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«Daniel era un ciclista prometedor y lo pagó con su vida»

«Daniel era un ciclista prometedor y lo pagó con su vida»

Virtudes y Rafael, padres de un joven atropellado mientras circulaba entre Bétera y Náquera

J. A. M.

Domingo, 28 de mayo 2017, 17:26

Cada verano Virtudes Castillo, Rafael Sandoval y su familia acuden a la carretera entre Bétera y Náquera y dejan flores sobre una cruz. Recuerdan a Daniel, su hijo, fallecido en 2000 con solo 17 años cuando un coche se empotró contra su pelotón ciclista. «Ha pasado mucho tiempo pero quien pierde a un chiquillo de ese modo ya no deja de sufrir nunca. Nos quedan otros tres y siempre nos faltará él», concluye su madre.

«Daniel era un ciclista prometedor y lo pagó con su vida», resumen los progenitores. Dan fe de ello las decenas de copas en el salón de su hogar y en el cuarto donde se gestaron sus sueños. «Estaba enamorado de la bici, era federado, entrenaba todos los días. Había corrido y ganado varias carreras desde los diez años». El joven compaginaba las dos ruedas con sus estudios y aún no tenía novia. La suya era la bici. Pero no hubo tiempo de más.

En la mañana del 20 de julio Daniel pedaleaba con su hermana melliza y otros compañeros del equipo ciclista. Formaban un grupo de cinco. «Un conductor se salió de la calzada en una curva y les dio de cara», describe Rafael con amargura. «Según la Guardia Civil, fue un exceso de velocidad acompañado de una posible distracción», detalla el padre. «Cuando te dicen que tu hijo ha muerto no te lo crees. Yo nunca conduje por miedo y, lo que es la vida... un accidente me quita a Daniel», apostilla Virtudes.

El matrimonio se volcó en una campaña de firmas para endurecer penas a los autores de atropellos como este. «Recogimos miles de firmas que no sirvieron para nada. Cuando llegó el juicio le impusieron al conductor una multa de algo más de 7.000 euros y la pérdida del carné un año. ¿Es eso justicia para la muerte de un crío y para alguien que un poco más y mata a cinco personas?», se pregunta Rafael.

El siniestro casi les cuesta la vida de su otra hija. Cristina, la hermana de Daniel, también sufrió lesiones. «Estuvo un año sin coger la bicicleta. Ya tuvo miedo y después pasó a correr solo en pista», recuerda Virtudes. Rafael tiene una espina clavada que el tiempo no ha logrado arrancar: «Casi siempre iba con el con ellos cuando salían a entrenar con el coche de apoyo, pero ese día tuve que irme a Tarragona por trabajo».

La lección que traslada el matrimonio es esta: «El coche es una máquina que puede matar. Los profesionales tienen que entrenar en carretera, no hay otro lugar posible. Y detrás de cada muerte hay familias que ya no levantan cabeza».

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