CHICAS FÁCILES

Me gustan las chicas fáciles. Las mujeres que tratan de hacer simple lo cotidiano, las que contestan con una sonrisa y están siempre dispuestas a ayudarte aunque tu problema ni siquiera les roce. Esas chicas que se preocupan por las cosas que de verdad importan, las que no ven fantasmas a cada paso, aquellas que relativizan, las que pasan de gilipolleces. Mujeres que saben que a veces es mejor no decir lo que piensan porque la sinceridad muchas veces hiere. Son personas que se adaptan. Les va bien dormir en una raquítica litera de un albergue de montaña pero aprecian y valoran la carta de almohadas (y los desayunos) de los buenos hoteles. Se manejan bien en un mercado o en un palacio, aunque prefieren la conversación de las pescateras porque suele ser mucho más interesante que la de la rancia aristocracia.

Un tipo de mujer que en alguna ocasión puede pasar por pusilánime, pero no es miedo a tomar decisiones, es la forma que tiene de enfrentarse a las cosas, pausada, reflexiva, alejada de cualquier hostilidad. Que no de un puñetazo en la mesa de vez en cuando no es falta de sangre, es simple madurez. Son mujeres indulgentes en el mejor sentido de la palabra. Transigen y consienten porque tienen claro que quitando dos o tres cosas, la familia, los amigos, la salud y su perro, nada importa nada. Son chicas que se ríen por todo y no dramatizan. Se quejan poco y disimulan sus preocupaciones, que como a todo el mundo, también les atenazan. Son solidarias con las otras mujeres porque saben que siempre lo tenemos más difícil. Señoras, o señoritas, más fuertes de lo que creen, generosas, resueltas, que a pesar del desgaste de la vida, todavía mantienen la ilusión. Chicas fáciles que te allanan el camino. Mujeres con las que te apetece pasar el tiempo.