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J. A. MARRAHÍ
VALENCIA.
Miércoles, 14 de febrero 2018, 00:22
Da igual el exceso de velocidad. O que la tasa de alcoholemia sea especialmente elevada. O el doble positivo en alcohol y drogas. La cárcel por delinquir al volante parece únicamente reservada para aquellos casos de extrema gravedad que acaban con muertos o heridos graves y que, por tanto, se enmarcan a nivel judicial como un homicidio imprudente.
La última memoria de la Fiscalía General del Estado lo deja muy claro: durante 2016, las tres fiscalías de la Comunitat iniciaron más de 2.700 diligencias de investigación por delitos contra la seguridad del tráfico, un tipo de infracción que va en aumento. En ese periodo, más de 10.000 conductores fueron sentenciados por los tribunales valencianos por sus conductas delictivas al volante. Sin embargo únicamente un caso, el de un conductor temerario investigado por la Fiscalía de Valencia, acabó con una medida de prisión, de acuerdo con el citado informe estatal.
Y en este contexto el reguero de desgracias en la Comunitat se perpetúa con una asignatura pendiente por parte de Gobierno y Poder Judicial, al menos desde la perspectiva de las víctimas: apartar de la conducción de manera efectiva a los reincidentes. A gente como el autor del atropello mortal de una joven de Sueca. Había perdido dos veces el carné por ir ebrio, pero su situación de libertad le permitió ponerse de nuevo al volante a pesar de tenerlo prohibido. Hasta que sobrevino lo ya irreparable: una muerte.
Y lo peor de todo es que esa bomba de relojería de alcohol y drogas en carretera puede estallar en cualquier momento. A cualquier persona. En cualquier lugar. Durante 2016 fueron 'cazados' algo más de 1.800 conductores con niveles delictivos de alcohol o bajo influencia de las drogas, según la memoria de la Fiscalía. Son un 13% más que en el año anterior en nuestra región. La cifra arroja otra conclusión: la Fiscalía investiga, de media, cinco nuevos casos cada día relacionados con delincuentes viales que van muy bebidos o drogados.
Y si les parecen muchos, debe saber que son sólo la punta del iceberg, una insignificante muestra de la realidad: los interceptados por la Policía Local y la Guardia Civil en los controles o bien tras verse implicados en accidentes. Si sumamos los casos delictivos y aquellos que acaban sólo con sanción nos encontramos con 9.400 positivos al año en alcohol y algo más de 1.700 por drogas al volante.
Si bien la justicia suele privar de libertad a quienes incumplen reiteradamente órdenes de alejamiento en violencia de género, no sucede lo mismo cuando a los conductores más peligrosos se les aleja de su propio coche y desobedecen. Según la Fiscalía, en 2016 se abrieron casi 550 diligencias por circular sin permiso. La mayoría corresponde a personas que habían perdido los puntos del carné. Y ni un sólo ingreso en prisión por estas desobediencias a lo largo del año.
Ni siquiera el concepto más grave del delito de seguridad vial, aquel que entraña «conducción con desprecio a la vida», se tradujo en encarcelamiento para sus autores en 2016. Bajo esta calificación judicial hay 15 casos en los dos últimos años registrados. En la Comunitat, siete de cada diez delitos viales que se detectan corresponden a excesos con el alcohol o los estupefacientes.
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