

Secciones
Servicios
Destacamos
JUAN SANCHIS
Lunes, 7 de marzo 2016, 21:33
Enrique Altabella, alcalde de Canet d'En Berenguer por Esquerra Unida desde 1987 a 2003, tuvo un sueño. Eran los años de la burbuja inmobiliaria en los que nada parecía imposible. El dinero fluía y no había que dejar escapar la oportunidad.
Altabella sucumbió a la tentación de unir imperecederamente el nombre de Canet al de la paella. Todo ello de la mano de Enrique Bañuelos, natural de la vecina Sagunto, y uno de los empresarios con más éxito del momento gracias a la inmobiliaria Astroc.
Corría el año 2003 cuando Altabella presentó por todo lo alto el proyecto. Quería que fuera centro de los mejores cocineros, donde se aprendiera a cocinar e, incluso, promover una 'denominación de origen'. Pero el proyecto iba mucho más allá. Incluía un centro de negocios, una escuela de hostelería y apartamentos turísticos. Todo ello liderado por Bañuelos con distintos socios nacionales e internacionales que pretendían invertir cerca de 90 millones de euros. Se llegó incluso a constituir la mercantil Sociedad Instituto Valenciano de la Paella (extinguida en 2008).
La Fundación Astroc construyó la escuela de hostelería en un edificio de apartamentos. Tras el derrumbe de la inmobiliaria y de los continuos cambios de sociedades, el inmueble ha acabado en manos de una entidad bancaria que lo ha puesto en venta.
Lo que quería ser un centro de formación de mano de obra cualificada en el municipio ha terminado siendo un restaurante que ha realizado algunas actividades formativas relacionadas con la hostelería, según explica Bonet.
En estos momentos el solar es propiedad de Vallcab Capital, antigua CV Capital, una de las sociedades con mayor número de acciones de Astroc, que lo ha recibido tras el concurso de acreedores que ha vivido la compañía, sus distintas sociedades y los accionistas.
El Ayuntamiento, explica Bonet, lo único que pretende es conseguir la rescisión de la concesión para poder convertir el solar en zona para disfrute de vecinos y turistas. O, en su caso, que la sociedad que tiene los derechos de la concesión ejerza la actividad prevista.
Leandro Bonet espera que la sentencia del tribunal no se demore demasiado para poner punto y final a una consecuencia más de la burbuja inmobiliaria que encandiló a tantos en España y la Comunitat en los primeros años del siglo.
En cualquier caso, el alcalde, si logra la reversión de la concesión, no quiere revivir el proyecto. Son otros tiempos. El equipo de gobierno de Canet d'En Berenguer únicamente pretende convertir lo que ahora es un foco de degradación en plena zona turística en una zona verde con instalaciones deportivas. Mucho menos ambicioso pero a primera vista mucho más viable.
El ayuntamiento no resistió la tentación y firmó un convenio con una de las firmas de Bañuelos por el que cedía en régimen de concesión por 50 años prorrogables a 75 un solar de propiedad municipal de uso dotacional en la playa para la construcción de la sede del Instituto Valenciano de la Paella.
Mientras fluyó el dinero todo fue viento en popa. El 9 de abril de 2007, justo nueve días antes de que Astroc se desplomara un 43% en Bolsa, se celebró la inauguración. Se habían construido 200 paelleros, vestuarios, dos pistas de pádel, otra multideportiva, columpios para niños. Se congregaron cerca de 1.000 personas. Se regalaba todo: el agua, los utensilios de cocina, los ingredientes de las paellas. Fue uno de los pocos actos que llegó a celebrarse.
El 18 de abril Astroc se derrumbó y el Instituto Valenciano de la Paella comenzó su calvario. En un primer momento, el ayuntamiento intentó conseguir el uso del terreno sin éxito. En 2010 el asunto acabó en los tribunales y allí sigue.
El Ayuntamiento, según comenta el actual alcalde, Leandro Benito, se ha visto obligado a crear unas dotaciones deportivas provisionales en la playa.
Mientras, la degradación del solar y las instalaciones continúa imparable. Se ha convertido en un terreno lleno de matorrales, mal vallado y al que se accede con facilidad para cometer actos vandálicos.
El terreno limita con un complejo relativamente nuevo de apartamentos que sufre las consecuencias de convivir con foco de plagas y suciedad en un municipio que vive del turismo.
Benito explica que el ayuntamiento ha intentado que la empresa concesionaria se haga cargo del mantenimiento con poco éxito. De hecho, según comentan algunos vecinos, son ellos los que han tenido que hacerse cargo de algunas tareas: cubrir hierros oxidados o tapar agujeros en los que alguien se puede romper la pierna.
Entre los restos sólo se distingue con claridad un muro de hormigón con la inscripción 'Instituto Valenciano de la Paella'. El resto deja mucho a la imaginación. Lo que fueron paelleros están medio derruidos y se ha arrancado todo lo utilizable. En los vestuarios ha desaparecido la grifería, no quedan puertas, los espejos están rotos a pedradas y las paredes repletas de grafiti. Hay farolas derribadas, parte del vallado ha sido arrancado y los columpios son un peligro para los que allí juegan.
Y todo parece que seguirá igual a la espera de que los tribunales digan la última palabra, algo que el alcalde espera que no se demore aún más.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La mejor hamburguesa de España está en León
Leonoticias
La explicación al estruendo que sobresaltó a Valladolid en la noche del lunes
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.