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J. BATISTA
Sábado, 24 de octubre 2015, 00:11
valencia. La empresa Emxys radicada en el parque científico de la Miguel Hernández de Elche lidera un consorcio español que participa en uno de los proyectos más ambicioso del sector aeroespacial. Se trata de la misión Mars Sample and Return (MSR) de la Agencia Espacial Europea, que si todo va bien permitirá traer de vuelta a la Tierra rocas, piedras y arena tomadas de la superficie del planeta rojo a partir de 2020.
No se puede perder de vista que nunca se ha conseguido el hito de retornar muestras de otro planeta, cuyo valor científico sería impagable. Un antecedente parecido, el programa Apolo de la Nasa, permitió desarrollar la teoría más aceptada en la actualidad de la formación del satélite gracias a los kilos de rocas recogidos, mientras que las dos sondas que hasta el momento han traído de vuelta partículas de polvo captadas en asteroides han servido para afinar los modelos que explican la formación del Sistema Solar.
Además de Emxys, participan la empresa Aurorasat, radicada en el parque científico (CPI) de la Universitat Politècnica, el grupo de Radiación Electromagnética del Instituto de Telecomunicaciones y Aplicaciones Multimedia (iTEAM) de esta misma institución y la empresa madrileña GMV.
En síntesis, MSR consistirá en lanzar una nave que llegará a la órbita marciana y arrojará una sonda a la superficie, que incluirá un rover que se encargará de recoger medio kilo de material que se introducirá en una cápsula que será devuelta al espacio, a los alrededores de Marte, mediante un sistema de despegue. Y aquí es donde entra en juego la labor del consorcio, que ha consistido «en el concepto de la cápsula contenedora -de 25 centímetros de diámetro- y en el diseño de la electrónica que permita al orbitador ir a buscarla con una precisión de metros», explica Francisco García de Quirós, ingeniero de Telecomunicaciones formado en la UPV que junto al experto en Ingeniería Electrónica José Antonio Carrasco (UV) impulsó la empresa ilicitana.
García de Quirós destaca que esta nave orbital será autónoma, por lo que tendrá que guiarse gracias a 'su' sensor de navegación incluido en la esfera y basado en un sistema de radiofrecuencia, de manera que pueda localizarla y efectuar las correcciones de trayectoria necesarias para su captura, para a partir de ahí volver a la Tierra. Para hacerse una idea, la distancia entre ambos elementos se prevé de 3.000 kilómetros. «Es como si estando en una playa de Valencia o Alicante apuntáramos en la dirección exacta para encontrarnos una pelota situada en el Cairo», añade, a modo de ejemplo gráfico de las complicaciones de la operación.
Por su parte, Aurorasat y el iTEAM se han encargado del diseño de una antena integrada en las esfera «de características más que interesantes», en palabras del experto. Añade más información Mariano Baquero, investigador del citado instituto. «Es clave para el encuentro entre el satélite y el equipo que tomará las muestras. Entre sus características permite buscar el satélite en cualquier dirección y su diseño evita cualquier interferencia con elementos clave del sensor», señala.
La aportación de GMV ha servido para completar el estudio de simulación de la aproximación y la captura de la cápsula, lo que ayudará a pulir el comportamiento de los diferentes elementos en la órbita marciana. El prototipo ya ha sido presentado a la ESA.
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