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Daniel Guindo
Domingo, 25 de octubre 2015, 20:13
El último informe de seguimiento de indicadores de sequía en el ámbito territorial de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) abre la puerta a la recuperación y muestra un punto de inflexión a la intensa sequía que ha venido sufriendo la Comunitat durante los dos últimos años.
El documento, a 30 de septiembre, sitúa ya a cuatro de los nueve sistemas de embalses de la cuenca en situación de normalidad (riesgo bajo o muy bajo); y deja sólo dos en el grado de emergencia (riesgo muy alto), aunque con una visible mejoría con respecto a los meses anteriores. Otros dos grupos de pantanos cierran el mes de septiembre en situación de prealerta (riesgo medio) y uno más en calificativo de alerta (riesgo alto).
Los regantes del trasvase Tajo-Segura, que cultivan unas 88.000 hectáreas en Murcia y Alicante, no creen que el agua de las desalinizadoras sea la solución a la crisis, pese a que el Gobierno vaya a financiar su adquisición, abaratándola para el campo.
Un día después de que el secretario de Estado de Medio Ambiente, Pablo Saavedra, subrayara el «gran esfuerzo» presupuestario que está haciendo el Gobierno para «paliar los efectos de la sequía que padece la cuenca del Segura», en relación a la construcción de nuevas conducciones para trasladar a estas zonas agua procedente de las desalinizadoras y a la financiación de su compra, al menos, hasta septiembre del próximo año, el presidente de la Junta Central de Regantes y Usuarios del Trasvase Tajo-Segura, Isidoro Ruiz, insistió en que los problemas de falta agua de sólo se soluciona «trayendo agua de fuera», ya que ni el agua desalinizada, ni los acuíferos ni la propia cuenca ofrecen un abastecimiento suficiente en estas zonas.
La consellera de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural, Elena Cebrián, por su parte, afeó al Gobierno que no haya hecho partícipe al Consell de la decisión de financiar ayudas en la desalinizadora de Torrevieja, de la que pueden beneficiarse los regantes alicantinos, a un precio de 30 céntimos de euro el metro cúbico.
Cebrián interpeló en este sentido a la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, en el transcurso del Consejo Consultivo de Política Agraria para Asuntos Comunitarios, que se reunió el martes a los consejeros autonómicos.
De esta forma, los «sistemas de explotación» de la cuenca, como los define el propio informe, regresan a una situación similar a la de mayo de 2014, momento en el que arrancaron los primeros problemas y dos grupos de embalses entraban en situación de emergencia. En ese periodo, sólo uno mantenía la condición de normalidad, y hay que remontarse al mes de marzo para encontrar tres sistemas de embalses en ese grado, uno menos que en la actualidad.
Asimismo, se supera ya con creces la grave situación que atravesaron los recursos hídricos de la cuenca entre diciembre del año pasado y el mes de abril, periodo en el que tres sistemas de embalses estaban en situación de emergencia y sólo uno con el grado de normalidad.
El informe, que elabora mensualmente la CHJ, muestra la tendencias que siguen los pantanos a lo largo del tiempo, por lo que, para determinar un estado concreto, y decidir si aumenta o disminuye el riesgo, se analizan los acumulados de periodos comprendidos entre dos y seis meses consecutivos. Así, además de la foto fija a 30 de septiembre, la inercia de los índices también contribuye al optimismo, puesto que prácticamente todos los sistemas presenta unos índices mejores que en los meses anteriores.
A esta inercia se agarran especialmente los dos sistemas que siguen en situación de riesgo muy alto (Serpis y Marina Baja) y, por tanto, más están sufriendo las consecuencias de la sequía; pero también el grupo del Vinalopó-Alacantí, que consiguió en agosto pasar de riesgo alto a medio, o el de Palancia-Los Valles, que ha entrado en septiembre en situación de normalidad después de que cerrara el mes de mayo en nivel de alerta. Completan la clasificación el sistema Turia (prealerta), Marina Alta (que pasó de emergencia a alerta en agosto) y Cenia-Maestrazgo, Mijares-Plana de Castellón y Júcar (los tres en grado de normalidad).
Las lluvias del final del verano y y el comienzo de la época otoñal han contribuido cambiar la tendencia y a que la cuenca del Júcar comience a superar la crisis hídrica, aunque los expertos advierten de que todavía es pronto para lanzar las campanas al vuelo y de que sería necesario un ejercicio completo con, al menos, un 25% de lluvias por encima de lo habitual para recobrar la normalidad, como apuntaba el jefe de la Unidad Regional de Valencia del Instituto Geológico Minero, Bruno Ballesteros. Es más, pese al importante cambio de tendencia de los últimos meses, las reservas de la totalidad de la cuenca se encuentran a poco más del 35% de su capacidad.
Aumentos del 34%
Estos episodios de precipitaciones, que han dejado acumulados de más de 300 litros en puntos de La Safor, han conseguido que los pantanos con niveles más bajos (Marina Baja y Serpis) hayan incrementado sus reservas algo más de un 34% en un mes y medio, es decir, en 2,03 hectómetros cúbicos, pasando de los 5,95 que almacenaban el 31 de agosto a los 7,98 con los que contaban el pasado lunes, último dato disponible en la Confederación Hidrográfica del Júcar. Asimismo, en algunos puntos de Castellón los acumulados podrían ser incluso mayores, pero las intensas lluvias de principios de septiembre obligaron a desembalsar agua de algunos pantanos, como en los de Arenós y Sichar.
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