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«Me vi sin madre, sin familia y con 200 euros al mes para empezar la vida de cero»

El hijo de una víctima de Guadassuar se quedó con pensión reducida por tener vivo a un padre que se desentendió de él

J. A. M.

Domingo, 21 de mayo 2017, 16:08

Elisa Pascual fue una de esas heroínas desconocidas. Una mujer que vivió y luchó para sacar adelante a su único hijo tras un matrimonio equivocado y sin más apoyo que su propio esfuerzo después del divorcio. Ese niño de 13 años era José Tormo. Pasó el tiempo y creció. Vivieron juntos en Guadassuar hasta que cometió el peor error: confiar su enorme corazón y abrir la puerta de su casa a un ladrón y asesino, el hombre que le arrebató la vida en febrero de 2012.

Por aquel entonces José no había iniciado estudios universitarios. Había tenido un empleo esporádico de electricista y, con 21 años, había empezado a ayudar a su madre en la empresa en la que ella trabajaba. «De la noche a la mañana me vi sin familia y con 200 euros de pensión de orfandad para empezar la vida de cero».

¿Se preguntan por qué le concedieron una pensión tan reducida? «Fue por tener un padre vivo, un padre que se desentendió de mí desde que era un niño, que no nos pasaba pensión y que no dio señales de vida ni siquiera después del asesinato. Con decirte que le llamé un año después y no quiso ponerse».

Con la ayuda de amigos, tuvo que tragarse la pena y enfrentarse a «días y días de interminables trámites burocráticos». Según lamenta, «se echa de menos un profesional de la administración que te ayude a dar todos los pasos y a guiarte de la mejor manera en esos momentos en los que tu cabeza no está para nada».

José ya no quería vivir en la casa de alquiler que había sido su hogar. Demasiados recuerdos y dolor en el escenario del crimen. Se buscó otro piso en La Ribera. «Pero con 200 euros de orfandad no iba a poder pagar el alquiler, así que tocó trabajar para salir adelante. No quedaba otra».

Lo hizo ocupando el puesto de su madre en una empresa de cosméticos de Guadassuar. «Empezar a currar un mes después de que hayan matado a tu madre no es sencillo. Anímicamente costaba lo suyo, pero había que comer».

Tras la reducida pensión de orfandad, se aferró a otra posibilidad: las ayudas a víctimas del delito. Y aquí se llevó otro mazazo: «Después de reunir documentos y mil historias, se estipuló que me hubieran correspondido 1.000 euros al mes durante diez años, pero al final no me lo concedieron por llevar trabajando un mes en el momento de la solicitud». Se llevó las manos a la cabeza. No podía entenderlo. «Un simple mes de trabajo me apartó de la posibilidad de empezar una vida nueva de estudios o haberme repuesto más tiempo del asesinato. Pero no. No tenía derecho. A trabajar».

Tiempo después llegó la condena del asesino de Elisa: 20 años de cárcel que aún cumple y la obligación de indemnizar a José con 123.000 euros. «De eso, ni un euro... Era insolvente. Si nos robaba en casa. Se llevó las joyas de mi madre». Con esfuerzo, José ha reorientado su vida hacia su mayor pasión: la música. Compone, pincha, produce y tiene proyectos de futuro. «España me dejó a mi suerte, pero voy tirando. Gracias a mi madre, sé lo que es luchar».

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