BECARIOS SIN ESTRELLA

El mundillo de los cocineros anda estos días revuelto a raíz de un artículo que desvela las duras condiciones laborales de los becarios que trabajan en los restaurantes Michelin de este país. Jornadas maratonianas, sueldo nulo o irrisorio y lo peor de todo, insultos y un trato denigrante por parte de sus superiores. Excepto por lo de los improperios, el resto no me parece tan ajeno. Las horas extras y los horarios sin fin son habituales entre los profesionales del periodismo. De hecho, es algo con lo que convives. Aprendes a organizar tu vida en los ratos sueltos que te deja el trabajo. Imagino que a los cocineros les pasa igual. Si pretendes estar en casa a las tres, te sacas una oposición. Respecto a los salarios, sospecho que el sueldo de un becario en España es siempre igual de reducido en todos los sectores y más en estos tiempos donde faltan puestos de trabajo y sobran trabajadores cualificados.

Un verano, un amigo estuvo durmiendo un par de meses en un cuartucho diminuto de la redacción done hacía las prácticas. Conozco a una presentadora que después de dos años de sustituir a la estrella del programa en vacaciones, optó por retirarse al pueblecito de donde procedía totalmente desquiciada ante las constantes presiones que la titular le infligía. Muchos compañeros míos han dejado la profesión después de toparse con jefes desequilibrados que, sobre todo en televisión, abundan. Es la vida del becario. Todos los desmanes se suplen con ilusión y la energía de los 20 años. Si efectivamente los abusos en las fogones de los estrella Muchelin son tan generalizados, las escuelas de cocina y los organismos que competan deberían tomar cartas en el asunto. Pero tampoco exageremos. Para llegar a ser el número uno hay que sudar y sufrir. Es el precio del éxito.