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GREZZI, DÉJALO YA

El concejal ha logrado con su prohibición de aparcar en el carril bus un consenso sin precedentes, uniendo a todos en su contra

PACO MORENO

Lunes, 3 de abril 2017, 00:25

Ha conseguido un rechazo casi unánime, sin precedentes en la historia reciente de Valencia. Incluso entre la prensa, me atrevería a decir después de ver lo leído el fin de semana, un mérito innegable en esta ciudad. Y aún quedan dos años de sufrir a Giuseppe Grezzi, que amenaza con hundir ese transatlántico del que habla Joan Ribó cuando se refiere a la gestión municipal.

La prohibición de aparcar en el carril bus por las noches y la reducción de su horario (esto me parece más grave porque afecta a toda la ciudad) son el enésimo capítulo de una gestión fuera de consenso, radical, alejada de la realidad y propia de una ciudad imaginaria.

Ni las filtraciones interesadas han logrado suavizar el efecto de la medida entre la opinión pública. Y no lo digo yo, sino la presidenta de la Federación de Vecinos, María José Broseta. Tanta historia con la Mesa de la Movilidad y la cacareada participación ciudadana para acabar imponiendo el ordeno y mando. No ha habido acuerdo previo ni se ha buscado, sólo interés en manipular a los crédulos.

Y si el alcalde Ribó no ha entendido este mensaje, entonces que repase lo que dijo la portavoz de su gobierno, Sandra Gómez. La socialista estaba atónita el viernes con el problema creado por la falta de negociación de Grezzi. Estando de acuerdo con el fondo de mejorar el servicio de la EMT, rechazó las formas y los tiempos, lo que en política es igual de importante.

La prohibición de estacionamiento machaca a los cines del centro, los restaurantes y todos aquellos negocios en las zonas de ocio que dependen de unas pocas horas los fines de semana para cubrir gastos. Perjudica curiosamente a los que Compromís quiere proteger, a los pequeños empresarios, y dirige el consumo todavía más hacia los centros comerciales, que disponen de grandes y gratuitos aparcamientos.

Pero daña sobre todo a los vecinos de l'Horta que acuden los fines de semana a Valencia para cenar, tomar una copa, ver una película o disfrutar de una función de teatro. Parkings públicos hay, pero en el comunicado lanzado el viernes por el Ayuntamiento sólo se adjuntaba un mapa de ellos. Falta saber la disponibilidad, los horarios y los precios por las noches. O sea, todo para compensar una medida que se aplicará dentro de una semana.

Pensar que la EMT o Metrovalencia pueden suplir con su oferta al coche por las noches en Valencia es no saber de lo que se habla. O peor, no pensar en los empleos que corren riesgo de desaparecer. La Federación de Hostelería dice que son muchos y ellos sí que saben de este tema porque apuntan las reservas de sus clientes y de dónde vienen.

Y todo para que las líneas nocturnas de la EMT y los taxis circulen con más comodidad. Algo importante, defiendo, pero no lo suficiente para el perjuicio que creará el gobierno municipal. Debería haberse consensuado de otra manera, seguramente sólo con los horarios como pedía la Federación de Vecinos. Pero ese no es el estilo de Grezzi.

Un concejal que genera un escándalo tras otro. Son tantos que algunos pasan desapercibidos, pero que tuviera proyectos de carriles bici encargados antes de que fueran aprobados en los presupuestos participativos lo dice todo de la supuesta transparencia que defiende Ribó. Además, deja a los pies de los caballos a Jordi Peris y su modelo de participación, para mí fallido en su concepto. Las decisiones de calado deben tomarlas los concejales que para eso han sido elegidos. Las votaciones vecinales deben aprobar obras menores, pero no servirse de ellas para justificar proyectos polémicos. Ni manipular el proceso con grupos de interés en votaciones telemáticas o que haya la más mínima sospecha de ello.

Repasando algunas de estas votaciones se descubren perlas como la construcción de un carril bici en las avenidas General Avilés y Maestro Rodrigo con la base de 117 votos, por no hablar de la eliminación del aparcamiento junto al mercado de Rojas Clemente, lo que ha tenido el respaldo de 338 vecinos de toda la ciudad.

Decisiones de calado que deberían tener siempre la cara de un concejal que dé explicaciones y no unas votaciones donde participa una cifra mínima de la población. Pero estamos en la época de políticos que se parapetan detrás de procesos donde todo parece convenientemente dirigido para los intereses de una minoría. Como me preguntaba un vecino de la calle Guillem de Castro, que ahora no puede ni estacionar el coche en la puerta de su casa para que baje su madre nonagenaria. ¿Por qué este alcalde no piensa en los vecinos?

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