrecen un colchón de seguridad a la capital alicantina y las principales ciudades costeras. En esta línea, apunta a que el canal Júcar-Turia protege el abastecimiento de Valencia, pero en la provincia de Castellón casi el cien por cien de los municipios depende de las aguas subterráneas, así como buena parque de los municipios más pequeños de la provincia de Alicante.
Mayores olas de calor
La tendencia climatológica de la Comunitat parece que no va a mejorar la situación. José Esteban Capilla, investigador del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de Valencia, señala que, debido al cambio climático, "la tendencia apunta a un calentamiento; las olas de calor serán peores de las que tenemos ahora y lo previsible es que las sequías sean más graves". Al respecto, según un estudio elaborado conjuntamente por Capilla y otros dos investigadores de la institución, Miguel Ángel Pérez y Vicente Chirivella, durante los próximos 30 años los ya escasos recursos hídricos de la cuenca del Júcar sufrirán un descenso cercano al 20% de media, aunque en algunas zonas, precisamente las más sensibles como la cabecera de los ríos Júcar y Cabriel o la zona sur de la provincia de Alicante, la caída podría alcanzar el 30%.
Además de los problemas en la agricultura y el desabastecimiento que amenaza ya a las poblaciones que se nutren de acuíferos, el progresivo aumento de las temperaturas y descenso de las precipitaciones, originará la aparición de nuevos conflictos como "nuevos insectos que no son propios de este territorio y podrán llegar a subsistir aquí o que nos veamos obligados a cambiar los productos agrícolas porque los actuales no sean los más adecuados", explica.
Los fenómenos extremos no sólo se refieren a las olas de calor o la sequía. Las lluvias tenderán también a concentrarse en trombas de agua que se traducirán, en buena parte de los casos, en avenidas, "que son difíciles de regular y generalmente es un agua que se pierde y que produce daños por erosión en la capa vegetal, por lo que tampoco se infiltra", señala el investigador.
El panorama, por tanto, es poco alentador, y los agricultores esperan ya con cierta impaciencia el prometido Real Decreto de Sequía, tanto para la cuenca del Júcar como para la del Segura.
En lo referente a la cuenca valenciana, el Gobierno central adoptará "medidas administrativas excepcionales para la gestión de los recursos hídricos y para corregir los efectos de la sequía en el ámbito de la Confederación Hidrográfica del Júcar", según reza el borrador de la norma.
Hasta finales de año, el decreto, por un lado, facultará a la CHJ a limitar y restringir las concesiones que sobre el dominio público hidráulico tenga autorizadas hasta que los niveles de reserva mejoren. El organismo, incluso, podrá obligar a acometer obras para mejorar la gestión de los citados recursos. El bastecimiento de las poblaciones primará, por ejemplo, sobre los caudales ecológicos.
Por otra parte, prevé la puesta en marcha de obras por valor de 9,45 millones de euros, centradas en mejorar las mediciones de caudales, la construcción de nuevos pozos de sequía, la modernización de los riegos del Turia y nuevas canalizaciones para distribuir el agua de la desalinizadora de Xàbia.
En el ámbito alicantino y murciano, la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) daba esta semana el visto bueno al decreto, cuya aprobación está prevista para principios de abril, según la directora general del Agua del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Liana Ardiles. En esta cuenca, se busca principalmente agilizar la incorporación del agua desalada a la red y poner en marcha una batería de nuevos pozos de sequía.
En general, en esta cuenca hay prevista una inversión de unos 30 millones de euros, que incluye la construcción de la conexión con el murciano Valle del Guadalentín.
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