La revolución social y empresarial urdida por la Inteligencia Artificial
HUGO DE JUAN JORDÁN
MIEMBRO DEL COLEGIO OFICIAL DE INGENIEROS DE TELECOMUNICACIÓN (COITCV) CEO DEL GRUPO ENCAMINA - PROFESOR POSTGRADO DE ESIC MARKETING & BUSINESS SCHOOL
Lunes, 5 de diciembre 2016, 00:45
Desde que a finales de 1968 Stanley Kubrick nos presentara en su película '2001: Una odisea del espacio' al famoso computador HAL 9000, la sociedad comenzó a vislumbrar lo que denominamos inteligencia artificial (comúnmente denominada IA) y que hoy es ya una realidad plena.
Actualmente la Inteligencia Artificial se incorpora en múltiples ámbitos de la vida, y lo que la hace especialmente revolucionaria es su abaratamiento y accesibilidad para construir nuevas aplicaciones, su rápida evolución, así como su combinación con otras tecnologías avanzadas (como los servicios cognitivos, el bigdata, el cloud, la robótica, los drones o el IoT). Son ejemplos actuales de IA la participación en decisiones de asignación de riesgo y crédito a clientes, la detección de fraude, las ofertas personalizadas, la predicción de la demanda de un producto en un determinado mercado, la recomendación y captación de clientes, la anticipación a la fuga de clientes, etcétera. Sin embargo, todavía no percibimos la verdadera revolución que hay detrás de la IA, pero no va a hacerse esperar.
La consultora IDC estima una tasa anual de crecimiento del 55,1% entre 2016 y 2020 en el mercado de sistemas cognitivos y de inteligencia artificial en todo el mundo. Gartner, otra prestigiosa consultora, augura que en 2018 más del 20% de los profesionales utilizarán IA para tomar decisiones y que más de tres millones de trabajadores serán supervisados por un 'robo-jefe' que tomará decisiones por ellos. Otro ejemplo muy próximo es que más del 20% del contenido empresarial (informes de mercado, libros blancos y artículos temáticos, documentos legales, informes a accionistas, etcétera) estará compuesto por robots sin intervención humana y los ASA (agentes autónomos digitales) tomarán decisiones autónomamente en más del 5% de todas las transacciones económicas mundiales.
Pero la revolución no ha hecho más que comenzar, y en los próximos quince años va a afectar a la sociedad y al mundo del empleo drásticamente, reemplazando operarios y profesionales de cualquier ámbito, y pulsando la viabilidad de las empresas con sus anticuados modelos productivos. Y, sin embargo, con cada revolución aparecen nuevas oportunidades, trabajos que no se conocían ni existían, nuevos modelos de negocio, más calidad de vida para el ser humano.
Las aplicaciones de inteligencia artificial especializadas serán cada vez más comunes y más útiles en 2030, mejorando nuestra economía y nuestro bienestar. Podemos imaginar cómo un transporte completamente autónomo supondrá una revolución en la logística comercial, pero también en nuestra vida cotidiana, donde ningún minuto dentro del coche tendrá que ser ya un tiempo perdido. En el mundo de la sanidad la avalancha de aplicaciones asociadas al diagnóstico, la intervención quirúrgica, los pronósticos o el cuidado de la empatía con enfermos y familiares son sólo unos pocos ejemplos de la gran promesa que supone la IA en este ámbito. Hoy estamos trabajando ya con bots (sistemas digitales con capacidades cognitivas e IA) capaces de responder a preguntas, entendiendo su contexto, y responderlas con amplias explicaciones y con una paciencia infinita. Si a esto añadimos las posibilidades actuales de la realidad aumentada o de la realidad virtual, es fácil soñar cómo a muy corto plazo la IA puede revolucionar la educación y el mundo del entretenimiento, por ejemplo.
La Inteligencia Artificial no es una entelequia sobre la que debatir, sino una tecnología presente y en pleno desarrollo en sinergia con muchas otras, dentro del momento de disrupción tecnológica que nos ha tocado vivir. Es una vieja utopía hecha realidad hoy, que se ha convertido en un paradigma repleto de incertidumbres, pero sin duda lleno a rebosar de posibilidades y de ventajas sin límite.
Es el liderazgo social, económico y político, así como el talento de ingenieros, científicos y humanistas, quien debe lograr que esta revolución urdida por la Inteligencia Artificial sea una catarsis positiva y beneficiosa para la humanidad y las personas en el medio y largo plazo.
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