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J. A. MARRAHÍ /DELEGACIONES
Sábado, 17 de septiembre 2016, 23:37
«La gota fría es una realidad que se avecina. En los próximos meses tendremos lluvias muy torrenciales y muchos dolores de cabeza». Quien lanza la advertencia es José María Ángel, director de Emergencias de la Generalitat. «Las lluvias de otoño nos hacen estar en extrema alerta» y probablemente lleguen de la manera más temida: torrencial. «La situación idílica de 20 litros por metro cuadrado durante un mes para regar acuíferos y embalses más parece un sueño de hadas que la realidad previsible».
Valencia vivió el martes un primer aviso: calles e instalaciones públicas inundadas, daños en 70 embarcaciones del Club Náutico, dos tornados... Los sistemas de desagüe se vieron desbordados y desataron en vecinos y políticos la preocupación de cada año: ¿Estamos preparados ante la amenaza de la gota fría?
El periodo de lluvias fuertes ya ha comenzado. El director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, el catedrático Jorge Olcina, sitúa esa franja de riesgo entre el 15 de septiembre y 15 de noviembre. Los modelos meteorológicos prevén cierta estabilidad en la primera quincena. Un inicio tranquilo. Pero después advierte «un otoño potencialmente inestable».
En junio finalizó el fenómeno meteorológico conocido como El Niño. Está comprobado que esto desata «otoños con la atmósfera más inestable de lo normal en Europa occidental», aunque no es posible precisar en qué puntos se puede formar la temida gota fría. Para el catedrático, si se cumple esta previsión será «bastante problemático» para la Comunitat, una región que ansía las lluvias a la par que las teme por su tradicional carácter torrencial y el historial de riadas.
Otro de los factores que se relaciona con la formación de la gota fría es la temperatura del mar, todavía bastante elevada. Sin embargo, José Ángel Núñez, climatólogo de la Agencia Estatal de Meteorología en la Comunitat asegura que no es determinante: «Hay años que han llegado lluvias intensas con el mar caliente y otros que no».
Según Núñez, en el plazo de una semana no se aprecia riesgo de gota fría y coincide con Olcina al situar octubre como el mes más probable para la aparición del fenómeno (lluvias de más de 60 litros por metro cuadrado en una hora, con varios días de duración y en una zona amplia de territorio). En opinión del climatólogo, serían precisos «cuatro días seguidos de lluvias generalizadas» para aliviar la sequía que padece la Comunitat.
Un millón de euros
La historia reciente demuestra que el episodio otoñal de precipitaciones o se retrasa o no llega o aparece con lluvias intensas muy cortas en zonas muy concretas. El último de estas características se produjo el 2 de noviembre de 2015. «Llovió de sur a norte pero con una duración de no más de dos horas». Desde entonces, sólo tormentas locales y la sed atenazando montes, campos y embalses.
Según fuentes de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, el organismo recibe cada año 600 solicitudes de ayuntamientos y asociaciones para retirar cañas y restos que bloquean cauces actualmente secos para que no se produzcan tapones y desbordamientos en caso de grandes avenidas. Pero sólo una mínima parte pueden ser atendidas.
Por ejemplo, este año la CHJ tiene previstas intervenciones por valor de un millón de euros. En Valencia serán en el tramo final del Turia a su paso por Quart, Mislata y Xirivella, en el barranco de Pedravilla en Olocau y Serra, en el río Tuéjar por Calles y en el Carraixet en su tramo de Vinalesa y Tavernes Blanques. Y a falta de dos semanas para el periodo más crítico de lluvias todavía no están todas concluidas, como confirmó el organismo fluvial.
Analizamos la situación por comarcas y viajamos hasta La Ribera. El paso del Júcar por Gavarda lleva cuatro años sin tareas de limpieza por parte de la CHJ. Los vecinos creen que no ha habido que lamentar desbordamientos por la sequía, pero temen que se produzcan si las tornas climáticas cambian. Mientras, el ayuntamiento se muestra impotente ante las largas cañas que crecen en el cauce. Considera que se necesita «mucha maquinaria y personal» para retirarlas.
Algunos consistorios han optado por despejar cuencas de ríos con recursos propios antes que exponerse al peligro, pero la mayoría se queja de su escasa capacidad de actuación. L'Alcúdia es otros de los pueblos que urge una intervención en el río Magro. «La confederación tiene las competencias», resaltan responsables municipales.
Obras sin realizar
Además de retirada de vegetación, La Ribera lleva años esperando infraestructuras contra avenidas tan cruciales como la mota de defensa de Albalat, en la parte baja del Júcar. Se concibió para evitar que una parte del municipio se inunde si el Júcar aumenta su caudal en este punto, pero no ha llegado a materializarse.
La preocupación por la gota fría también es palpable en La Safor. Xeraco ha puesto en marcha un plan de limpieza de red de pluviales para evitar inundaciones como las que se produjeron en agosto con una tormenta de verano. Al alcalde de Xeraco, Francesc Serralta, le preocupa especialmente la canalización del río Vaca. «La limpieza de este afluente es absolutamente necesaria para evitar las inundaciones que sufrimos todos los años en periodos de fuertes lluvias». El río se encuentra «totalmente podrido y lleno de cañas», lamenta.
En ocasiones, y ante la falta de fondos, la CHJ autoriza a los angustiados ayuntamientos a que realicen las limpiezas. Es lo que ocurre con el río Serpis a su paso por Gandia. «Pero si la confederación no tiene dinero, menos aún el consistorio», denuncia la presidenta de la Asociación de Vecinos de Marenys de Rafalcaid, Loli Rodríguez. El problema no es sólo el riesgo ante las lluvias. «Las ratas, los mosquitos, las cucarachas y las serpientes nos invaden», se queja la vecina.
Más al sur, en Dénia, el Ayuntamiento ha tomado también las riendas allí donde la confederación no llega. «Pero en los barrancos no podemos actuar porque ni tenemos personal, ni maquinaria, ni el dinero necesario para llevar a cabo los trabajos», confiesa el concejal de Medio Ambiente, Josep Crespo.
Erosión de la zona quemada
Xàbia también pidió auxilio a la CHJ en el cauce del río Gorgos. Pero ante la falta de respuesta ha sido el consistorio el que ha retirado cañas e incluso árboles que ponían en riesgo un instituto y otras zonas del pueblo en caso de riada. Este año se añade un peligro en caso de fuertes lluvias: la erosión y arrastre de tierra si descarga con fuerza sobre el terreno afectado por el incendio forestal.
El director de Emergencias, José María Ángel, concluye que hay que pedir «con mayor énfasis a la confederación que limpie nuestros cauces y barrancos». No obstante, estima igualmente que algunos ayuntamientos «podrían ayudar más a sus vecinos con la previsión ante inundaciones». Reconoce que el Gobierno «no tiene partidas presupuestarias suficientes para la limpieza de nuestros barrancos en áreas metropolitanas y algunos pueblos, pero los ayuntamientos deben consolidar también sus planes de emergencia» ante riadas «para minimizar riesgos». Mientras, los valencianos miran al cielo esperando que la lluvia llegue en su justa medida.
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