Borrar

DENTRO DE LA BIBLIOTECA

POR PAULA PONS

Viernes, 10 de febrero 2017, 00:10

Las bibliotecas me serenan. Algunas personas sienten paz entre los muros de una iglesia, otras experimentan euforia en las gradas de un estadio, yo, en silencio y entre libros me siento tranquila. Incluso en la biblioteca desde donde escribo estas líneas, una biblioteca moderna y sin gracia, con escasa luz natural y unas paredes color amarillo maíz y rosa claro que si las miras más de tres segundos te entran ganas de arrancarte los ojos, hasta en ese entorno hostil, me encuentro bien. Es curioso como un sitio público consigue moldear el ánimo. Hacía mucho que no pisaba una biblioteca, exceptuando alguna que visité de manera fugaz en mis últimos viajes (vayan a la de Nueva York y a la de Copenhague si tienen ocasión, son una maravilla). Ahora cada miércoles me refugio en ella para escribir. Huyo durante unas horas del barullo constante que un niño de dos años provoca en casa e impide entregarte a cualquier tarea que exija una mínima concentración.

Casi veinte años me separan de mis compañeros de mesa. Ahora todos tienen junto a los apuntes, un ordenador o una tablet, pero me alegra comprobar que muchos siguen utilizando boli y papel. Por lo demás, no ha habido tantos cambios en estas dos décadas de elipsis bibliotecaria. Hay una sección de libros electrónicos cuyo funcionamiento escapa a mi entendimiento de nativa analógica. Nadie lee, todos estudian. Pasaba lo mismo en mi época universitaria. Tampoco se llevan libros a casa ni consultan los que descansan sobre las estanterías, que podrían ser de atrezzo y nadie repararía en ello. Las bibliotecas ya no sirven para lo que fueron concebidas. Y sin embargo, el tiempo aquí discurre de otra manera. Decía Borges que siempre imaginó que el paraíso sería algún tipo de biblioteca. Yo también lo creo.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias DENTRO DE LA BIBLIOTECA